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viernes, 9 de octubre de 2020

ROMA: ECONOMÍA Y DESEQUILIBRIOS SOCIALES

 


La economía de Roma durante el periodo republicano se sustentó mayoritariamente en la agricultura. Comparada con esta, la industria pasa a un segundo plano. Se importa la mayor parte de los productos manufacturados, y no se trabaja para la exportación. Sin embargo, el número de artesanos era elevado, principalmente los dedicados a la lana, que suministraban, una vez completada la romanización de la península, los rebaños italianos. Esos trabajadores tenían una vida corporativa intensa.

Por otra parte, el comercio era una fuente abundante de riqueza. Los gobernantes romanos se ocupaban de favorecerlo con la construcción de calzadas, grandes rutas con los nombres de sus impulsores (vía Appia, vía Flaminia, vía Aemilia…). También el estado se encargaba de la represión de la piratería, lo que facilitaba el comercio marítimo, y hasta se llegó a la destrucción bélica de los centros comerciales rivales, Cartago o Corinto, por ejemplo.




Conviene recordar que Roma, incluso cuando se anexionó buena parte del mundo entonces conocido, jamás estableció aduanas interiores. Nunca, hasta la reciente creación de la UE, Europa ha conocido un territorio tan extenso sometido al libre cambio. Por desgracia, uno de los principales artículos de aquel comercio universal estaba constituido por los esclavos, cuyo inmenso número procedía de las constantes guerras de conquista. El principal mercado esclavista fue Delos, despojada la isla de su antigua dignidad religiosa como sede de Apolo.

También la banca alcanzó una importancia notable. Con sus sociedades de accionistas y su doble contabilidad, esa planta parásita se había desarrollado también sobre el sistema de arriendos. El primer palacio de la bolsa, o su equivalente más aproximado, se hallaba en la Puerta de Jano. Allí se cotizaban las acciones, se publicaban las quiebras, y se llevaban a cabo diversas formas de latrocinio, la usura (faennus) entre las más mezquinas.



En todo caso, la miseria se había extendido en Roma, sobre todo hacia el final de la época republicana. El proletariado urbano, la plebe (plebs urbana) representaba un elemento peligroso para el equilibrio político. El medio más razonable para transformar ese proletariado en una clase tranquila y productiva, a saber: la atribución de tierras según el ejemplo que habían dado los Gracos, era difícil de aplicar, porque prácticamente no quedaban tierras libres en Italia, y los patricios y grandes propietarios no estaban dispuestos a compartir los latifundia.

Los hombres fuertes y sanos sentaron plaza de soldados en el ejército permanente a partir de la reforma de Mario. Entre la plebe se fue asentando la convicción de que el ciudadano romano tiene derecho a recibir su parte del beneficio que proviene de la conquista del mundo. Cayo Graco fue el primero en asegurarse la buena disposición del pueblo, al introducir la práctica de las distribuciones de trigo (frumentationes) a los pobres. Su ejemplo fue imitado por otros. Las distribuciones de víveres a los ciudadanos llegaron a ser corrientes en los testamentos de los nobles o en la celebración de triunfos por parte de los grandes generales.




Se generalizó la corrupción en varias formas. Fue corriente la compra clandestina de votos en los comicios centuriados por los candidatos a magistratura. El derecho de ser ciudadano romano llegó a ser, además de un honor, un negocio lucrativo, aunque solamente en la propia ciudad de Roma. La consecuencia fue una afluencia considerable de ciudadanos pobres a la urbe. Ese fue el fermento de las agitaciones que caracterizaron los últimos tiempos de la República, y que precipitaron su final.

Los ciudadanos romanos estaban exentos de pagar impuestos directos que jamás existieron en Roma. El tributum, especie de capitación, quedaba resuelto gracias a las contribuciones del enemigo vencido. Las fuentes de ingreso del estado (vectigalia) eran principalmente tres:

1ª.- Rentas de los dominios del Estado (arrendamiento de tierras, minas, pesquerías, derechos sobre la sal, etc.).

2ª.- Derechos de aduana sobre las mercancías extranjeras.

3ª.- Rentas de las provincias, como capitación (stipendium) o diezmo de cosechas (decuna). Esta llegó a ser la entrada más importante a medida que se agrandaba el Imperio.

 

-Buenas tardes, ¿hablo con el club de las menopáusicas?

-Sí, dígame.

- ¿Cuáles son los requisitos para ingresar?

-Ninguno en concreto, aquí hace ya tiempo que no tenemos reglas.

 

 

 


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