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martes, 19 de noviembre de 2024

BASIL WOLVERTON Y EL ARTE DE LO GROTESCO

 


Basil Wolverton nació en Central Point, Oregon, en 1909. Muy joven, a los 18 años, se trasladó a Vancouver donde trabajó como actor de vodevil, reportero y dibujante. Comenzó a vender sus tiras a varios diarios y al ID (Independent Syndicate) de Nueva York en 1929. Sus primeras series se centraron en la ciencia-ficción y los argumentos policiacos, pero muy pronto su extraordinaria versatilidad le permitió abordar toda clase de temas. De aquella primera época suya datan series como Marco of Mars, Disk-Eyes the detective o Spacehaws, que desde 1938 se publicó en cuadernillos con historias completas en las revistas Circus Comics y Target Comics, que editó Novelty Press.

Realizó alguno de sus trabajos en blanco y negro, pero la mayoría se publicaron en color. De hecho, Wolverton difícilmente se identifica sin sus colores particulares, una coloración densa y personalísima que caracteriza sus trabajos.

En las décadas de los cuarenta y los cincuenta, creó nuevas series desde entonces más enfocadas hacia el humor. Powerhouse Pepper y Lena la hiena, fueron dos ejemplos singulares de ese periodo en el que lo cómico se abrió paso. El personaje de Powerhouse Pepper era un boxeador con una pegada invencible, pero completamente idiota. Hay quien ha querido ver en esta y alguna otra serie de Basil Wolverton una especie de antecedente de los comics de superhéroes de Marvel. En todo caso, en los trabajos del artista predomina ante todo el humor, que se manifiesta incluso en los diálogos, a menudo llenos de ripios y aliteraciones.

A partir de los cincuenta, produjo también historias de terror precisamente para el Marvel Comic Group, no olvidando nunca lo grotesco. Sus sangrantes caricaturas se hicieron célebres en toda América. En los sesenta y los setenta Wolverton se convirtió en un asiduo del comic alternativo, apareciendo con frecuencia sus trabajos en la mítica revista Mad. En sus páginas triunfaron sus retratos grotescos tanto de personajes reales como imaginarios. Toda su carrera y su talento convierten a Basil Wolverton en uno de los grandes del comic de todos los tiempos. Así lo reconocen firmas tan solventes como las de Al Capp o Will Eisner. Así lo corroboramos también en nuestra modesta Historia de la Historieta, y para celebrarlo, os dejamos aquí abajo unas cuantas páginas e ilustraciones suyas.





















sábado, 16 de noviembre de 2024

LEE MARVIN, UN MALO MUY BUENO

 



Ex soldado sin apenas estudios, Lee Marvin encontró su vocación de actor a los veintitantos años, cuando, casi por accidente, hizo un brevísmo papel en una obra teatral. No era lo que se dice un joven apuesto. Su físico le hacía parecer mayor. Tenía además, un vozarrón grave y hasta por momentos, ronco. Así que la mayoría de los personajes que interpretó en el cine, fueron delincuentes, matones y villanos en general. Pronto adquirió en la industria una bien merecida fama, y le llovieron las ofertas para hacer de malo. En Los sobornados de Fritz Lang encarnó a un tipo maltratador y cruel inolvidable. Acaso el papel de malo más malo que interpretó, fue el de Liberty Valance en aquel fantástico western de John Ford, antítesis antagónico del hombre recto y valeroso que interpretaba Jimmy Stewart.

No obstante, con el tiempo Marvin acabó desenvolviéndose con solvencia hasta en la comedia. Títulos como La taberna del irlandés, también de John Ford, donde protagonizó míticas peleas a puñetazos con John Wayne, o como La ingenua explosiva, que le valió un premio Oscar al mejor actor, así lo acreditan. Hasta se atrevió con el musical. Los cinéfilos tendremos siempre en el recuerdo a Lee Marvin coprotagonizando junto a Clint Eastwood y Jean Seberg, La leyenda de la ciudad sin nombre, un western musical, o más bien una comedia musical ambientada en el far west durante la fiebre del oro, que dirigió Joshua Logan en 1969. Precisamente en ella Lee Marvin cantaba la balada de la Estrella errante, secuencia que ejemplifica a la perfección la magia del cine. Marvin tenía una voz horrible y no sabía entonar. Pues bien, cuando Hollywood se empeña en algo, siempre lo consigue, de manera que la secuencia y la canción constituyen unos minutos fantásticos. Os invitamos a recordarlos, haciendo clic en este enlace: 

Lee Marvin. Estrella errante

https://www.youtube.com/watch?v=PWl0xuw2wDw

Próxima entrega: Troy Donahue


martes, 12 de noviembre de 2024

FERNANDO III Y ALFONSO X. EL APOGEO DE CASTILLA

 


Durante el siglo XIII, Castilla vivió su mayor expansión peninsular. Al morir Alfonso VIII en 1214, y tras fallecer, sólo tres años más tarde, su sucesor Enrique I, la corona de Castilla pasó a su hermana Berenguela, que la cedió de forma inmediata a su hijo Fernando, fruto de su unión con el rey leonés Alfonso IX. En cuanto tuvo edad suficiente, a partir de 1224, Fernando III, a quien la historia conoce como el Santo por su posterior canonización, inició la que fue la expansión más importante de los reinos occidentales. Tomó Baeza y Andújar, y poco después, en 1230, Fernando se convirtió en rey de León al morir su padre y cederle sus derechos Sancha y Dulce, sus dos hermanastras. Conquistó luego Úbeda, y en 1236, Córdoba, la otrora poderosa capital de los Omeyas. La siguiente fue Jaén, y sucesivamente, Lora, Carmona y Alcalá de Guadaira. Finalmente, cayó Sevilla en 1248, tras un largo asedio terrestre y fluvial, en el que se distinguieron Pelay Correa y el almirante Bonifaz.


Alcanzó la conquista castellana después las plazas de Vejer, Arcos y Medina Sidonia. Murió el rey santo cuando proyectaba una expedición al norte de África, último reducto del que había sido Imperio Almohade, en aquel tiempo ya muy venido a menos.

Le sucedió su primogénito, el príncipe Alfonso, que aunque muy joven, comenzaba ya a adquirir fama de sabio por su afición a las letras y las ciencias. Fue Alfonso X quien completó la conquista del al-Andalus occidental, ocupando en 1262, Jerez, Cádiz y Niebla. También guerreó Alfonso X en la antigua taifa de Murcia, tomando su capital y las plazas fuertes de Lorca, Mula y Cartagena. No obstante, la titularidad de Murcia no sólo se dirimió en los campos de batalla. La diplomacia jugó un importante papel en ello, pues Jaime I, el rey aragonés, se había hecho con la región septentrional del territorio. Aragón retuvo para sí la zona de la actual Alicante, mientras el territorio meridional quedó de facto en manos de Castilla, hecho que se legitimó décadas más tarde, en 1304, con la firma de la concordia de Ágreda entre castellanos y aragoneses. En la repoblación de las actuales provincias de Albacete y Murcia, participaron muchas gentes procedentes del reino de Aragón.


Así que, una vez conquistada la Bética y la taifa murciana, sólo quedó en el territorio peninsular el reino nazarí de Granada, que resistió todavía un par de siglos, a cambio de convertirse en tributario de los castellanos. A imitación de la Corona de Aragón, los reinos de Castilla y de León, ya definitivamente unidos, pasaron a adoptar la fórmula oficial de Corona de Castilla. Se consolidó así Castilla como reino hegemónico entre la cristiandad peninsular. Su expansión, acaso demasiado rápida, tuvo como consecuencia una notable escasez demográfica para repoblar los nuevos territorios conquistados, de manera que los extensos territorios manchegos y andaluces, a los que se llamó respectivamente Castilla la nueva y Castilla la novísima, se repartieron entre muy pocas manos, fundamentalmente, miembros de la nobleza, órdenes militares, obispados y otras instituciones del clero. Como ejemplo, entre los combatientes que participaban en las expediciones bélicas, los caballeros recibían el doble de tierras que los peones, y los nobles y ricoshombres obtenían en ocasiones donadíos de la extensión de una comarca. Unas formas de repartimiento que condicionaron en los siglos posteriores la estructura económica y social de la España meridional.


A diferencia de lo ocurrido en amplias zonas de la Corona de Aragón, Castilla expulsó a muchos musulmanes de sus territorios conquistados, especialmente de las ciudades. Alguna mayor tolerancia se ejerció con los judíos que, precisamente en las ciudades, continuaron ejerciendo el comercio, diferentes oficios manuales, y actividades financieras. En amplias zonas, Castilla recurrió para repoblar a gentes no exclusivamente castellanas. Además de los aragoneses, citados arriba en el caso de Murcia, repoblaron los territorios castellanos al sur del Tajo, por ejemplo, catalanes, navarros o franceses. En regiones marítimas y litorales, como Cádiz, fue notable la presencia de vizcaínos, y en algunas ciudades se asentaron como pobladores muchos genoveses.

La fuerza es la ley de las bestias.


viernes, 8 de noviembre de 2024

HEMINGWAY, VIDA, OBRA Y CARRERA HACIA LA MUERTE

 


Nacido en Oak Park, Illinois, en 1899, Ernest Hemingway, era hijo de un médico rural y una profesora de música. Recibió al nacer el nombre de su abuelo, Ernest, algo que siempre le desagradó, porque le recordaba al protagonista, un poco ridículo, de la comedia de Oscar Wilde, La importancia de llamarse Ernesto. Aprendió a regañadientes, algo de música de su madre. De su padre heredó la afición a la caza, la pesca, y la vida al aire libre. Su interés de adolescente osciló entre la música y los deportes, hasta que a los diecisiete años descubrió el periodismo, que terminó siendo su vocación definitiva. Siempre se sintió periodista, e incluso cuando siendo ya un novelista consagrado, le preguntaban sobre ello, afirmó, ciertamente exagerando, que todo lo que necesitó saber sobre literatura lo aprendió en sus primeros seis meses de periodismo en el Kansas City Star, cuyo libro de estilo (frases cortas, sin adornos, estilo directo, lenguaje sencillo) siguió a pies juntillas durante toda su carrera. Su principal referente literario fue Mark Twain, otro periodista reconvertido en escritor.


Durante la Gran Guerra, con sólo dieciocho años, sirvió en la Cruz Roja como conductor de ambulancia en el norte de Italia. Allí resultó herido, y se enamoró de su enfermera, Agnes von Kurowsky, siete años mayor que él. Le abandonó por otro hombre cuando estaban a punto de casarse, episodio que, según algún biógrafo, marcó en lo sucesivo su forma de relacionarse con las mujeres, de quienes se separó de forma sistemática, antes de que lo hicieran ellas. Fruto de su aventura italiana fue su novela Adiós a las armas, publicada en 1929, que pasa por ser un alegato antibelicista, y se llevó al cine en diferentes versiones. De regreso a América, en 1919, residió en Toronto y en Chicago, trabajando como corresponsal para el Toronto Star, y comenzando a escribir profesionalmente a partir de 1920. Se casó en 1921 con Hadley Richardson, una joven de Missouri ocho años mayor que él, acaso porque le recordaba a Agnes. Marchó con ella a París como corresponsal de su diario canadiense. Vivieron en un piso alquilado del barrio Latino, y fue probablemente la etapa más feliz del joven Ernest. En París conoció y frecuentó a figuras importantes del arte y la literatura como Ezra Pound, James Joice, Gertrude Stein, Pablo Picasso, Juan Gris o Joan Miró. Alternó la vida bohemia parisina con frecuentes escapadas a Italia y a España. Se aficionó a beber en exceso, y acuñó la expresión generación perdida, que apareció escrita por vez primera en su novela Fiesta, publicada en 1926, y ambientada en los sanfermines pamploneses.


Durante la década de los veinte, Hemingway viajó sin parar. Estuvo en Grecia cubriendo la Guerra Greco-Turca, en Alemania y en España documentándose sobre la pesca de la trucha y del atún. Tanto ajetreo tuvo como consecuencia la pérdida en Ginebra de una gran maleta que contenía un montón de relatos y poemas inéditos. En España quedó fascinado por las corridas de toros, los toreros y el ambiente taurino. A partir de entonces, volvió a España en numerosas ocasiones. Tuvo con Hadley a su hijo primogénito, Bumby, y la abandonó poco después por Pauline Pfeiffer, su nueva editora. En el acuerdo de divorcio, Hemingway cedió a Hadley los derechos de Fiesta, que resultó un gran éxito de ventas. Se casó con Pauline en 1927.


Con Pauline tuvo a su hijo Patrick, y a partir de 1928, dividieron su residencia entre Cayo Hueso y Cuba, alternando con algún verano en Wyoming. En las montañas de Wyoming se dedicó a la caza, En Cuba y en Florida, a la pesca, y en todas partes a empinar el codo, un alcoholismo que minó su salud de forma considerable. Se produjo en ese tiempo una especie de metamorfosis física del escritor. Hay una enorme diferencia entre sus retratos fotográficos de los veinte, de su etapa parisina, donde Ernest es un joven alto y apuesto, y su imagen de apenas diez o quince años más tarde, donde un Hemingway todavía ni siquiera maduro, de menos de cuarenta años, aparece encorvado, obeso y un poco estrábico. Ya durante la guerra de España, padecía diabetes e hipertensión, un síndrome metabólico, agravado al final de su vida por un accidente de tráfico en América y otros dos accidentes de aviación en África.


En 1937, Hemingway regresó a España como corresponsal de guerra. Estuvo en Madrid, en Valencia, en Barcelona y en el frente de Teruel durante la Batalla del Ebro. Entabló amistad con muchos combatientes republicanos y con voluntarios de las Brigadas Internacionales. De su experiencia bélica fue fruto la novela Por quién doblan las campanas, que resultó ser su mayor éxito editorial. En 1939, perdida ya la guerra, se trasladó a La Habana donde residió en el hotel Ambos Mundos. Se divorció de Pauline, con quién había tenido a su tercer hijo, Gregory, para casarse poco después con Martha Gellhorn, corresponsal de guerra con quien apenas hizo lo que podría llamarse una vida conyugal convencional. Viajaron juntos unas veces, y otras lo hicieron cada uno por su lado. Su relación fue más de amigos y compañeros de trabajo, que de marido y mujer. En esos años, los cuarenta, un Hemingway ya con la salud muy deteriorada, cubrió la Guerra en Europa. Estuvo en el desembarco de Normandía y en la liberación de París. Recibió el premio Pulitzer por Por quién doblan las campanas. Conoció en Londres a Mary Welsh, corresponsal de la revista Time, con la que se casó al poco tiempo tras divorciarse de Martha.

Mary fue su cuarta y última esposa. Con ella sufrió en África los accidentes de aviación que le provocaron dolorosas lesiones. Con ella inició la escritura de su relato El viejo y el mar, publicado en 1952, que le valió el premio Pulitzer ese mismo año y el Nobel de literatura dos años más tarde. En esa última etapa volvió a España sin tener el menor problema con las autoridades franquistas. Combatía sus intensos dolores y su depresión a base de cocteles en Chicote, bromas con Ava Gardner y juergas con su amigo Antonio Ordóñez y otros toreros. También se aficionó a visitar la Cuba castrista hasta que la Revolución nacionalizó sus posesiones en la isla. Su último gran éxito literario fue París era una fiesta, especie de autobiografía de sus años jóvenes que publicó en 1958. Falleció en 1961 suicidándose con su rifle favorito.


El Hemingway escritor, es sin duda uno de los autores más notables de la literatura en lengua inglesa y de la literatura universal del siglo XX. Su estilo huye de cualquier forma de barroquismo, reniega del Modernismo imperante en el cambio del XIX al XX, para adquirir una sencillez rayana en el minimalismo. Frases breves, podando al máximo el lenguaje, estilo directo y sobrio, son sus principales señas de identidad. Novelas como Fiesta o como El viejo y el mar, merecen figurar en cualquier relación de las mejores de cualquier época. La popularidad de su obra se sustenta sobre todo en los temas. Argumentos y datos que obtiene el escritor de sus vivencias y experiencias personales. Hemingway es seguramente el prototipo algo tópico, del escritor viajero y aventurero que vive al límite y escribe con pasión. De nuestra Biblioteca Bigotini, os brindamos la versión digital de Las nieves del Kilimanjaro, una novela breve y en gran medida autobiográfica como tantas otras del autor. Clic en el enlace y adelante: 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Las+nieves+del+Kilimanjaro.pdf

No hay amigo tan leal como un libro. Ernest Hemingway.


martes, 5 de noviembre de 2024

PLAGUICIDAS Y PESTICIDAS. CON LA MUERTE EN LOS TALONES

 


Pues sí, Con la muerte en los talones. Seguro que recordáis aquella inolvidable película de Alfred Hitchcock de 1959 cuyo título original era  North by Norwest. Un título un poco anodino que los distribuidores españoles tuvieron (por una vez) el acierto de traducir tan libremente. En ella su protagonista, Cary Grant, era confundido con otra persona y perseguido por una organización secreta de peligrosos criminales. Por uno de esos caprichos que suelen tener los guionistas, los malos, en lugar de pegarle dos tiros que hubiera sido lo más sencillo, se empeñaban en cargarse al pobre Cary con una avioneta de fumigación…

Bueno, pues aunque a primera vista parezca tan absurdo, lo cierto es que el contacto directo con plaguicidas y pesticidas, no está exento de riesgos ni mucho menos. Cada año, en las épocas en las que suelen aplicarse los tratamientos fitosanitarios, se produce un buen número de casos de intoxicación aguda. Estos accidentes ocurren generalmente, bien por hacer un uso indebido de los productos, o bien por realizar las aplicaciones sin contar con las protecciones pertinentes, en muchos casos sin protección respiratoria y en otros sin ropa adecuada, fumigando en pantalón corto o incluso sin camisa. Conviene tener presente que la gran mayoría de estas sustancias plaguicidas son liposolubles, por lo tanto pueden absorberse a través de la piel, causando graves intoxicaciones.


Aquí tenéis los consejos y medidas de seguridad esenciales para realizar las tareas de fumigación de una forma saludable y segura.

1.- buscar asesoramiento antes de elegir un producto de uso fitosanitario que se quiera aplicar.  Informarse sobre cuál es el más eficaz, teniendo en cuenta el tipo de plaga y el cultivo o planta ornamental a proteger, y a la vez el menos tóxico, y también sobre cuál es el momento más oportuno para empezar el tratamiento.  La información tiene que ser actualizada (productos con el registro en vigor).

2.- almacenar los plaguicidas en locales que queden protegidos de la lluvia y del sol y que estén alejados de las zonas de habitación de las personas.  Los locales serán seguros y se deberán poder cerrar con llave; en la puerta se colocará un cartel que avise sobre los riesgos de los productos almacenados.  Todos los plaguicidas son sustancias peligrosas, por tanto, deben estar separados de alimentos y fuera del alcance de los niños, animales domésticos y personas no autorizadas o que desconozcan su manejo.

3.- agrupar las sustancias almacenadas por categorías de peligro (tóxicos, corrosivos, inflamables, etc.). Nunca deben estar juntos los productos tóxicos y los corrosivos.  Las sustancias inflamables (gasolina, gasóleo, etc.) han de guardarse en un armario que pueda cerrarse con llave.  Igualmente, hay que controlar el buen estado de los envases (incluyendo la etiqueta) para evitar las fugas o derrames.

4.- conservar los plaguicidas en el envase original de compra, de este modo siempre se sabe el producto que contienen.  Es obligatorio que los recipientes que tienen sustancias peligrosas lleven una etiqueta en la que figure el nombre del producto, sus efectos nocivos y las medidas de seguridad que hay que seguir al utilizarlo.

5.- nunca se deben trasvasar los plaguicidas a recipientes domésticos o improvisados.  Estos pueden dar lugar a que se confundan los productos peligrosos con otros de uso común o con alimentos o bebidas.  Si fuera necesario trasvasar los plaguicidas por causas de derrames o roturas de los envases originales, hay que especificar el nombre del producto y sus efectos nocivos en el nuevo recipiente.

6.- preparar las diluciones (caldos) siguiendo todas las indicaciones del fabricante y no usar nunca productos sin etiqueta.  Realizar estas operaciones respetando las dosis y las diluciones recomendadas.  Recuérdese que más concentración no significa mayor eficacia del producto, sino más riesgos.

7.- realizar las mezclas al aire libre y siempre utilizando los equipos de protección obligatorios que se indican en la etiqueta de cada producto.  Nunca se usarán las manos para remover las mezclas, aunque estén protegidas con guantes.  Igualmente, los instrumentos utilizados, embudos, filtros, paleta, etc., se usarán sólo para estas tareas.  Las operaciones de mezcla y carga (en los equipos de aplicación) son de alto riesgo porque implican el manejo de plaguicidas concentrados.

8.- evitar que los productos sobrantes de los caldos de plaguicidas contaminen el agua potable.  No hay que lavar nunca los recipientes o los aparatos fumigadores en fuentes, arroyos, ríos u otros cursos de agua.

9.- los envases de plaguicidas que queden vacíos deben devolverse al suministrador, si es posible; la ley le obliga a hacerse cargo de la gestión de los residuos derivados de sus productos.  Los envases que no se puedan devolver serán considerados residuos.  Para su eliminación deberá seguirse todo cuanto la ley dispone al efecto y que queda establecido por las normas de cada Comunidad Autónoma.

10.- Tener en cuenta como norma general, que un envase vacío de un plaguicida es un residuo peligroso, por lo que está prohibido abandonarlo o eliminarlo de forma incontrolada (quemarlo, enterrarlo, arrojarlo a un curso de agua, etc.).

11.- Ninguna persona puede realizar trabajos de tratamientos de plaguicidas si no dispone de la formación obligada por la ley o si no tiene suficiente información sobre este tipo de trabajos (riesgos que implica la aplicación, la forma de hacer la tarea, equipos de protección y primeros auxilios para casos de urgencia).  La formación y la información son responsabilidad del empresario.

12.- Aplicar los plaguicidas utilizando siempre los equipos de protección individual (EPI) indicados para cada uno de ellos (unos productos son más peligrosos que otros): guantes largos de caucho o goma, botas altas de caucho, mascarilla que proteja la nariz y la boca de la inhalación de gases o polvo tóxico, gafas o máscara facial que eviten las salpicaduras en los ojos y ropa de trabajo que proteja el cuerpo del contacto con los plaguicidas.

13.- En ningún caso se deben aplicar los plaguicidas usando sandalias, pantalones cortos o camisas de manga corta, ni tampoco se usarán pañuelos que cubran la nariz y la boca como una supuesta medida preventiva para evitar la inhalación del plaguicida.  Esta práctica supone una fuente adicional de entrada por vía oral debido a que no evita la inhalación del producto y favorece el contacto bucal durante la aplicación.

14.- No se debe fumar, ni beber, ni comer mientras se están realizando fumigaciones.  Al terminar el tratamiento, hay que lavarse con abundante agua y jabón y cambiarse de ropa, a ser posible, en el mismo lugar de trabajo.  Nunca hay que hacerlo en la propia vivienda puesto que esto implicaría trasladar el riesgo de contaminación a la familia del trabajador.  También hay que lavar la ropa y las protecciones personales después de cada aplicación y guardarlo todo en un lugar bien ventilado, lejos de las habitaciones.  La ropa de trabajo se ha de lavar separada de la otra ropa de la casa.

15.- Intercalar un espaldar o pieza de tela impermeable entre la espalda y el depósito de fumigar, cuando el plaguicida se aplique con un pulverizador de accionamiento manual.

16.- Verificar los equipos de aplicación de los plaguicidas (mochilas y tanques pulverizadores) antes de empezar a usarlos.  Asegurarse de que funcionan sin escapes ni derrames y que están calibrados para las dosis de aplicación necesarias.

17.- No se deben soplar ni aspirar jamás con la boca las boquillas de los aparatos de aplicación cuando se obstruyan, puesto que existe un gran riesgo de intoxicación por contacto con la boca.  Para desatascarlas hay que utilizar un alambre o hilo de cobre.

18.- Pulverizar de espaldas al viento para impedir que la nube generada alcance al aplicador y evitar entrar en contacto con las zonas recién tratadas porque son una fuente de exposición al plaguicida.  Igualmente, se debe guardar una distancia prudencial entre los trabajadores para evitar la mutua contaminación.  Se suspenderán temporalmente los trabajos en caso de vientos fuertes o lluvia

19.- Señalizar mediante carteles de “aviso de peligro” las zonas tratadas.

20.- Los trabajadores han de estar sometidos a vigilancia médica.  Los plaguicidas, además de producir intoxicaciones agudas, pueden provocar trastornos y enfermedades que se manifiestan a largo plazo.

21.- Los trabajos de fumigación se realizarán siempre por al menos dos personas.  Nunca los llevará a cabo un solo operario.

22.- En el vehículo de apoyo (furgoneta o similar) se dispondrá de una copia de las fichas de seguridad de los productos, para poder ser consultadas en caso de ingestión accidental, contacto con los ojos o las mucosas u otros accidentes.

23.- en caso de contacto con las sustancias se procederá al lavado con agua abundante.  Para ello se utilizará la fuente o toma de agua más próxima.  En caso necesario, el equipo MULTEYME cuenta con un depósito de agua potable provisto de grifo, para la limpieza de manos, ojos, etc.

Tampoco son infrecuentes las intoxicaciones subagudas o crónicas. En los protocolos de vigilancia de la salud de los trabajadores expuestos al riesgo, debe incluirse de forma periódica la determinación de colinesterasa sanguínea. Es el parámetro que nos va a ofrecer sospecha o eventualmente, certeza, de intoxicación y posible daño causado por la absorción de estos productos. Así que no lo olvidéis. Si tenéis que fumigar, hacedlo con todas las garantías de seguridad.


viernes, 1 de noviembre de 2024

LA CARDIOIDE, GEOMETRÍA CON CORAZÓN

 


La cardioide, curva cuya forma recuerda la de un corazón, ha fascinado durante siglos a los hombres de ciencia, por sus propiedades matemáticas, sus aplicaciones prácticas y su belleza innegable. Podemos generar una curva de esta naturaleza de manera muy sencilla, no hay más que seguir un punto de una circunferencia que rueda sin deslizar, en torno a otra circunferencia fija de idéntico radio. El prefijo cardio nos orienta acerca del origen griego del término, y su ecuación polar puede escribirse como r = a(1-cosq). El área de la cardioide es (3/2) pa2, siendo su perímetro 8ª.

También es posible generar una cardioide dibujando una circunferencia C, y fijando sobre ella un punto P. Fijado dicho punto, se dibujan una serie de circunferencias con centro en la circunferencia C, y que pasen por P. Obtenemos así una cardioide con gran facilidad.


Encontramos la cardioide en una gran variedad de campos matemáticos que, en apariencia, no tienen nada en común, desde las curvas cáusticas de la óptica, hasta la forma central del conjunto de Mandelbrot en geometría fractal.

En cuanto a la historia de la curva, la encontramos desde antiguo, ya en el siglo XVI, en algunos grabados de Alberto Durero que aparecen en su obra Underweysung der Messung (Enseñanzas sobre la Medida), que se imprimió en 1525. El abogado y matemático aficionado Etienne Pascal, padre del célebre Blaise Pascal, fue el primero en estudiar formalmente, hacia 1637, el caso más general de la curva, que también se conoce por eso como Limaçon de Pascal. En 1674, el astrónomo e ingeniero danés Ole Romer incluyó a la cardioide en su investigación sobre formas eficientes para ruedas dentadas. El matemático francés Philippe de la Hire halló en 1708 su longitud, pero el nombre de cardioide, tan evocador, no lo encontramos hasta 1741, cuando Johann Castillon la llamó así en su tratado sobre las Philosophical Transactions, de la Royal Society londinense.


Glen Vecchione afirma de las cardioides que pueden mostrar las pautas de interferencia y congruencia de ondas que irradian concéntricamente de una fuente puntual. Algo que, aunque así expresado pudiera parecer algo abstruso, es en realidad enormemente práctico, porque gracias a esta propiedad podemos identificar las áreas de mayor sensibilidad de antenas y micrófonos. La propiedad de curva cardioide que posee un micrófono, hace que recoja con mayor intensidad y nitidez los sonidos procedentes de la zona frontal, y en cambio, minimice los que proceden de la zona posterior.

Vemos pues cómo, una vez más, las matemáticas y la geometría nos proporcionan utilidad y belleza a partes iguales. Laus Deo.

El cine es un lugar donde puede aprenderse mucho sobre el amor… siempre que no nos distraiga la película.


martes, 29 de octubre de 2024

EARL OLIVER HURST. LA LÍNEA MÁS ELEGANTE

 

Earl Oliver Hurst nació en Buffalo, Nueva York, en 1895. No comenzó a interesarse por el dibujo hasta terminar su periodo militar en la Gran Guerra. Como siempre fue un perfeccionista, al descubrir su vocación, quiso primero formarse debidamente, y lo hizo en la Escuela de Arte de Cleveland, tomando clases nocturnas.


Después de aquel periodo de aprendizaje, se hizo con una mesa de dibujo, tintas y pinceles, y comenzó a dibujar durante catorce horas diarias, y a mandar sus trabajos a diferentes publicaciones. Tuvo al principio un éxito limitado, pues la mayor parte de sus ilustraciones le fueron devueltas de forma sistemática. Fue un amigo suyo, el director de arte Chester Siebold, quien le aconsejó hacer para cada trabajo no un solo dibujo, sino tres o cuatro, para elegir luego el mejor de ellos. Siguiendo el consejo de Siebold, su suerte comenzó a cambiar, y Hurst se convirtió en asiduo colaborador de revistas ilustradas importantes como Home, American Weekly, Legion, y sobre todo, Collier’s, para la que realizó las mejores portadas en las décadas de 1930 y 1940.


Brilló también Hurst en el mundo publicitario. Sus estilizadas ilustraciones para la firma de bañadores Jantzen marcaron toda una época. El artista se prodigó menos en el género del Cómic, sin embargo, su extraordinaria calidad como ilustrador es mérito más que suficiente para incluirle en nuestra pequeña historia por entregas. Cabe destacar por encima de cualquier otra cualidad, la elegancia de su trazo. Hurst emplea pluma y pinceles, usa con maestría la acuarela, y consigue colores vivos y planos incomparables. Al parecer, y a diferencia de la mayoría de los ilustradores de su generación, no empleó a modelos reales en su estudio. Earl Oliver Hurst tenía a sus chicas en la cabeza, y por cierto, vaya chicas. Siempre encantadoras y con un punto cómico, las chicas Hurst son un soplo de frescura en la ilustración de la primera mitad del siglo XX. Falleció en 1958. Su legado artístico ha influido en varias generaciones de dibujantes, en publicistas y hasta en animadores de la firma Disney. Os dejamos una selección de sus trabajos.