martes, 29 de octubre de 2024

EARL OLIVER HURST. LA LÍNEA MÁS ELEGANTE

 

Earl Oliver Hurst nació en Buffalo, Nueva York, en 1895. No comenzó a interesarse por el dibujo hasta terminar su periodo militar en la Gran Guerra. Como siempre fue un perfeccionista, al descubrir su vocación, quiso primero formarse debidamente, y lo hizo en la Escuela de Arte de Cleveland, tomando clases nocturnas.


Después de aquel periodo de aprendizaje, se hizo con una mesa de dibujo, tintas y pinceles, y comenzó a dibujar durante catorce horas diarias, y a mandar sus trabajos a diferentes publicaciones. Tuvo al principio un éxito limitado, pues la mayor parte de sus ilustraciones le fueron devueltas de forma sistemática. Fue un amigo suyo, el director de arte Chester Siebold, quien le aconsejó hacer para cada trabajo no un solo dibujo, sino tres o cuatro, para elegir luego el mejor de ellos. Siguiendo el consejo de Siebold, su suerte comenzó a cambiar, y Hurst se convirtió en asiduo colaborador de revistas ilustradas importantes como Home, American Weekly, Legion, y sobre todo, Collier’s, para la que realizó las mejores portadas en las décadas de 1930 y 1940.


Brilló también Hurst en el mundo publicitario. Sus estilizadas ilustraciones para la firma de bañadores Jantzen marcaron toda una época. El artista se prodigó menos en el género del Cómic, sin embargo, su extraordinaria calidad como ilustrador es mérito más que suficiente para incluirle en nuestra pequeña historia por entregas. Cabe destacar por encima de cualquier otra cualidad, la elegancia de su trazo. Hurst emplea pluma y pinceles, usa con maestría la acuarela, y consigue colores vivos y planos incomparables. Al parecer, y a diferencia de la mayoría de los ilustradores de su generación, no empleó a modelos reales en su estudio. Earl Oliver Hurst tenía a sus chicas en la cabeza, y por cierto, vaya chicas. Siempre encantadoras y con un punto cómico, las chicas Hurst son un soplo de frescura en la ilustración de la primera mitad del siglo XX. Falleció en 1958. Su legado artístico ha influido en varias generaciones de dibujantes, en publicistas y hasta en animadores de la firma Disney. Os dejamos una selección de sus trabajos.



















sábado, 26 de octubre de 2024

ANGIE DICKINSON A MEDIO VESTIR

 



Angie Dickinson dio el salto a Hollywood desde el trampolín de los concursos de belleza, un camino por lo demás, muy transitado. Sus larguísimas piernas y sus curvas de vértigo la hacían lucir espléndida con bikinis o en ropa interior. Al parecer, eso hizo que Howard Hawks pensara en ella cuando completaba el reparto de Río Bravo, aquel western inolvidable. Allí, el comisario que interpretaba John Wayne le tiraba los tejos con ese estilo directo y un poco tosco tan característico de los comisarios en esos pueblos fronterizos del salvaje oeste. La extraordinaria habilidad de los guionistas logró que cada vez que Wayne la visitaba en el hotel, la Dickinson estuviera a medio vestir. Participó además en un puñado de películas, algunas muy notables por cierto. Melodramas, thrillers con Lee Marvin, y hasta alguna comedia con Rock Hudson. Formó también parte del selecto club de Sinatra y sus amigos, hizo publicidad prácticamente de todo, y ya madurita fue la inolvidable Mujer policía de la serie televisiva. Se casó con el compositor Burt Bacharach, el rey de la música melódica del siglo XX. Tuvo con él una hija cuyo fallecimiento, trágico y prematuro, sumió a Angie en la depresión y forzó su retirada. Para recordarla os proponemos (clic en el enlace) esta breve selección de imágenes. Que os aproveche. 

https://www.youtube.com/watch?v=HyYvKYU2Z4k

Próxima entrega: Lee Marvin


martes, 22 de octubre de 2024

UN PARÉNTESIS NAVARRO EN LA ESPAÑA MEDIEVAL

 


Al fallecer sin herederos Sancho VII el Fuerte de Navarra, le sucedió en 1234 su sobrino Teobaldo I, hijo del conde de Champaña, un cruzado más interesado en guerrear en Palestina que en la gobernación de su recién adquirido reino. No obstante, de su reinado data el Fuero General de Navarra. A Teobaldo sucedió en 1253 su hijo Teobaldo II, con quien se incrementó aún más la dependencia navarra de Francia. Este segundo Teobaldo, tan aficionado como su padre a combatir al infiel, halló la muerte, víctima de la peste, guerreando en Túnez. Corría el año de 1270, cuando accedió al trono navarro su hermano Enrique I, último representante de la casa de Champaña. Su reinado fue efímero, pues falleció en 1274. Su hija Juana contrajo matrimonio con Felipe IV de Francia, con lo que Navarra formó parte de la Francia de los Capetos hasta 1328 en que desapareció la dinastía. Durante ese tiempo fueron reyes de Navarra los reyes franceses, tras Felipe IV, Luis el Hutín, Felipe el Largo y Carlos I.


Hacia la mitad del siglo XIII, Navarra debía tener unos 150.000 habitantes. La economía estaba dominada por lo rural, con cultivos como el olivo, los cereales o las hortalizas en la Ribera. La ganadería ovina practicaba la trashumancia entre las montañas pirenaicas y las comarcas llanas del valle del Ebro. El desarrollo urbano se produjo con el florecimiento de la ruta jacobea, que impulsó también la artesanía y el comercio. Puente la Reina o Estella se añadieron a Pamplona como burgos de importancia. En cuanto a la división social, estaba la alta nobleza, los ricoshombres cercanos a la corona; la baja nobleza, los infanzones e hidalgos; las gentes del común de las ciudades, villanos; los pecheros o labriegos; y los siervos ocupando el estamento más bajo. Vivían muchos mudéjares en la zona de la Ribera, y hubo importantes juderías en Pamplona, Tudela y Estella.

El principal idioma en los documentos oficiales era el latín, como ocurría en todos los demás reinos cristianos de su tiempo. Los reyes y alta nobleza debieron usar esos años el romance de los francos, como correspondía a su origen. En reducidos núcleos rurales del Pirineo occidental pervivió el vascuence, pero en la mayor parte del territorio navarro se hablaba el romance castellano, lo mismo que en las zonas castellanas y aragonesas limítrofes.


El acceso al trono o coronación de los monarcas navarros se escenificaba mediante el alzamiento o elevación del nuevo rey sobre un escudo que levantaban los ricohombres del reino. Los monarcas juraban respetar los fueros. La división territorial se plasmaba en merindades como las aragonesas o las castellanas, regidas cada una por un merino al que nombraba el rey. Las principales durante el siglo XIII fueron las de Pamplona, Estella, Sangüesa, Olite y Tudela. Está documentado que ya en el siglo XIII se celebraron juntas en las que con el rey, participaban nobles, prelados y representantes de las ciudades. Fueron el primer antecedente de las Cortes, que no llegaron a materializarse hasta el siglo XIV.

En lo cultural, dominaba la Iglesia, como en el resto de la cristiandad. También en el siglo XIII se establecieron en Navarra las órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos, que construyeron conventos y abadías. El erudito inglés Roberto de Chester, que había pasado antes por la escuela de traductores de Toledo, terminó siendo canónigo de la catedral de Pamplona. De comienzos del siglo XIII data el Chronicon Villarense, primer texto romance conocido de Navarra, cuyo autor debió ser un monje del monasterio de Fitero. Aparte de algún que otro localismo, la lengua no presenta diferencias importantes con otros textos romances contemporáneos, por ejemplo, riojanos.

Con las grandes fortunas pasa como con las salchichas: es mejor no saber cómo se han hecho.


sábado, 19 de octubre de 2024

ANATOLE FRANCE, REVOLUCIÓN Y COMPROMISO

 


Nacido en París en 1844, Anatole France era el hijo de un librero de apellido Thibault, especializado en toda clase de literatura relacionada con la Revolución Francesa. Fue aquella librería parisina, por encima de liceos e institutos, la que formó lo esencial de la cultura y el pensamiento del joven Anatole Thibault. Su primera publicación, a los veintidós años, fue un ensayo sobre la obra poética del romántico Alfred de Vigny. Trabó amistad en su juventud con Verlaine y Mallarmé, así que sus primeras inquietudes literarias discurrieron por terrenos poéticos, con la publicación de La part de Madeleine (1869), Los poemas dorados (1873) y el poema dramático Las bodas de Corinto (1876). Emprendió a partir de ahí el camino de la prosa, se relacionó con Guy de Maupassant, y publicó en 1881 la que fue su primera novela importante, El crimen de Silvestre Bonnard, obra que si bien conservaba las formas de la corriente Naturalista, iniciaba ya el estilo que caracterizaría el resto de la obra del autor: anticonformismo y rechazo de las convenciones sociales, lo que se acentuó en sus siguientes trabajos, Les désirs de Jean Servien (1882), El libro de mi amigo (1885), y sobre todo en la novela histórica Thais, publicada en 1890, que se rebelaba contra la represión del cristianismo, y celebraba el deseo como fuente inspiradora y motor del sentimiento.


Aquel escepticismo epicúreo de France fue creciendo con obras como La rôtisserie de la reine Pédauque (1892), en la que apareció por vez primera el personaje del abate Coignard, un apóstol del escepticismo tolerante, a quien se considera alter ego del propio autor. En Las opiniones de Jerónimo Coignard, publicada en 1893, criticaba ferozmente las instituciones de la Tercera República. El jardín de Epicuro (1894) y El pozo de Santa Clara (1895) le procuraron el rechazo de la sociedad más conservadora, que le tildó de ateo.

Anatole France no dudó en significarse en la política francesa. Participó en la fundación de la Liga de los Derechos del Hombre, tomó partido públicamente por el capitán Alfred Dreyfus, protagonista y víctima en el famoso caso Dreyfus que sacó a la luz el antisemitismo de las autoridades francesas. France devolvió la Legión de Honor que le había sido concedida, en solidaridad con Émile Zola a quien le fue retirada precisamente por su apoyo al militar judío. Anatole France fue colaborador habitual del diario izquierdista L’Humanité. Concurrió a las elecciones de 1914 por la SFIO, Sección Francesa de la Internacional Obrera. Mantuvo posiciones cercanas al Partido Comunista, hasta que, en los primeros años tras la Revolución Soviética, se desengañó a causa de las purgas de los bolcheviques. Se afilió después al Partido Socialista Francés, fue galardonado con el Nobel de Literatura en 1921, y un año más tarde vio incluida toda su obra en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia católica, mediante decreto del Santo Oficio, que fue probablemente el último históricamente que sancionó a un escritor importante.



En su etapa de madurez, France regresó a sus orígenes en cierto modo, a la librería parisina de su padre y a la Revolución Francesa, con la publicación en 1912 de su célebre novela Los dioses tienen sed, que glosaba el periodo del Terror revolucionario. Ampliamente alabada por la crítica y celebrada por el público, fue con seguridad la obra que le valió el Premio Nobel nueve años más tarde. La relación tanto del resto de sus novelas, como de su inabarcable colección de cuentos y relatos breves, sobrepasa con creces la capacidad de nuestras modestas reseñas.

Falleció Anatole France en 1924, a la edad de ochenta años. Se casó dos veces, primero con Valerie Guérin de Sauville, y tras enviudar, con Emma Laprévotte, su empleada doméstica. Le sobrevivió su hijo, Noël Thibault, que fue también escritor y adoptó el mismo seudónimo de su padre, firmando como Noël France. De nuestra Biblioteca Bigotini extraemos uno de los relatos breves que mejor caracterizan el estilo de Anatole France: Robo doméstico. Disfrutad su lectura.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Robo+dom%C3%A9stico.pdf


La utopía es el principio de todo progreso y la promesa de un futuro mejor. Anatole France.


miércoles, 16 de octubre de 2024

LA LEY DEL SILENCIO. FABRICANDO SORDOS

 


En 1954 Elia Kazan dirigió un film de la Columbia titulado On the Waterfront, que en España se tradujo como La Ley del Silencio.. Contaba con un reparto excepcional que encabezó el mejor Marlon Brando que se recuerda, bien secundado por Karl Malden, Lee J. Cobb, Rod Steiger y Eva Marie Saint. Con ella Kazan intentó justificar su reprobable actuación como delator en el Comité de actividades antiamericanas. Con independencia de la calificación moral que merezca su autor, se trata de un clásico enorme, ganador nada menos que de ocho oscar de la academia. Os la recomiendo fervientemente.

Pero lo que hoy nos interesa es la Higiene industrial y la exposición al ruido. La intensidad o nivel de ruido se mide en decibelios (dB A). El rango de audición de las personas oscila aproximadamente entre 0 y 140 decibelios.

Los sonidos por debajo de 10 dB A son difícilmente audibles, mientras que los sonidos que superan los 100 dB A (por ejemplo, una explosión o una detonación) resultan francamente traumáticos, pudiendo producir incluso perforaciones timpánicas y otras lesiones.


Los sonidos que normalmente consideramos RUIDOS se encuentran por encima de 75-80 dB A. La exposición continuada y/o frecuente a estos sonidos (es decir, la exposición al ruido), acaba produciendo una hipoacusia, una sordera que puede llegar a constituir una merma considerable en la calidad de vida.

 

Algunos ejemplos:

 

NIVELES DE RUIDO BAJOS Y MODERADOS

NIVELES DE RUIDO MODERADOS Y ALTOS

NIVELES DE RUIDO MUY ALTOS

0 dB A.  Silencio. Umbral de audición de un joven sano. Resulta inquietante.

60 dB A. Moderado. Conversación normal, restaurante, ventilador. Resulta tranquilizador.

90 dB A. Muy alto. Taller mecánico, imprenta, prensas. Sensación muy molesta.

10 dB A. muy bajo. Cabina audiométrica, respiración propia.

70 dB A. Moderado. Conversación en voz alta, oficinas, tráfico. Resulta ya un poco incómodo.

100 dB A. Muy alto. Discoteca, telar mecánico, sierra, lijadoras. Resulta difícil de soportar.

20 dB A. muy bajo. Estudio de radio, iglesia vacía. Adecuado para dormir.

80 dB A. Alto. Tornos, fresadoras, calle ruidosa, interior del metro, cadena de montaje, bar muy concurrido. Molesto.

110 dB A. Muy alto. Laminadoras, martillos, motocicletas a escape libre. Insoportable.

30 dB A. Bajo. Dormitorio, susurros, zumbidos. Relajante.

 

120 dB A. Ensordecedor. Martillo pilón, remachadoras. Sensación dolorosa.

40 dB A. Bajo-moderado. Sala de estar, biblioteca, música suave. Agradable.

130 dB A. Ensordecedor. Motor a reacción, tracas. Traumático.

 

Algunos efectos de la exposición prolongada al ruido:

 

·                     Taquicardia.

·                     Hipertensión arterial.

·                     Insomnio.

·                     Irritabilidad.

·                     Fatiga física y psicológica.

·                     Gran nivel de insatisfacción.

·                     Y sobre todo SORDERA. Hipoacusia de percepción debida a la lesión de las células ciliadas de la cóclea o caracol. Esta sordera es irreversible.


La legislación laboral establece medidas correctoras de aplicación en los centros de trabajo con niveles elevados de ruido. Dichas medidas consisten en controlar el exceso de ruido mediante modificaciones de los procesos productivos, cambios en la directividad de los sonidos, reducción de vibraciones, choques o frotamientos, cerramiento de máquinas y equipos, aislamiento acústico de los operarios…

Pero por encima de cualquier otra medida y a la par que se aplican cualesquiera otras, está la necesidad de la PROTECCIÓN DEL TRABAJADOR, mediante el uso de protectores auditivos homologados que garanticen un nivel de atenuación suficiente.

Los protectores auditivos pueden ser de tipo “casco” (los clásicos auriculares) o bien de tipo “tapón”. La elección depende de las características de los trabajadores y del entorno. Pero en cualquier caso es imprescindible UTILIZARLOS como única garantía de prevención de la sordera cuando las exposiciones son prolongadas.

La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir. Mario Benedetti.


domingo, 13 de octubre de 2024

PROTEÍNAS PARA LA ETERNIDAD


 

Johnjoe McFadden y Jim al-Khalili, en su libro de divulgación Biología al límite, RBA, Barcelona 2019, relatan un episodio paleontológico ciertamente curioso. En 2002, un equipo dirigido por Jack Horner, encontró en un lugar inhóspito de Montana, los restos óseos de un gran dinosaurio carnívoro que al ir progresando la excavación, se revelaron como los de un Tyrannosaurus Rex. Después de tres años de arduo trabajo, comenzaron a embalar los huesos para su traslado al museo de las Rocosas. Durante el delicado proceso, se rompió un trozo de hueso fosilizado, concretamente de uno de los fémures. Horner se acordó de su colega, la doctora Mary Schweitzer, paleontóloga que en esos años se interesaba por la composición química de los fósiles, y le mandó varios pequeños fragmentos del fémur fracturado.

Cuando la doctora abrió la caja, examinó minuciosamente los fragmentos, y en uno de ellos observó sorprendida que en una hendidura ósea había un tejido de aspecto insólito, como si se hubiera conservado el resto de un tendón, algo que a una especialista como ella le resultó del todo imposible.


Mary colocó la pequeña esquirla de hueso en un baño de ácido, al objeto de disolver los minerales que rodeaban a aquel tejido, y así poder revelar su auténtica naturaleza. Téngase en cuenta que durante el proceso de fosilización, las sales minerales van sustituyendo a los tejidos durante siglos, hasta que las partes duras del animal, huesos y dientes, que son las que más resisten la descomposición, se sustituyen por arena y sales minerales. Por lo tanto, un hueso fósil, aunque siga teniendo forma de hueso, ya no es un hueso, sino una piedra. Ocurrió en este caso que la paleontóloga se olvidó de su baño ácido durante más tiempo del conveniente. Cuando volvió, todos los minerales se habían disuelto. Ella esperaba que todo el fósil se hubiera desintegrado, pero su sorpresa y la de sus colegas, fue mayúscula al descubrir que quedaba una sustancia fibrosa flexible que, al ser observada al microscopio, tenía el mismo aspecto de tejido blando que puede encontrarse adherido a un hueso moderno, en los restos del asado de ayer que quedaron en la basura doméstica.


Del mismo modo que ocurre en un tendón moderno, aquel tejido aparecía atestado de vasos sanguíneos, glóbulos rojos y largas cadenas de fibras de colágeno, el pegamento biológico por excelencia. ¡Colágeno, qué hallazgo! Desde luego, encontrar tejidos blandos en fósiles es algo verdaderamente raro, podría decirse que milagroso. Hasta entonces lo más blando que había podido conservarse en fósiles millonarios en años, eran los restos de plumas de Archaeopteryx, las aves primitivas de la cantera de Solnhofen, en Alemania. Pero este hallazgo de colágeno en un Tyrannosaurus, superaba todo lo previsible, con más de sesenta y ocho millones de años de antigüedad. Cuando Mary Schweitzer publicó su hallazgo en la prestigiosa revista Science, en 2007, el artículo fue recibido con el previsible escepticismo. Para comprobar que las estructuras fibrosas estaban realmente constituidas por colágeno, la doctora demostró primero que las proteínas que se pegan al colágeno moderno, se fijaron de igual manera a las fibras de su hueso antiguo. Como prueba final, mezcló el tejido del dinosaurio con un enzima llamado colagenasa, una de las muchas máquinas biomoleculares que producen y destruyen las fibras de colágeno en el cuerpo de los animales. En cuestión de pocos minutos, el enzima descompuso cadenas de colágeno que se habían mantenido firmes durante más de sesenta y ocho millones de años.



Las proteínas en general, son el soporte de la vida, los ladrillos de los que estamos hechos todos los seres vivos. Los enzimas, que también son proteínas, son los motores de la vida. Aquellos que nos resultan más familiares tienen usos algo mundanos y cotidianos, como las proteasas que se añaden a los detergentes para eliminar las manchas biológicas, la pectina que se añade a la mermelada para que espese, o el cuajo que se añade a la leche para que coagule y así obtener queso. También en nuestro tubo digestivo hay enzimas que nos ayudan en la digestión. Pero estos son sólo ejemplos triviales de la acción de estas nanomáquinas de la naturaleza. Toda la vida depende y se sustenta en la acción de los enzimas, desde aquellos primeros microbios que surgieron en la sopa primitiva, pasando por el T. Rex de nuestro cuento, hasta todos los organismos que vivimos en la actualidad. Todas y cada una de las células de nuestro cuerpo están llenas de miles de estas nanomáquinas moleculares que facilitan mantener en acción este proceso continuo de montaje y reciclado de biomoléculas, que llamamos vida.

Una película de James Bond se titulaba Diamantes para la eternidad. En esta pequeña historia tenemos un ejemplo de proteínas para la eternidad.

-Doctor, ¿cómo sigue el niño que se tragó unas monedas?

-Sigue sin cambio.


martes, 8 de octubre de 2024

HISTORIAS DE CHICOS. EL TEBEO ESPAÑOL DE AVENTURAS

 


Durante la larga (casi interminable) posguerra española, los chicos íbamos por un lado y las chicas por otro. Se segregaba en la escuela y hasta en la iglesia. Naturalmente, los cómics, los tebeos, no podían ser una excepción a esa regla y no lo fueron. Para las niñas había cuentos de hadas y de princesas con muchos volantes y perifollos, y claro, para los chicos, aventuras, guerras y epopeyas a base de puñetazos y a tiro limpio. A diferencia de los tebeos cómicos tipo Pulgarcito, que editó Bruguera, y que se presentaban en el clásico cuaderno vertical, los de aventuras eran apaisados y nos trasladaban a los chicos de entonces al oeste americano, a la edad media o a mundos de fantasía en planetas lejanos. Evasiones y sueños infantiles por el módico precio de una peseta, de dos, ya en la última etapa.





Y claro, como en todo, entre los tebeos de aventuras, los había muy buenos, o al menos, muy populares, y otros que no lo eran tanto. Quienes peinen canas recordarán a artistas como Manuel Gago (El guerrero del antifaz), Bayo (Diego Valor), Jesús Blasco (Cuto), Boixcar (Hazañas bélicas), Vañó (Roberto Alcázar y Pedrín), Luis Bermejo (Apache), Emilio Freixas (Capitán Misterio), Darnís (El Jabato), Eugenio Giner (Inspector Dan) o Ambrós (El capitán Trueno). Todos ellos merecen, y tendrán, un recuerdo especial en esta heterodoxa Historia de la Historieta nuestra.

Hoy sin embargo, queremos acercaos a otros autores y artistas más desconocidos y olvidados, los que se encargaron de la que podría llamarse serie B de los tebeos de aventuras españoles. Muchos se publicaron en Valencia o en Zaragoza, al margen de las principales editoriales que dominaban el mercado español de la viñeta y el bocadillo. Hay firmas como las de Matías Alonso, Ripoll, Roldán, Escandell, Luis Coch, José González, Iranzo, Beaumont, Guerrero, Ribera, Martínez…, y otros muchos autores anónimos a quienes ni siquiera se permitió firmar sus trabajos. Aquí abajo os dejamos un mosaico de páginas y portadas. Es posible que los más viejos lleguéis a recordar con nostalgia alguna de ellas.