¿Quién
no se ha atragantado alguna vez? Se trata de un incidente muy común. Puede
ocurrirnos y de hecho ocurre a menudo simplemente con agua. Cuando se produce
con líquidos el atragantamiento se resuelve
con un poco de tos. Sin embargo, los alimentos sólidos pueden darnos algún
disgusto. En todos los manuales de socorrismo y primeros auxilios suele
incluirse una descripción de la maniobra de
Heimlich, muy útil para ayudar a una persona que se halle en
esta situación comprometida. A pesar de todo, muchas personas fallecen
anualmente por causa de un atragantamiento.
Podemos
decir con toda propiedad que se trata de una muerte exclusiva de los seres
humanos. En efecto, ¿habéis visto abrevar
al ganado? Para los urbanitas cada vez resulta un espectáculo más exótico. Para
contemplarlo hay que desplazarse a granjas o zonas rurales. El resto de los
mamíferos cuando beben son capaces de deglutir y respirar al mismo tiempo.
Nosotros no. Mejor dicho, Nosotros también somos capaces de hacerlo durante un
breve periodo de nuestra vida. Los bebés lactantes
también son perfectamente capaces de deglutir y respirar a la vez. ¿Cómo es
posible pues, que los adultos hayamos perdido esta utilísima capacidad?
La
respuesta está en la conformación de nuestra glotis.
A partir del primer año aproximadamente, cuando los niños comienzan a emitir
sus primeras palabras, la glotis va adquiriendo progresivamente la que será su
definitiva forma adulta, en la que no es posible tragar y respirar al mismo
tiempo. No hay que lamentarse, salimos ganando. A cambio adquirimos la
capacidad del habla, que nos permite transmitir información y conocimientos a
nuestros semejantes, y que a la postre nos ha convertido en lo que somos.
Nuestros parientes los chimpancés, como el resto de los grandes simios antropoides,
son incapaces de articular sonidos complejos como los que nosotros emitimos. A
cambio conservan la facultad de respirar y deglutir a la vez…
En
fin, todo tiene su cara y su cruz. Qué le vamos a hacer. El profe Bigotini aprecia
una buena conversación, y si hemos de creer a alguno de sus allegados, habla
hasta por los codos. Sin embargo, tiene buen cuidado de permanecer calladito
cuando toma por prescripción médica, su agua tónica perfumada con un poco de
ginebra. Tomen ejemplo quienes pretendan como él, entregarse a la investigación
y la ciencia.
Todo
hombre debe creer en algo. Yo creo que tomaré otra copa…