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lunes, 1 de abril de 2019

ALEJO CARPENTIER, EL HOMBRE DE LAS LUCES



Alejo Carpentier, cubano nacido accidentalmente en Lausana, Suiza, en 1904, fue el más importante y universal escritor de Cuba, y uno de los más brillantes en lengua española del siglo XX.
Su padre, Georges Carpentier era un arquitecto francés que abandonó a la familia durante la adolescencia de su hijo. Su madre, la cubana Lina Valmont, una profesora de idiomas de origen ruso. La infancia de Alejo transcurrió en la Cuba recientemente independiente de España, que en los primeros años del siglo aun conservaba el sistema educativo del XIX español, así como las costumbres y la cultura coloniales, al tiempo que se iba introduciendo en la isla la creciente influencia de los Estados Unidos. En aquel ambiente, muy en contacto con los campesinos cubanos, negros en su mayoría, que o bien eran hijos de antiguos esclavos, o bien lo habían sido ellos mismos, el joven Carpentier aprendió a amar su tierra y sus gentes.


Completó su educación en un liceo parisino, donde estudió música y se convirtió en un pianista aceptable, según sus propias palabras. De regreso en La Habana ingresó en la escuela de Arquitectura, aunque no llegó a terminar sus estudios. En lo profesional Carpentier fue periodista, musicólogo y crítico musical. También tuvo una importante experiencia radiofónica, tanto en Cuba como en Francia. En lo político se implicó en movimientos de izquierda, próximos al partido comunista. Perseguido por Machado, el dictador cubano, viajó a México y trabó amistad con Diego Rivera. Pasó la mayor parte de los años treinta en Francia, y estuvo en España durante la Guerra Civil. Se relacionó en esa época con personajes como Louis Aragon, Paul Eluard, Chirico, Tanguy o el mismo Picasso. En lo puramente personal, conoció a Lilia Esteban, su mujer, y tanto por sus orígenes familiares como por sus viajes, adquirió una cultura multilingüistica y una visión multicultural del mundo que iban a reflejarse en su obra de forma indeleble.

En los cuarenta residió en Haití y otra vez en México, en los cincuenta en Venezuela. Regresó a Cuba tras la Revolución, desempeñó diferentes cargos en el régimen castrista y fue nombrado embajador en París, donde falleció en 1980. En 1977 había recibido el Premio Cervantes de las Letras.
En cuanto a su obra literaria, Alejo Carpentier es el principal exponente de lo que algunos críticos han llamado lo real-maravilloso, acaso con el único propósito de diferenciarlo del realismo mágico que cultivaron autores como García Márquez o Miguel Ángel Asturias. A juicio de quien esto escribe no existe la menor diferencia. Quizá por encontrar alguna, podría decirse que en Carpentier está más acentuada la vertiente caribeña del citado realismo mágico. El cubano conoce como nadie la negritud. Sus novelas desprenden el perfume antillano y son fiel reflejo de aquella cultura mixta entre lo europeo, lo americano y lo africano. Carpentier en Francia y en cualquier parte del mundo pudo pasar por un perfecto parisino. Conoce bien la civilizada Europa y sabe bien que en Europa todo es previsible, porque el universo europeo se rige por las leyes físicas. Sin embargo en Cuba y el resto del Caribe puede ocurrir la cosa más inesperada en cualquier momento. El espacio-tiempo caribeño se distorsiona de tal manera que allá funciona la magia, y lo mágico se apodera del mundo circundante. En Carpentier hay grandes dosis de surrealismo, pero también de una suerte de lo que podría llamarse neo-barroco cubano.


Alejo Carpentier es autor de gran número de cuentos y relatos breves, y entre sus novelas destacan ¡Écue-Yamba-O! (1933), El reino de este mundo (1949), Los pasos perdidos (1953), El acoso (1956), Concierto barroco (1974), El recurso del método (1974), La consagración de la primavera (1978), o El arpa y la sombra (1979). Pero en Bigotini, por encima de todas situaremos El siglo de las luces, que se publicó en México en 1962, y quien escribe estas líneas descubrió en su lejana adolescencia, edad proclive a descubrir toda clase de maravillas. Desde entonces somos rendidos admiradores de la prosa de Carpentier y de ese desmesurado y fantástico siglo de las luces donde el lector navegará con sus personajes desde Cuba a Haití, a las Antillas francesas, a Cayena… en un fabuloso viaje de descubrimiento del alma caribeña, de la libertad y de la vida. Sin duda una de las más grandes obras literarias en lengua española.
Como no hemos encontrado versión digital de El siglo de las luces, os proponemos a cambio la lectura (clic en la portada) de una narración breve, Viaje a la semilla, interesantísimo ejercicio literario en el que el tiempo y la propia naturaleza viajan hacia atrás, en un imposible milagro que ilustra a la perfección ese universo mágico y onírico tan particular de Alejo Carpentier. Viajad, soñad…

Debemos buscar el comienzo de todo, de seguro, en la nube que reventó en lluvia aquella tarde, con tan inesperada violencia que sus truenos parecían truenos de otra latitud. Alejo Carpentier, Los pasos perdidos.



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