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viernes, 7 de febrero de 2025

JOSÉ PEÑARROYA, DON PÍO Y LOS TEBEOS DEL FRANQUISMO

 


El señor con cara de loco que aparece en la foto, era José Peñarroya, un castellonense de Forcall, nacido en 1910. Combatió durante la guerra en el ejército republicano, detalle que al término de la contienda le acarreó, como al resto de españoles en su situación, no pocas dificultades. Tuvo que ganarse la vida como contable, hasta que su habilidad con el lápiz le abrió las puertas de los Estudios Chamartín, donde se produjeron los primeros cortos de animación en España. Comenzó a colaborar en Bruguera a partir de 1947, dibujando para las revistas Pulgarcito y DDT, por entonces las más populares entre la chiquillería. En Bruguera formó Peñarroya un trío irrepetible con Cifré y Escobar, quienes también merecen un lugar de honor en nuestra Historia de la Historieta. Más que compañeros de trabajo, fueron los tres verdaderos amigos. Compartieron un estudio alquilado, y pasaban los domingos juntos en el campo buscando setas. En esta primera época con Bruguera aparecieron sus personajes más recordados: Don Pío, Gordito Relleno, Calixto o Don Berrinche.

En 1957, descontentos con el trato de la editorial, Peñarroya, junto a los citados Escobar y Cifré, y junto a Conti y Giner, que se les unieron, crearon una empresa autogestionaria que editó la revista Tío Vivo. Como los derechos de sus historietas pertenecían a Bruguera, Peñarroya tuvo que crear otras nuevas, entre las que destacó La familia Pi, con similitudes muy evidentes con la de Don Pío.

A pesar del éxito de Tío Vivo, aquel grupo de amigos no gestionó bien la empresa, que acabó por desaparecer. Volvieron todos al redil de Bruguera donde continuaron sus carreras. De la segunda etapa de Peñarroya en la firma, además de sus series más clásicas, podemos recordar las de Floripondia Piripí, Pitagorín o Pepe, el hincha, inspirada ésta última en la pasión por el fútbol de su autor.

Pero sin duda las historietas más emblemáticas de José Peñarroya fueron Don Pío y Gordito Relleno, cargadas ambas de un humor ingenuo y un poco amargo, no exento de una pizca de crítica social, la poca que podía hacerse en aquella época negra en la que cada viñeta era mirada con lupa por la censura franquista. La ironía y la intención crítica del artista están sobre todo presentes en Don Pío. Su protagonista es un modesto empleado, honrado y trabajador, siempre abrumado por la tiranía de su jefe, y hasta por la de su esposa, Doña Benita, empeñada constantemente en superar a sus vecinas y en ascender en una escala social en la que resulta del todo imposible subir un solo peldaño. Las letras, las hipotecas, las deudas, y el no llegar nunca a fin de mes, constituyen el pan de cada día del pobre Don Pío. Si el Carpanta de Escobar es un marginado, un sin techo que las pasa moradas, el Don Pío de Peñarroya no le va a la zaga en tribulaciones. Tiene un trabajo, un hogar y una esposa, sí, pero en esencia, vive la misma pesadilla que el pobre Carpanta. La misma que vivían millones de españoles explotados y humillados, a los que se hurtó hasta el derecho a la protesta.

Aquí os dejamos, como siempre, una selección de páginas de José Peñarroya, otro superviviente que llenó nuestra infancia de sonrisas, aunque fueran un poco tristes.






















martes, 4 de febrero de 2025

HOPE LANGE, UNA VIDA ANTE LAS CÁMARAS

 



Hija de un músico y una actriz, la pequeña Hope Lange comenzó muy jovencita a ponerse ante las cámaras. Fueron primero las cámaras de los fotógrafos, cuando se inició como modelo infantil aún antes de empezar en el instituto. Una foto publicitaria en la que aparecía con un extraño sombrero que se comercializó como transistor, la lanzó a la fama. La chica de la radio en la cabeza, que aparecía en diarios, revistas y carteles, se convirtió en un rostro popular, y la jovencísima Hope inició su carrera como actriz primero en televisión, y poco después en los platós hollywoodienses. Debutó con un papel secundario en Bus Stop, junto a Marilyn Monroe y Don Murray, que se acabó convirtiendo en su primer marido en cuanto la pequeña Hope tuvo edad suficiente para casarse. Actuó también en La verdadera historia de Jesse James, formando una pareja encantadora con el entonces también jovencísimo Robert Wagner. La contrató la Warner, y fue en aquella firma donde cosechó sus mayores éxitos: Peyton Place, por la que obtuvo varios premios, El baile de los malditos, Un gánster para un milagro, de Frank Capra, junto a Glenn Ford y Bette Davis, y hasta llegó a ser la partenaire del rey del rock, nada menos que Elvis Presley en persona, en el que fue una especie de intento fallido de introducir al ídolo en un guión más dramático que aquellas comedias musicales que protagonizaba.

Después su carrera cinematográfica declinó un tanto, y Hope Lange, ya algo más madura, se centró en las series televisivas, actuando en algunas muy exitosas en América. Alternó, no obstante, la televisión con ocasionales apariciones en el cine, adaptándose muy bien a papeles de mujeres de edad.

En el terreno amoroso, además de su primer matrimonio con Don Murray, tuvo otros dos, uno con el productor Alan Pakula, y el último ya en edad provecta, con el también productor Charles Hollerith. Se le conocieron además varios affaires amorosos, por ejemplo, con Glenn Ford o con Frank Sinatra. En definitiva, la pequeña Hope Lange tuvo finalmente una larga vida ante las cámaras. Para recordarla, os ofrecemos el enlace con un video que repasa su biografía y muestra diversas imágenes de la actriz.

La vida y el triste final de Hope Lange

https://www.youtube.com/watch?v=9POLEeg-wi0

Próxima entrega: Steve McQueen


sábado, 1 de febrero de 2025

LA CAZA DE JUDÍOS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIV

 


El clima antijudío, que había ido creciendo en el resto de Europa durante el siglo XIII, al que contribuyeron las  duras medidas contra los hebreos del Concilio de Letrán (1215), se instaló en la península con algún retraso, pero con idéntica o aún mayor crudeza. Se habían tomado medidas radicales contra la comunidad judía en Inglaterra y en Francia, concretamente en París, donde se produjo una quema masiva de ejemplares del Talmud. Navarra, más ligada a sus vecinos franceses que el resto de los reinos peninsulares, fue testigo del estallido de la violencia contra las juderías de 1328. Lideró el movimiento antijudío fray Pedro de Olligoyen, un franciscano  exaltado al frente de un violento grupo autodenominado los matadores de judíos. La inquina contra la raza hebrea se agravó con las sucesivas epidemias de peste, tragedia que se dio en achacar a las diabólicas artes de los judíos, de manera que en muchos lugares se tomaron como chivo expiatorio.


En la Corona de Aragón se produjeron asaltos a las juderías con gran profusión de sangre en Barcelona, Cervera, Lérida, Tárrega, y Gerona, siempre bajo la acusación de ser los judíos causantes o propagadores de la peste negra.

En la Corona de Castilla el cada día mayor rechazo a los judíos se contaminó además de política. Enrique de Trastámara, el príncipe bastardo aspirante al trono, alentó durante la guerra sucesoria el creciente antijudaísmo, para atraer simpatizantes a su causa. Las tropas trastamaristas  actuaron con inusitada violencia contra juderías en tierras palentinas y burgalesas, exigiéndoles grandes sumas de dinero que sirvieron para financiar la guerra civil. Una vez entronizado como Enrique II, el Trastámara intentó dar marcha atrás, pero ya era tarde. Durante su reinado las tierras castellanas y leonesas se convirtieron en un infierno para los seguidores de la ley mosaica, tal como lo recogió en aquel tiempo el cronista hebreo Menahem ben Zerak. Tanto muchos procuradores de villas y ciudades castellanas, como las mismas Cortes, patrocinaron durísimos ataques contra los judíos. El canciller Pedro López de Ayala escribió en su Rimado de Palacio:

Allí vienen los judíos, que están aparejados

para beber la sangre de los pobres cuytados.


Pero los mayores  y más feroces ataques a las juderías se produjeron ya en la última década del siglo XIV. Fallecidos el rey castellano Juan I y el obispo de Sevilla, don Pedro Gómez Barroso, que prudentemente contuvieron la furia antijudía en Andalucía, Ferrán Martínez, un arcediano de Écija, exaltado incendiario de juderías, se puso al frente del movimiento popular antihebreo, propagándose la violencia primero al valle del Guadalquivir, y después a muchos otros lugares de la meseta castellana y de la Corona de Aragón. A propósito del caso, seguimos la crónica del citado Pedro López de Ayala: Perdiéronse por este levantamiento en este tiempo las aljamas de los judíos de Sevilla e Córdoba e Burgos e Toledo e Logroño e otras muchas del regno; e en Aragón las de Barcelona e Valencia e otras muchas; e los que escaparon quedaron muy pobres. El número de víctimas judías de los desórdenes de 1391 se ha estimado en unas cuatro mil, y es muy posible que los cálculos hayan quedado cortos.


Consecuencia directa de aquellos estallidos de violencia fue la conversión masiva de miles de judíos que aceptaron el bautismo no por convicción, sino sencillamente para salvar sus vidas. En los años siguientes, muchos predicadores en Castilla y el valenciano Vicente Ferrer en Aragón, se esforzaron por atraer a la fe cristiana a muchos judíos. La mayor parte de las conversiones no fueron sinceras, lo que causó la pervivencia de un creciente criptojudaísmo en los reinos peninsulares. Los nuevos cristianos y sus descendientes continuaron practicando su vieja religión en la intimidad de sus hogares, aunque de puertas afuera simularan ser cristianos y hasta algunos profesaran como religiosos. Con el tiempo, volvería a encenderse la mecha que estalló en nuevos conflictos y en interminables violencias que iban a prolongarse hasta la definitiva expulsión de los judíos durante el reinado de los Reyes Católicos.

Capítulo aparte merecen los conversos sinceros. Algunos de ellos lo fueron tanto y con tal intensidad, que se acabarían convirtiendo en los más feroces inquisidores y celosos perseguidores de judíos y de moros. No hay peor cuña que la de la misma madera.

-Querida, acabo de romper un plato en la cocina.

-Ahora mismo voy con la escoba.

-Mujer, no es tan urgente, puedes venir andando.