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domingo, 2 de julio de 2017

NOVALICHES EN ALCOLEA


El marqués de Novaliches
Premita” Dios que te veas como se vio Novaliches en el puente de Alcolea. Esta especie de maldición gitana, que todavía recuerdan muchos andaluces viejos por haberla escuchado de labios de sus abuelos, hace referencia al que acaso sea el episodio culminante de la Revolución de 1868, conocida como La Gloriosa.
En septiembre de 1868, Ruíz Zorrilla y Sagasta se reunieron en Londres con Prim, para embarcarse hacia Gibraltar. El día 19 la escuadra concentrada en la bahía de Cádiz se sublevó al grito de ¡Viva España con honra! A bordo de la fragata Zaragoza, se abrazaron Prim y Topete. A la vez, el pueblo de Cádiz que ya había sido protagonista de la Historia en 1812, se hizo dueño de la ciudad. Se sublevaron sucesivamente Málaga, Almería y Cartagena. Las Juntas Revolucionarias surgieron por doquier, desde Sevilla hasta Barcelona...

El general Serrano
La reina Isabel, reaccionando demasiado tarde, depuso a González Brabo, nombrando jefe del Gobierno al marqués de La Habana, Don José de la Concha. También fue tardía la designación del general Don Manuel Pavía, marqués de Novaliches, para hacer frente a las fuerzas que comandadas por Serrano, avanzaban desde Andalucía. La mayoría de los cortesanos tenían ya un pie, cuando no los dos, puesto en la frontera francesa. La misma Isabel II estaba en San Sebastián, prolongando su veraneo de forma un tanto forzada. El escenario estaba ya preparado para representar el tragicómico sainete que daría fin a su reinado.
Las tropas de Novaliches, últimas fuerzas todavía leales a la soberana, aunque veremos que no demasiado, se encontraron el día 28 en el cordobés puente de Alcolea frente a los revolucionarios encabezados por Don Francisco Serrano, duque de la Torre.

Aquí las versiones difieren un tanto. Mientras algunos quieren que los realistas ofrecieron alguna resistencia, otros insisten en que no hubo sino algunos tiros lejanos de fusilería, que apenas produjeron bajas. Según los primeros, el propio Novaliches, a la sazón prácticamente un anciano, protagonizó a pecho descubierto un intento de ataque en el que resultó herido. Más verosímil parece otra versión según la cual Serrano llamó a su lado a un fusilero reputado de buen tirador, y le ordenó que disparara al general isabelino para herirlo levemente en un brazo como señal de advertencia. El mozo, que tenía una puntería infalible, lo hizo tal como se lo ordenaron. La sangre humedeció la manga de la guerrera del viejo Novaliches, y entonces, sin mediar palabra, la mayor parte de los oficiales que le rodeaban volvieron grupas, dejando libre el paso por el puente. Los soldados hicieron también lo propio, siguiendo cada unidad a sus jefes y oficiales, y allí quedó el anciano general, prácticamente solo, derrotado y a merced del enemigo.


Afortunadamente para él, en aquellos tiempos románticos (téngase en cuenta que estamos en pleno Romanticismo), entre caballeros las diferencias solían dirimirse caballerosamente. Novaliches entregó su sable a Serrano, y bastó este mínimo acontecimiento militar para que el régimen terminara de desplomarse. El día 29 el pueblo de Madrid se echó a la calle dando vivas a la Revolución, gritando muerte a los Borbones, y entonando el Himno de Riego. Al frente iban los Voluntarios de la Libertad capitaneados por el teniente coronel Escalante, recién liberado de su prisión. Se hizo cargo del poder de forma provisional una Junta de Gobierno en la que participaron Amable, Madoz, Jovellar, Rivero y Ros de Olano. Este momento histórico, con cánticos incluidos, se reflejó décadas más tarde en un pasaje de la zarzuela Luisa Fernanda, obra del maestro Moreno Torroba, que os recomiendo de forma entusiasta. Serrano fue recibido como un verdadero héroe nacional. Por otra parte, y contrastando con la alegría y los cánticos madrileños, en Barcelona estalló una auténtica revuelta popular con hogueras y garrotes incluidos, lo que decidió a Isabel y los pocos cortesanos que la acompañaban, a cruzar inmediatamente la frontera francesa, siendo acogidos en Biarritz por Napoleón III y su augusta esposa, la muy andaluza y romántica emperatriz Eugenia de Montijo.

Así triunfó la histórica Revolución Gloriosa acogida por el pueblo de España con tanta ilusión, como decepción iban a traer los acontecimientos posteriores. Pero en fin, esa ya es otra historia. Puede que pronto la tratemos aquí, como tratamos otros interesantes episodios de nuestro pasado. Esto es Historia Contemporánea, o sea, casi casi de ahora mismo. Nuestro profe Bigotini es tan viejo que recuerda perfectamente todas estas cosas y algunas más. Os dejo porque veo que se ha envuelto en una bandera republicana y está entonando el Himno de Riego cabalgando sobre el caballito de cartón de un fotógrafo. ¡Hay que ver lo anticuado que está este hombre!

Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios son los discursos. Oscar Wilde.



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