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viernes, 21 de mayo de 2021

CATHERINE CROWE. CUENTOS DE FANTASMAS

 


Catherine Ann Stevens nació en 1803 en Borough Green, Kent. Se educó en la casa paterna, pasando la mayor parte de su infancia en Kent. Se casó con un oficial del ejército, el mayor John Crowe, de quien adquirió el apellido con el que firmó toda su obra como Catherine Crowe. Tuvieron un hijo, John William, nacido en 1823, pero el matrimonio no fue feliz. Catherine fue una mujer maltratada en una época en que ciertos infiernos domésticos se consideraban asuntos privados en los que no había que inmiscuirse. Se sabe que en 1828 pidió ayuda a la familia de un amigo, Sydney Smith en Clifton, Bristol, que la acogió durante algún tiempo. Las noticias sobre los siguientes años son confusas, pero en 1838 se separó de su esposo, que vivía en Edimburgo, y conoció a varios escritores, como Thomas de Quincey, y en Londres, a Harriet Martineau y a William Thackeray. Sydney Smith también fue un estímulo para su carrera literaria. Tuvo en sus inicios un gran éxito de ventas, que disminuyó un poco a fines de la década de 1850, lo que la decidió a vender sus derechos de autor en 1861. A partir de 1852, vivió principalmente en Londres y eventualmente viajó a algunas ciudades europeas. Se mudó definitivamente a Folkestone en 1871, donde falleció en 1876.


Las dos obras dramáticas más célebres de Crowe fueron la tragedia en verso Aristodemus (1838) y el melodrama The Cruel Kindness (1853), inspirados en hechos históricos paralelos a sus propios problemas familiares. Se estrenaron en Londres con notable éxito. El libro que consagró a Crowe como novelista fue Las aventuras de Susan Hopley (1841). Le siguieron Hombres y mujeres (1844), La historia de Lily Dawson (1847), Las aventuras de una mujer hermosa (1852) y Linny Lockwood (1854). Aunque se desarrollaron en el ambiente de la clase media, tenían tramas complicadas y sensacionales, al tiempo que incidían en las dificultades de las mujeres victorianas recluidas y maltratadas por determinados maridos indeseables. Estos temas fueron retomados por varias escritoras que le sucedieron, y recopilados años después en una antología sobre mujeres novelistas del periodo victoriano (1897). Susan Hopley fue reimpresa muchas veces, y perdidos los derechos de autor, dramatizada burdamente y convertida en una colección de publicaciones baratas y en obra teatral: Susan Hopley o las vicisitudes de una criada, que se estrenó en el Royal Victoria Theatre en 1841, y se convirtió en un éxito de larga duración. En 1849, se había representado 343 veces.


En sus últimos años Catherine Crowe recurrió cada vez más a temas sobrenaturales, inspirados en escritores alemanes y clásicos del Romanticismo. Su colección The Night-side of Nature (1848) se convirtió en su obra más popular. Se tradujo al alemán y al francés, y se dice que influyó notablemente en Baudelaire. La inmersión de la escritora en la novela gótica y en argumentos sobrenaturales llegó a una culminación extraña en febrero de 1854, cuando fue descubierta desnuda en Edimburgo una noche, convencida de que los espíritus la habían vuelto invisible. Fue tratada como enferma mental, recuperándose al parecer en unos meses.

También se deben a su pluma una serie de libros para niños, incluidas versiones de La cabaña del tío Tom adaptada para jóvenes lectores (1848), La ​​historia de Arthur Hunter y su primer chelín (1861) y Las aventuras de un mono (1862).

De nuestra poco convencional Biblioteca Bigotini extraemos hoy el micro relato titulado El crimen invisible, claro ejemplo del estilo personalísimo de su autora. Haced clic en el enlace y saboread el aroma de su prosa.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=El+crimen+invisible.pdf

El fantasma retrocedió profiriendo gritos de amenaza, y hundiéndose en la pared, desapareció. Catherine Crowe. Cuentos de fantasmas.


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