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miércoles, 13 de septiembre de 2023

LIZ TAYLOR, LA ÚLTIMA GRAN ESTRELLA

 




Aquellos ojos de un quimérico color violeta parecían estar hechos para mirar a una cámara. Casi podría decirse que Elizabeth Taylor nació ya siendo una estrella. Lo fue primero infantil en su Londres natal, y después adolescente en aquel Hollywood que aun iniciando su decadencia, atesoraba todavía aromas de su edad dorada. En plena madurez nos deslumbró a todos, ya fuera luciendo espléndidos vestidos como una mítica reina de Egipto, o una simple negligée como recostada en la cama, esperaba en vano a Paul Newman encarnando a aquella inolvidable gata en el tejado.

El tejado de la gata era de zinc, y además estaba caliente, un detalle que entonces quiso ocultarnos la censura pacata del franquismo: La gata sobre el tejado de zinc ca-lien-te, puntualizaban los intelectuales del momento que habían leído la novela. O que aseguraban haberla leído. Y es que entonces casi todas las grandes películas, los melodramas de éxito, estaban inspirados (basados era el término) en grandes novelas: La gata, Un lugar en el Sol, Gigante, La última vez que vi París, La senda de los elefantes, De repente, el último verano… Y allí, de repente, estaba Elizabeth Taylor, Liz Taylor, como se la llamaba con la familiaridad que se ganan las auténticas estrellas. El papel cuché le rindió honores ya incluso antes que a Jackie Kennedy o a las princesas y princesitas monegascas. Por las revistas ilustradas supimos de sus innumerables matrimonios y divorcios, de su reconciliación temporal con Richard Burton, de su adicción a los quirófanos, de sus problemas con el alcohol que le afectaron al hígado y la convirtieron en una diabética obligada a hurtar a las cámaras la vista de sus tobillos edematosos. Entrada en años y en kilos, siguió siendo una actriz colosal como demostró en Quién teme a Virginia Wolf y alguna otra postrera aparición. Eso mismo, aparición, porque las verdaderas estrellas se aparecen como las vírgenes a las pastorcillas, y Liz Taylor fue una verdadera estrella, la última estrella verdadera de un firmamento hollywoodiense en el que una a una, se iban extinguiendo las viejas luminarias. Destellos de un glorioso e irrepetible pasado.

Os dejamos aquí abajo el enlace con la versión en castellano de La última vez que vi París. A una deslumbrante Liz Taylor acompaña un discreto Van Johnson. La película no ha envejecido bien, pero sirve a nuestro propósito de recordar a la que fue probablemente la última gran estrella.

https://www.youtube.com/watch?v=2izDaPyaxX4


Próxima entrega: Kim Novak


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