martes, 22 de octubre de 2024

UN PARÉNTESIS NAVARRO EN LA ESPAÑA MEDIEVAL

 


Al fallecer sin herederos Sancho VII el Fuerte de Navarra, le sucedió en 1234 su sobrino Teobaldo I, hijo del conde de Champaña, un cruzado más interesado en guerrear en Palestina que en la gobernación de su recién adquirido reino. No obstante, de su reinado data el Fuero General de Navarra. A Teobaldo sucedió en 1253 su hijo Teobaldo II, con quien se incrementó aún más la dependencia navarra de Francia. Este segundo Teobaldo, tan aficionado como su padre a combatir al infiel, halló la muerte, víctima de la peste, guerreando en Túnez. Corría el año de 1270, cuando accedió al trono navarro su hermano Enrique I, último representante de la casa de Champaña. Su reinado fue efímero, pues falleció en 1274. Su hija Juana contrajo matrimonio con Felipe IV de Francia, con lo que Navarra formó parte de la Francia de los Capetos hasta 1328 en que desapareció la dinastía. Durante ese tiempo fueron reyes de Navarra los reyes franceses, tras Felipe IV, Luis el Hutín, Felipe el Largo y Carlos I.


Hacia la mitad del siglo XIII, Navarra debía tener unos 150.000 habitantes. La economía estaba dominada por lo rural, con cultivos como el olivo, los cereales o las hortalizas en la Ribera. La ganadería ovina practicaba la trashumancia entre las montañas pirenaicas y las comarcas llanas del valle del Ebro. El desarrollo urbano se produjo con el florecimiento de la ruta jacobea, que impulsó también la artesanía y el comercio. Puente la Reina o Estella se añadieron a Pamplona como burgos de importancia. En cuanto a la división social, estaba la alta nobleza, los ricoshombres cercanos a la corona; la baja nobleza, los infanzones e hidalgos; las gentes del común de las ciudades, villanos; los pecheros o labriegos; y los siervos ocupando el estamento más bajo. Vivían muchos mudéjares en la zona de la Ribera, y hubo importantes juderías en Pamplona, Tudela y Estella.

El principal idioma en los documentos oficiales era el latín, como ocurría en todos los demás reinos cristianos de su tiempo. Los reyes y alta nobleza debieron usar esos años el romance de los francos, como correspondía a su origen. En reducidos núcleos rurales del Pirineo occidental pervivió el vascuence, pero en la mayor parte del territorio navarro se hablaba el romance castellano, lo mismo que en las zonas castellanas y aragonesas limítrofes.


El acceso al trono o coronación de los monarcas navarros se escenificaba mediante el alzamiento o elevación del nuevo rey sobre un escudo que levantaban los ricohombres del reino. Los monarcas juraban respetar los fueros. La división territorial se plasmaba en merindades como las aragonesas o las castellanas, regidas cada una por un merino al que nombraba el rey. Las principales durante el siglo XIII fueron las de Pamplona, Estella, Sangüesa, Olite y Tudela. Está documentado que ya en el siglo XIII se celebraron juntas en las que con el rey, participaban nobles, prelados y representantes de las ciudades. Fueron el primer antecedente de las Cortes, que no llegaron a materializarse hasta el siglo XIV.

En lo cultural, dominaba la Iglesia, como en el resto de la cristiandad. También en el siglo XIII se establecieron en Navarra las órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos, que construyeron conventos y abadías. El erudito inglés Roberto de Chester, que había pasado antes por la escuela de traductores de Toledo, terminó siendo canónigo de la catedral de Pamplona. De comienzos del siglo XIII data el Chronicon Villarense, primer texto romance conocido de Navarra, cuyo autor debió ser un monje del monasterio de Fitero. Aparte de algún que otro localismo, la lengua no presenta diferencias importantes con otros textos romances contemporáneos, por ejemplo, riojanos.

Con las grandes fortunas pasa como con las salchichas: es mejor no saber cómo se han hecho.


No hay comentarios:

Publicar un comentario