Durante
los años de la Guerra de España y los de la primera posguerra, tampoco el tebeo
español se libró de la propaganda política, una de las principales armas en la
retaguardia. En la zona franquista surgieron algunas publicaciones dirigidas a
los combatientes del bando sublevado, como La
Ametralladora, que se imprimía en San Sebastián y contaba con colaboradores
como Antonio Lara (Tono) y Miguel Miura. Algunos dibujantes se dedicaron a la
cartelería y la ilustración propagandística, exaltando los valores católicos y
la figura de Franco. Aparecieron semanarios de historietas como Chicos, y sobre todo Flechas y Pelayos, editado por el Frente
de Juventudes, con guiones que enaltecían la España imperial y a figuras
históricas como El Cid, don Pelayo o los Reyes Católicos. Inmediatos herederos
de aquellos tebeos, serían los álbumes de Roberto
Alcázar y Pedrín, El Guerrero del
Antifaz o El Capitán Trueno, que
llenaron las horas de la infancia de un par de generaciones de españolitos.
El
tebeo cómico convencional dirigido a la infancia subsistió a duras penas con
cabeceras como Maravillas o la citada
Chicos. Entre 1936 y 1945 abundaron
también las ilustraciones que exaltaban a los aliados de Franco, fascistas
italianos y nazis alemanes. No faltó tampoco la propaganda antisemita.
En
aquel periodo del nacional-catolicismo, la censura se aplicó sin reparos,
cubriendo también en los tebeos, escotes o piernas femeninas. En las páginas de
aquí abajo encontraréis algunos ejemplos muy significativos. Aunque algunas no
tienen gran calidad artística, resulta interesante ampliarlas para leer los
bocadillos y los textos, que no tienen desperdicio.
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