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sábado, 18 de noviembre de 2023

VIRUS. QUÉ SON Y CÓMO ACTÚAN*

 


*Seguimos en este artículo las lúcidas explicaciones de Dorothy Crawford, microbióloga escocesa autora del libro de divulgación Virus. Una breve introducción (Antoni Bosch editor, Barcelona 2020).

 

Hasta la invención de los microscopios electrónicos, los virus eran más una intuición que una realidad tangible. Eran sin embargo, ya conocidas desde antiguo, diversas enfermedades que más tarde se supo que estaban causadas por virus. Es el caso de la rubeola, la viruela, la rabia, la gripe o el sarampión. En el siglo XIX, cuando ya se conocían y se identificaban las bacterias, se pensó que esas y otras enfermedades podían ser causadas por bacterias diminutas que traspasaban todos los filtros, por eso se las llamó “agentes filtrables”. Quien acuñó el término virus fue Martinus Beijerinck que estudiando la enfermedad del mosaico del tabaco que afectaba a los cultivos, demostró que el agente causal crecía dividiendo células y recuperaba toda su fuerza cada vez que infectaba una planta. Concluyó que el responsable era un microbio al que aplicó el latinajo de virus, que podría traducirse por veneno o fluido viscoso. Hubo que esperar hasta 1939, fecha en la que gracias al microscopio electrónico, pudieron ser por fin identificados los primeros virus.


Los virus no son células, sino partículas. Consisten en una carcasa de proteína que rodea y protege su material genético. El gran inmunólogo Peter Medawar los definió como una mala noticia envuelta en proteína. El conjunto de la estructura se denomina virión, y la carcasa exterior recibe el nombre de cápside. Las cápsides presentan formas y tamaños diversos y característicos de la familia a que pertenece el virus. Están formadas por subunidades proteicas denominadas capsómeros, y la disposición en torno al material genético central es lo que determina la forma del virión. Por ejemplo, los poxvirus tienen forma de ladrillo, los herpesvirus, de icosaedro, el virus de la rabia tiene forma de bala y el del mosaico del tabaco es como una minúscula vara alargada. Los colífagos como el bacteriófago, presentan la forma característica de un diamante con seis patas que le sirven para posarse en la membrana de las células, y un aguijón con el que inyectan el material genético en el interior de su víctima bacteriana.


Casi todos los virus son demasiado pequeños para ser vistos con un microscopio óptico. Son en general, entre 100 y 500 veces más pequeños que una bacteria, oscilando sus tamaños entre 20 y 300 nanómetros de diámetro. Un nanómetro (nm) es la milmillonésima parte del metro. Dentro de la cápside viral se encuentra el material genético o genoma del virus, formado o bien por ADN, o bien por ARN, dependiendo del tipo de virus, pero jamás por los dos ácidos nucleicos juntos como tenemos el resto de los seres vivos. Un virus típico puede tener unos 200 genes, pero los hay tan simples que sólo poseen 4. Por muchos biólogos se pone en duda que los virus sean auténticos seres vivos, ya que no poseen los dos ácidos nucleicos y por lo tanto necesitan parasitar a otros organismos para reproducirse; es decir, son parásitos obligados. De lo que podemos estar bien seguros, es de que son perfectas máquinas de replicación. Permanecen inertes hasta que infectan una célula viva. Cuando lo hacen, se apoderan de los orgánulos de la célula para usarlos según sus necesidades reproductivas, lo que a menudo acaba matando a la célula, sobre todo en el caso de los virus ADN.



Los virus que contienen ARN son bastante más sutiles. Poseen su propia maquinaria de replicación, cuentan ya con un código genético en forma de ARN, y enzimas capaces de copiar y traducir su ARN en proteínas. Así que no dependen tanto de las enzimas celulares, y a menudo logran completar su ciclo vital en el citoplasma sin causar graves daños a la célula que parasitan. Es el caso de los retrovirus como el VIH o virus del Sida. También es el caso, por cierto, de los coronavirus y en concreto de nuestro ya familiar Covid-19 y sus diferentes variantes. La mala noticia pues, es que este tipo de virus vienen para quedarse entre nosotros. La buena es que probablemente a medio y largo plazo la mutación predominante sea aquella que dañe lo menos posible al hospedador, en este caso a nosotros.

También constituye una buena noticia que se hayan conseguido vacunas a base del ARN del propio virus. Mediante esta técnica del ARN mensajero, se consiguen títulos de anticuerpos muy elevados, mucho más incluso que los generados tras pasar la enfermedad, así que también se consigue una mayor y más duradera inmunidad frente a los efectos de la infección.

 

El verdadero amor sólo se presenta una vez en la vida. Después ya no hay quien se lo quite de encima. Groucho Marx.

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