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miércoles, 16 de julio de 2014

ALCMEÓN DE CROTONA, UN HOMBRE CEREBRAL

Alcmeón, personaje del que se conocen muy pocos datos sobre su devenir biográfico, pasa por ser natural y vecino de la itálica Crotona, en la actual Calabria. Desconocemos también la fecha concreta de su nacimiento. Todo indica que pudo ser alrededor del año 500 a.C., pues las fuentes que le mencionan coinciden en que fue contemporáneo de Pitágoras y algo más joven que éste. Más dudoso es que fuera pitagórico, como algunos dan por hecho. Lo que parece claro, si creemos a Platón y Aristóteles, es que su pensamiento filosófico lo incluye entre los dualistas. Esta teoría de las oposiciones (blanco y negro, dulce y amargo, Madrid y Barça…) lo sitúa en el ámbito de los pitagóricos o al menos en su círculo de influencia.

Pero Alcmeón de Crotona destacó sobre todo en el campo de la medicina. Su gran descubrimiento fue que la conciencia, el entendimiento, las sensaciones y el conjunto de la vida psíquica, residen en el cerebro. Esta aportación, mucho más meritoria de lo que a primera vista pudiera parecer, considerando que se produjo hace veinticinco siglos, convierte a Alcmeón en el pionero y precursor de la neurología. Su intuición, fundamentada en el estudio anatómico minucioso de diferentes animales, le llevó a considerar el cerebro como el centro que a través de los nervios repartidos por el organismo, recibe la información proveniente de los órganos sensoriales, y gobierna nuestras acciones. Alcmeón rechazó el carácter sagrado que en su tiempo se atribuía a la epilepsia, y la clasificó como una simple enfermedad somática cuyo origen radicaba en alguna disfunción cerebral. También formuló la teoría vascular del sueño. Según esta hipótesis, el sueño sería el resultado de las variaciones regulares y cíclicas de la cantidad de sangre en el cerebro.

El profesor Bigotini sostuvo durante un tiempo la hipótesis de que el alma radica en la nariz, error que en su caso se antoja disculpable. Ahora que ya es viejo, el flujo sanguíneo que irriga su cerebro resulta por momentos insuficiente. El profe lo remedia haciendo el pino un ratito cada día.

-María, ¿por casualidad has encerrado a tu madre en el maletero, y has empujado el coche al río?
-¿Quién, yo? No. ¿Por qué iba a hacer yo una cosa así?
-Chica, pues habré sido yo sin darme cuenta…



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