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miércoles, 27 de agosto de 2014

MATEO ALEMÁN Y EL FATALISMO ESPAÑOL

Mateo Alemán nació en Sevilla en 1547, precisamente el mismo año en que Miguel de Cervantes fue bautizado en Alcalá. Era hijo de un judeo-converso del que se sabe que ejerció como cirujano en la Cárcel Real sevillana. Su madre era medio andaluza y medio florentina, así que el joven Mateo heredó una mezcla interesante de sangres y de culturas. Comenzó sus estudios de la mano de Juan de Mal Lara, un erasmista ilustre y genial. Con semejante comienzo no puede sorprender que nuestro protagonista eligiera el camino de las letras. En efecto, la pluma le atraía más que el bisturí, pues al parecer inició estudios de medicina en Salamanca y Alcalá, pero nunca llegó a licenciarse.

En aquella España de finales del XVI la vida no resultaba nada fácil, especialmente para el hijo de un converso. Desde luego, la de Mateo no fue precisamente plácida. En su tortuosa biografía encontramos un matrimonio forzado con una tal doña Catalina, consecuencia de un préstamo que no pudo devolver. Siguió dando tumbos. Se dedicó algún tiempo al negocio ignominioso de la trata de esclavos. Se granjeó varios enemigos importantes a causa de un informe “secreto” sobre el trabajo forzoso en las minas de Almadén. Fue encarcelado dos veces por deudas en Sevilla… Finalmente, ya viejo, obtuvo en 1608 licencia para pasar a México, algo que generalmente sólo se permitía a quienes podían demostrar “limpieza de sangre”. En la capital azteca pasó plácidamente sus últimos años, sirviendo como secretario al arzobispo fray García Guerra. No se tienen noticias suyas a partir de 1615, así que debió fallecer por entonces.

Aparte de la traducción del latín de las Odas de Horacio, de una Vida de san Antonio de Padua, y de un prólogo para la obra Proverbios morales de Alonso de Barros, Alemán invirtió todo su ingenio y su talento literario en una sola obra, el Guzmán de Alfarache, publicada en dos partes en 1599 (Madrid) y 1604 (Lisboa). El Guzmán es una obra maestra de la novela picaresca, comparable al Lazarillo y al Buscón, y hasta superior a ellas en muchos aspectos. Desde su misma primera edición, el Guzmán se convirtió en el primer best seller de la Historia. Se tradujo al francés, al italiano, al inglés, al alemán y al latín, y su influencia en la literatura europea del XVII fue extraordinaria. Influyó de forma muy especial en Cervantes, Quevedo, Sterne, Von Grimmelshausen, Villaroel…

En su Guzmán, Mateo Alemán despliega un dominio absoluto del mundo del hampa, los usos y la jerga de los maleantes, acaso por sus propias experiencias personales. A diferencia de otros pícaros más inocentes como Estebanillo González o el propio Lázaro de Tormes, Guzmán es un delincuente incorregible que una y otra vez recae en sus vicios. El devenir biográfico de su autor, le convierte en un pesimista con una nula confianza en la bondad de los hombres. El mensaje de la obra es misantrópico y fatalista. A pesar de esa negra perspectiva, salvan al Guzmán la maestría literaria de Alemán y ese humor sarcástico que rezuma, no exento en ocasiones de su pequeña dosis de ternura. En el fondo, todos los cínicos son unos sentimentales.

Biblioteca Bigotini os invita a la lectura de la edición digital de la segunda parte del Guzmán de Alfarache. Haced clic en la portada y sumergíos en el turbio ambiente del hampa de la España imperial que fletaba galeones repletos de oro mientras la mayor parte del pueblo se consumía en la más negra de las miserias.

En la Italia de los Borgia tuvieron durante treinta años guerra, terror, torturas y asesinatos, pero produjeron las mejores obras de arte de la Historia. En Suiza han tenido quinientos años de paz, democracia y amor fraternal, y ¿qué han producido?: el reloj de cuco. Oscar Wilde.



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