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lunes, 17 de febrero de 2025

ESTACIO, EL CLÁSICO OLVIDADO

 


Publio Papinio Estacio fue un napolitano nacido probablemente el año 45, durante el mandato del emperador Claudio. Su padre, originario de Velia, era un caballero que al perder su fortuna, dejó de pertenecer a la orden ecuestre. Así que Estacio ya desde muy joven, tuvo que procurarse el sustento por sus propios medios. Afortunadamente, los ciudadanos de la vieja Neapolis contaban con la ventaja de haber recibido una esmerada educación a la griega, algo que entre los romanos más snobs se valoraba enormemente. En las mejores casas de Roma alardeaban de tener un maestro griego para sus retoños. A menudo esa función era ejercida por esclavos griegos comprados a precios exorbitantes, pero como a falta de griegos de pura cepa, los itálicos del sur y muy especialmente los napolitanos, servían perfectamente a ese propósito, Estacio se trasladó a Roma en el año 69, y allí se dedicó a la enseñanza y a la poesía.

En Roma fue lo que se llamaba entonces un poeta cortesano. Declamaba sus versos públicamente, y era, salvando las distancias, una especie de divo intelectual con sus seguidores y admiradores correspondientes.


Se casó en Roma con una viuda rica y amante de las letras cultas. Su esposa tenía una hija de su anterior matrimonio, reputada de excelente música. Estacio no tuvo hijos, pero sí un esclavo al que trató siempre como a su propio hijo, aunque nunca llegó a adoptarlo legalmente. El mayor apogeo de su fama y su prestigio poético se produjo durante el mandato de Domiciano. En diversos juegos y certámenes poéticos fue laureado y vitoreado. Lo fue varias veces en los juegos Albanos y también en los Capitolinos. Fue además profeta en su tierra, porque triunfó incluso en su Nápoles natal, según consta en la reseña de los juegos celebrados allí en el año 78.

Parece que a partir de entonces alternó su residencia entre Nápoles y Roma. Falleció posiblemente en el 96, año a partir del cual no se tienen más noticias sobre él. Dejó inconcluso el libro décimo de su Aquileida.


Aquella última obra poética, la Aquileida, estaba inspirada  en las leyendas mitológicas en torno a Aquiles, el gran héroe griego. Del extenso poema, que aparece citado en muchas fuentes antiguas, sólo se conserva hoy en día apenas una cuarta parte, unos mil doscientos versos de sus libros primero y segundo, que recogen la infancia del héroe Pélida, cuando fue alumno del centauro Quirón, y su adolescencia entre las hijas de Licomedes.

La obra más popular de Estacio fue su colección de Silvas, treinta y dos poemas líricos recogidos en cinco libros, donde se reseñaban natalicios, festejos, epitalamios, panegíricos y elegías fúnebres. Aparte de su calidad literaria, las Silvas ofrecen una cuidada descripción de la alta sociedad romana de su tiempo.

En general, la poesía de Estacio fue muy celebrada durante la Antigüedad y la Alta Edad Media. Posteriormente cayó algo en el olvido. Muchos autores renacentistas y posteriores citan con admiración a Virgilio, a Ovidio o a Horacio entre los poetas latinos, olvidando frecuentemente a Estacio.

Traemos aquí de nuestra biblioteca Bigotini, una versión digital de su Tebaida, obra poética en doce libros en la que Estacio glosa el célebre episodio de Los siete contra Tebas. Su autor la dedicó al emperador Domiciano, y nosotros desde aquí la dedicamos a nuestros fieles lectores cuya insaciable curiosidad por las ciencias y las artes, tan solo se ve superada por la extraordinaria paciencia con que sufren nuestras excéntricas locuras. Hagan clic en el enlace, pasen y lean:

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=La+Tebaida.pdf

¿Por dónde, oh musas, del Parnaso gloria, mandáis que dé principio al triste cuento? Cantaré en el principio de mi historia de esta gente feroz el nacimiento. Estacio. Tebaida.


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