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domingo, 29 de agosto de 2021

TENDINITIS AQUÍLEA. EL PUNTO DÉBIL DE LOS FUERTES

 


Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles. Funesta cólera que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades tantas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de los perros y pasto de las aves…

Con estos gloriosos hexámetros comienza el primer canto de La Iliada, el inmortal poema homérico considerado la más antigua narración de Occidente, y acaso junto con La Biblia, el texto más influyente de cuantos han sido escritos.

El héroe Aquiles, paladín de los aqueos que acudieron a sitiar la fortificada Ilion, era hijo de Peleo y de la diosa pelágica Tetis. Su naturaleza mixta, medio humana y medio divina, lo hacía mortal. De recién nacido, su amante madre, queriendo convertirlo en invulnerable, lo sumergió en la laguna Estigia sosteniéndolo por uno de los talones. El resultado de semejante (y preventiva) intervención, fue que nada podía causarle daño, excepto si resultaba herida precisamente aquella pequeña porción de su anatomía: el talón.

El final del héroe es conocido por todos: el príncipe troyano Paris, raptor de la hermosa Helena y responsable de aquella guerra, sin atreverse a enfrentarse cuerpo a cuerpo a Aquiles, le hirió cobardemente con una saeta en el talón, causándole la muerte, y vengando al mismo tiempo a su difunto hermano Héctor, que antes había sido víctima del Pélida y su famosa cólera.



Tres milenios después del asedio de Troya, el tendón de Aquiles, que une firmemente al talón los potentes músculos de la pantorrilla, sigue siendo uno de los principales puntos débiles para una legión de deportistas de elite, que vienen a ser los héroes de nuestro tiempo. La tendinitis aquílea es una inflamación dolorosa de la vaina o membrana que recubre el tendón.

El tendón de Aquiles se inserta en el calcáneo, y debe soportar la tensión que sobre él ejercen el sóleo y los gemelos, intensificada al caminar y sobre todo, en la carrera y el salto. A unos 5 cm. por encima de su inserción distal, el tendón se estrecha y se redondea, formando un cordón cilíndrico que debe soportar enormes esfuerzos. En la medida en que pierde elasticidad a causa de continuas tracciones y microtraumatismos, se vuelve más rígido, y con ello se hace más proclive a la lesión e incluso a la rotura.

La sobrecarga, el mal uso o el abuso de la articulación del tobillo predisponen a la tendinitis. Determinadas prácticas deportivas, como la carrera (sobre todo de fondo), la ascensión frecuente de pendientes (montañeros), los ejercicios que exigen frenadas y arranques bruscos (tenis, fútbol, deportes de cancha), los saltos continuos (baloncesto, voley), constituyen riesgo especialmente elevado de padecer la lesión. El comienzo de la tendinitis aquílea suele ser abrupto. El dolor puede ser tan intenso que llega a interrumpir el sueño. Se presenta nada más iniciar la actividad, y en ocasiones obliga a caminar con el pie rígido para evitar flexionar o movilizar de alguna manera la articulación. En la exploración, el dolor se incrementa con la maniobra de flexión manual. A veces puede detectarse fricción o crepitación en el tendón, y no es rara la aparición de una gran inflamación que dificulta o impide el uso de calzado en las fases agudas.



El diagnóstico habitualmente no precisa otra prueba que una adecuada exploración. La ecografía o la resonancia magnética pueden ser útiles, sobre todo en casos en que la tendinitis aquílea se presente acompañando a otras lesiones en la zona, como producto de politraumatismos y otros cuadros multilesionales. El tratamiento exige reposo articular en una fase inicial. Es útil la termoterapia a base de frío local (en la fase aguda) o alternando frío y calor posteriormente. Están indicados los antiinflamatorios siempre que estén limitados a las primeras 4 o 6 semanas.

La fisioterapia demuestra gran eficacia pasado el breve periodo de dolor intenso. Es el tratamiento de elección en la mayor parte de los casos. Se dirigirá a la analgesia en la primera etapa, para centrarse después en el fortalecimiento músculo-tendinoso y en el progresivo estiramiento. El fisioterapeuta competente se ocupará de corregir vicios en la práctica deportiva, mediante reeducación de la marcha y la carrera, el aprendizaje de un calentamiento adecuado, y en última instancia, el entrenamiento monitorizado.

En los casos más rebeldes puede recurrirse a la infiltración en la inserción del tendón, siempre que sea realizada por personal experimentado, pues el riesgo de rotura siempre está presente. La opción quirúrgica para descomprimir el tendón se reserva como último recurso, ya que conlleva un largo periodo de reposo e inmovilización.

Así que ya estáis avisados todos los Aquiles del siglo veintiuno. Mucho cuidado con vuestros talones, porque hasta los grandes héroes tienen su punto débil. Si una pequeña astilla es capaz de incapacitar al mayor de los elefantes, una tendinitis aquílea inoportuna, puede postrar al campeón más laureado. Vigilad la muralla troyana, no sea que de la más angosta saetera, parta la flecha que cubra de luto los graderíos, y haga volver a los estadios aquellos solemnes cantos funerales. Viejas polifonías olvidadas entre las batientes olas de un pasado remoto y sublime.

Hijo, las mujeres son como las cervezas: son hermosas, huelen bien y no puedes conformarte con una. Homer Simpson.


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