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viernes, 8 de noviembre de 2019

JUEGOS DE MANOS, MASTURBACIÓN Y AUTOEROTISMO


En el Génesis bíblico, Onán era el segundo hijo de Judá. Su hermano mayor había fallecido sin dejar descendencia, así que siguiendo la tradición y las costumbres del pueblo elegido, Judá ordenó a Onán que se acostara regularmente con Tamal, la viuda de su hermano, para darle hijos que pudieran heredarle. El caso es que a Onán no le agradaba la idea de engendrar sobrinos que le despojaran de su herencia, así que cada noche visitaba a Tamal y yacía con ella, pero llegado el momento arrojaba su semilla en tierra. Yhavéh, el dios de Israel, que por aquel entonces no pasaba ni una, mató a Onán para castigar su mezquindad. Así lo recogen las escrituras.


El episodio contado de esta manera sugiere más bien un coitus interruptus, pero por aquello de que Onán arrojaba su semilla en tierra, hubo quienes vieron en ello una referencia a la masturbación, por eso en los trabajos sobre sexología, a la masturbación suele llamarse onanismo.
Pues bien, el onanismo o la masturbación no es un fenómeno ni mucho menos exclusivo de los seres humanos. La conducta se ha documentado ampliamente en muchas especies animales. Se da fundamentalmente entre los mamíferos, pero tampoco de forma exclusiva, porque también la practican con asiduidad otros vertebrados.


Un ejemplo muy curioso se da entre los machos jóvenes de iguana marina de las Galápagos. Resulta fácil ver a un grupo de ellos secándose al sol, teñidos de un delicado tono rojizo y exhibiendo su flamante cresta de espinas de casi veinte centímetros de la cabeza a la cola. Están listos para actuar, deseosos de utilizar alguno de sus penes, pues como muchos reptiles, tienen dos penes, izquierdo y derecho. Pero como son jóvenes y por tanto pequeños, no tienen muchas oportunidades. No es sólo que las hembras prefieran a los machos grandes y maduros. Lo que ocurre es que cuando consiguen montar a una hembra, lo más probable es que un macho de mayor tamaño acabe echándolos a un lado antes de alcanzar el clímax. Por eso los machos jóvenes se masturban al ver una hembra. Consiguen así reducir el tiempo necesario para eyacular si por fin alcanzan un encuentro. Así de sencillo.

Perros de ambos sexos suelen autoestimularse con la lengua, y entre diferentes especies de herbívoros son comunes los frotamientos contra postes u otros objetos. Pero quienes ostentan el record masturbatorio son (somos) con diferencia los primates. Las hembras de mangabey de collar de África Occidental se estimulan con la mano mientras son penetradas por un macho. Tanto machos como hembras de orangután se autoerotizan con juguetes sexuales que fabrican con hojas o ramas. Por cierto que los consoladores se conocen en nuestra especie desde épocas prehistóricas. Entre otros grandes simios la masturbación es habitual en libertad, adquiriendo un grado frenético en cautividad. No hay más que visitar cualquier zoológico para apreciarlo. Se han querido encontrar diferentes causas para este comportamiento, aunque acaso la mejor explicación sea la más sencilla. Los simios, como cualquier otro animal, en libertad emplean la mayor parte de su tiempo en la búsqueda de alimentos. Como en cautividad el problema alimenticio está resuelto, sencillamente tienen más tiempo para otras actividades, y la masturbación resulta una de las más gratificantes.


Entre zoólogos y primatólogos se hizo célebre el caso de una chimpancé hembra criada entre humanos como otra niña de la familia, que solía masturbarse mirando las páginas centrales de la revista Playgirl, donde aparecían fotos de modelos masculinos desnudos. Otro caso curioso es el de los machos de ciervo, que se masturban frotando las puntas de sus cornamentas contra la hierba. Son órganos hipersensibles que podrían considerarse zonas erógenas. Por este procedimiento consiguen eyacular en apenas quince segundos. Algunos venados que no han tenido acceso a los harenes de hembras realizan esta práctica autoerótica varias veces al día. En fin, ya veis que el asunto es prácticamente universal.

Estoy escribiendo la biografía de un tipo que pasó de ser militar a convertirse en estrella del porno.
Se titulará “De cabo a rabo”.



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