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sábado, 2 de septiembre de 2023

LESIONES DE RODILLA. PASIÓN EN EL RECLINATORIO


 

En la prevención de riesgos en el trabajo, la articulación de la rodilla ocupa un lugar destacado. Cualquiera de nuestras articulaciones debe soportar cierto grado de carga, pero ninguna supera a la rodilla en este sentido.  La rodilla es con diferencia, la articulación más vulnerable al traumatismo, ya se trate de un traumatismo accidental o de microtraumatismos repetitivos. Un dolor de rodilla puede tener su origen en cualquiera de las demás articulaciones de la extremidad inferior. El primer paso debe ser siempre un diagnóstico correcto. Para ello es imprescindible una adecuada y cuidadosa exploración, y cuando estén indicadas, las pertinentes pruebas complementarias.

Entre las patologías que con mayor frecuencia afectan a las rodillas, cabe citar la lesión de los meniscos, las afecciones de los ligamentos (origen de dolor e inestabilidad), las luxaciones, los quistes de Baker (localizados en el hueco poplíteo, en la zona posterior de la rodilla); y a partir de cierta edad, las artrosis, las artritis y poliartritis, las neoplasias y la gota hiperuricémica. También pueden producirse lesiones periarticulares: esguinces, tendinitis (con aparición de dolor frontal, o lateral, interno o externo), bursitis (inflamación), síndromes femoropatelares… Por último, las lesiones óseas, fracturas, fisuras, osteomas, etc., pueden ser asimismo causa de patología articular.

En el ámbito del trabajo existen múltiples actividades en las que resulta frecuente tanto la producción de gonalgias y de lesiones de las rodillas, como el agravamiento de las ya existentes, cuyo origen por lo común es extralaboral. Las gonalgias laborales suelen estar relacionadas con los ascensos y descensos repetitivos de escaleras, con los suelos y superficies excesivamente duros o resbaladizos, con el manejo manual de cargas importantes, con los saltos o descensos bruscos de vehículos, banquetas, borriquetas o andamios bajos, con el impacto reiterado en la articulación, con las posturas forzadas en genuflexión o en cuclillas, que a menudo se producen en tareas de mantenimiento o en montajes e instalaciones en lugares de difícil acceso… En este breve comentario os proponemos una serie de consejos destinados a prevenir las lesiones de rodilla, o a mitigar las consecuencias de las ya existentes:

Jamás comiences el trabajo, si se trata de un trabajo dinámico con exigencia física considerable (o en su caso, cualquier actividad deportiva), sin antes haber calentado previamente. Los ejercicios de calentamiento son básicos para prevenir la lesión. Recuerda: prevención.

Si tu trabajo es sedentario durante la semana laboral, y dedicas el fin de semana a la práctica deportiva intensa, estás abocado a la lesión. Sin continuidad en el entrenamiento no hay garantías. No lo olvides. Insisto: prevención.

Realiza ejercicios de estiramiento siempre que termines de hacer ejercicio o concluyas el trabajo. Evita riesgos por todos los medios a tu alcance.

Evita el sobrepeso. La obesidad es una de las primeras causas (si no la principal), de las lesiones de rodilla. La prevención puede comenzar por una visión integral de la salud.

Si practicas deporte con asiduidad, tu peor enemigo es la irregularidad en el entrenamiento. Alternar temporadas de ejercicio suave con días de intensidad elevada, predispone a la lesión.

Utiliza un calzado adecuado, con suela blanda, bien adaptado a tus pies y si es posible, con firme sujeción del tobillo. La adecuada elección del calzado también forma parte de la prevención de riesgos, tanto en el trabajo como en las demás actividades.

Si tu actividad física es intensa, fortalece los cuádriceps. Una musculatura del tren inferior bien desarrollada es un seguro contra las lesiones de rodilla. En lo relativo a lesiones de rodilla, el trabajo de musculación contribuye a la prevención.

Evita por todos los medios la torsión tibial (rotación externa de la pierna). Es la causa habitual de esguinces de rodilla y lesiones ligamentosas.

Si corres, aprende a correr, distribuyendo el peso equilibradamente en toda la superficie del pie. El excesivo apoyo de la punta desemboca en lesiones musculares y ligamentosas, el del talón en lesiones meniscales.

Evita en lo posible las superficies duras o resbaladizas. Los suelos industriales de caucho u otros materiales que posean cierta elasticidad, favorecen los movimientos y ayudan a prevenir lesiones.

Evita los traumatismos directos sobre la rodilla. Los golpes reiterados, aunque no sean demasiado fuertes, provocan lesión a la larga. Los puestos de trabajo carentes de suficiente espacio pueden ser causa de lesiones por microtraumatismos de repetición.

Si te mueves en superficies con desniveles o realizas actividades deportivas que conllevan frenadas o cambios de ritmo, generas una contracción excéntrica (el músculo frena la acción "estirándose") mucho más acentuada que en una carrera o entrenamiento sin deceleraciones. Este tipo de contracción necesita de la musculatura y la zona músculo-tendinosa del cuadriceps y zona rotuliana. Al correr fortalecemos la musculatura, pero para hacerlo de forma significativa debemos ejercitarla contra una mayor resistencia de forma progresiva, es decir, con ejercicios de tonificación. Para proteger la rodilla, es necesaria la fuerza muscular del cuádriceps, en la cara delantera del muslo, los isquiotibiales, en la cara posterior, el triceps sural y los gemelos. El objetivo es equilibrar las fuerzas que estabilizan la rótula con ejercicios de fortalecimiento, isométricos (tensión mantenida), propiocepción, estiramientos, etc.

Si existe lesión, primero haremos tratamiento antiinflamatorio y antiálgico. En una segunda fase iremos haciendo estiramientos sin dolor, ejercicios suaves de musculación, y en una tercera fase, cuando no exista lesión, la amplitud del movimiento será normal y procederemos a los ejercicios de fuerza y a los estiramientos. También realizaremos ejercicios de propiocepción, es decir, trabajo del equilibrio, la adaptación muscular de manera automática en la posición de desequilibrio. No olvides seguir los consejos del fisioterapeuta. Es el profesional indicado para dirigir tus ejercicios si has padecido una lesión de rodilla.

La hidroterapia es fundamental. Nadar de espalda y andar o correr en el agua son ejercicios igualmente aconsejables para prevenir problemas en la rodilla. El aquaspinning o pedaleo en la piscina es un ejercicio completo, tanto preventivo como paliativo. Por último, hay que insistir en que es del todo imprescindible un adecuado calentamiento antes de iniciar la actividad física,  con estiramientos dinámicos. Los estiramientos mantenidos después de la actividad también ayudarán a evitar lesiones en esta vulnerable articulación de la rodilla. Recuérdalo y cuídate.

Yo, por si acaso, llevo siempre en el bolso unas rodilleras. Monica Lewinsky.


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