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martes, 12 de abril de 2022

MITOS SANITARIOS. LA FRAGUA DE VULCANO Y LOS PIES PLANOS

 


Hefesto es el dios griego del fuego y la metalurgia. Su equivalente latino es Vulcano. La tradición le hace hijo de Hera sin participación alguna de Zeus. Se dice que el recién nacido Hefesto llegó al mundo con un defecto en los pies. Su madre, acaso avergonzada por la ilegitimidad del vástago, o como quieren algunas versiones, horrorizada por su deformidad, lo arrojó del monte Olimpo. De esta forma el pobre Hefesto se terminó de descalabrar. El mito le describe como de carácter huraño, recluido voluntariamente en su taller, donde producía espadas, armaduras y toda clase de piezas extraordinarias. A pesar de su fealdad, se desposó nada menos que con Venus Afrodita. Quizá porque Hefesto no atendía a su esposa como es debido, o tal vez (lo más probable) porque la diosa del deseo era un poquillo suelta, Afrodita engañaba a Hefesto con Ares, el dios de la guerra, que era más guapo, más buen mozo, y además tenía unos pies perfectos.


Velázquez en su fragua de Vulcano, inmortalizó el momento en que Helios-Apolo ponía a Hefesto al corriente de los devaneos de su esposa. Suele representarse al dios como un sujeto barbudo y desaliñado, que aparece trabajando en su fragua, a menudo sentado y otras veces apoyándose en un bastón o una muleta. Artistas de todas las épocas han plasmado el instante en que Hefesto descubre a los amantes en el lecho. El Tintoretto llevó la escena hasta el extremo del ridículo, situando a Ares bajo la cama, como en los chistes de adulterios.

Este mito del cojo Hefesto me da pie (obsérvese el inteligente juego de palabras) para desmontar otro mito muy generalizado: el de los pies planos. En efecto, el colapso total o parcial del arco plantar que caracteriza al pie plano, se ha considerado tradicionalmente como un defecto físico. En ocasiones se ha tenido el pie plano por una lesión cuasi incapacitante. Recordemos que en tiempos no demasiado lejanos, quienes tenían los pies planos eran rechazados para el servicio militar.


Pues bien, nada más alejado de la realidad. En primer lugar es conveniente aclarar que durante la primera infancia, desde el nacimiento hasta la edad escolar, es bastante común tener los pies planos. Ello se debe a que, como parte del proceso normal del desarrollo, los arcos plantares no terminan de formarse hasta los tres o cuatro años. Simplemente que los niños caminen descalzos por superficies irregulares, tales como arena o césped, puede resultar suficiente para que los arcos plantares completen su natural desarrollo y adquieran una disposición correcta. En ciertas culturas este cambio natural todavía se atribuye a una curación milagrosa, y existen no pocos saludadores, curanderos e impostores de toda índole, que siguen medrando a costa de semejante superchería. Sólo hay que preocuparse y consultar al especialista cuando el niño presente problemas serios para caminar, cuando durante la marcha las rodillas tiendan a juntarse o a quedar excesivamente separadas, o cuando los pies planos se acompañen de otras deformidades o lesiones cuya evidencia justifique la consulta.


En cuanto a los pies planos en la edad adulta, aclaremos que existen dos tipos bien diferenciados:

a)   El llamado pie plano flexible, que es la forma más frecuente. No suele producir dolor ni molestia alguna, y casi siempre se presenta en ambos pies. Este tipo flexible no requiere tratamiento alguno, y generalmente su única consecuencia es el incremento del desgaste en las suelas de los zapatos. Un gran número de deportistas de elite presentan pie plano flexible, sin que ello suponga menor rendimiento ni impedimento alguno para enriquecer su palmarés.

b)   El pie plano rígido, que se acompaña de una anormal disposición de los huesos del tarso, y con frecuencia es doloroso. Puede ser consecuencia de lesiones, procesos degenerativos, o esfuerzos inusuales o prolongados sobre el pie. También puede deberse a una inadecuada biomecánica o incluso al natural proceso de envejecimiento. Durante el embarazo al aumento de peso se une el incremento en los niveles de elastina, lo que puede favorecer en algún caso el colapso de los arcos plantares.



Sólo requiere tratamiento el pie plano rígido del adulto. Se recomiendan en estos casos determinados ejercicios: andar de puntillas, caminar descalzo por la playa o por el césped, subir y bajar escaleras, fortalecen los músculos y ligamentos, y mejoran la posición del arco plantar.

Los zapatos deben ser cómodos, amplios y flexibles, de tacón bajo, ligeros y bien ventilados. Es necesario que tengan una buena adherencia al suelo.

Las plantillas ortopédicas pueden ayudar mucho, siempre que se hagan a la medida, previo estudio anatómico y biomecánico realizado por un buen especialista.

La cirugía arroja resultados inciertos, y debe reservarse como último recurso.

La fisioterapia se centrará en mejorar la biomecánica de la marcha. Puede ser la mejor elección terapéutica siempre que se inicie de forma precoz. Lamentablemente en ocasiones se recurre a la rehabilitación cuando nos hallamos frente a pies catastróficos en los que se han probado sin éxito otros tratamientos, a veces agresivos.

Una última consideración: si tienes los pies planos debes hacer una vida completamente normal. No es necesario ni conveniente limitar las actividades. Una persona con los pies planos está capacitada para correr, saltar o practicar deporte, con la misma intensidad que cualquier otra persona de su edad y de su condición física. La práctica de ejercicio no empeora los pies planos. La única limitación será la aparición de dolor. El dolor y sólo el dolor debe ser motivo de consulta.

Así que ya lo ves, muchacho. Los pies planos no deben acomplejarte nunca. Con ellos podrás realizar proezas deportivas, y hasta podrías, llegado el caso, casarte con Afrodita. Ahora bien, conviene que le prestes la atención que se merece, ya sabes que Afrodita es muy mimosa, y a veces excesivamente pródiga con quienes se ofrecen a servirla.

En el amor se es más feliz con la ignorancia que con el conocimiento.  William Shakespeare.


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