miércoles, 16 de septiembre de 2020

GEOFFREY CHAUCER, EL PRIMER RENACENTISTA INGLÉS



eoffrey Chaucer nació probablemente en Londres, y probablemente en 1343, aunque ninguna de las dos cosas puede asegurarse. Sus orígenes fueron muy humildes. Su padre y su abuelo eran bodegueros, y su mismo apellido, Chaucer, parece derivar del normando chausseur, con el significado de zapatero. En aquel tiempo los apellidos que designaban oficios eran propios de villanos y gentes rústicas. Sin embargo, al parecer en el momento de su nacimiento, la familia se encontraba en buena posición, pues unos pocos años antes está documentado el cobro de una indemnización de 250 libras por parte de su padre, debido a que fue víctima de un rapto para obligarle a casarse. Una historia muy rocambolesca, pero sin duda real, a la luz de los documentos que recogen la sentencia. La inesperada fortuna de John Chaucer, sumada a un ventajoso matrimonio con la hija de un importante funcionario de la casa de la moneda en la Torre de Londres (el hombre debía ser todo un seductor), y añadida a una herencia posterior, le convirtieron en un burgués rico, y en 1349 se sabe que era ya propietario de al menos veinticuatro comercios en la capital inglesa.

Así que el pequeño Geoffrey, a pesar de su humilde cuna, se crió como un príncipe. En 1357 era paje de la condesa del Ulster. Él, al igual que su padre, fue un joven apreciado, como lo prueba el dato de que al ser hecho prisionero de los franceses en la Guerra de los Cien Años, el mismo rey inglés Eduardo III, se rascó el bolsillo, pagando 16 libras por su rescate ante los ruegos de la condesa y de su marido, Leonel de Amberes.
Geoffrey ejerció como funcionario y hombre de confianza de la corona en diversos cometidos, unas veces llevando embajadas entre príncipes, y otras atendiendo acaso a negocios menos confesables. Se sabe que viajó por Francia, Flandes y España, siendo muy probable que hiciera el Camino de Santiago como peregrino.

Se casó con Phillippa Roet, dama de compañía de la reina. Su cuñada Catalina contrajo matrimonio con Juan de Gante. Un hijo de Chaucer, Thomas, fue Mayordomo mayor de cuatro reyes, y presidió la Cámara de los Comunes. Una hija, Alice, se casó con Guillermo de la Pole, y en definitiva, como le gustaría decir a Groucho Marx, sus descendientes ascendieron mucho, hasta el punto de que uno de sus tataranietos, llegó a ser designado heredero al trono por Ricardo III. Si recordáis el famoso drama de Shakespeare, al rey Ricardo se le torcieron un poco las cosas, no encontró ni siquiera caballo para cambiar por él su reino, y consecuentemente, ese descendiente de Geoffrey Chaucer nunca llegó a ocupar trono alguno, pero le faltó muy poco.

Pero, familias aparte, y volviendo a nuestro protagonista, Chaucer estudió leyes, sirvió al rey Eduardo, viajó mucho, conoció mundo y alternó con príncipes y también con grandes poetas como Jean Froissart o como Francesco Petrarca, a quien conoció en Milán cuando asistió a la segunda boda de su cuñado Leonel de Amberes con Violante Visconti. Viajó por Picardía y visitó Génova y Florencia, donde conoció y trató a Boccaccio. Todos esos contactos le introdujeron en la lírica italiana, convirtiéndole en el primer poeta y literato en lengua inglesa que puede calificarse propiamente como renacentista.
Chaucer fue nombrado contralor de las aduanas del puerto de Londres, una bicoca muy bien pagada. Fue miembro del Parlamento por Kent, maestro de obras del rey, guardián de la posada real y comisario guardabosques. No tenemos seguridad de hasta qué punto todos estos cargos estaban retribuidos o eran meramente honoríficos, pero lo cierto es que se forró con ellos, lo que explicaría el éxito de sus hijos y descendientes. Todo indica que falleció en octubre de 1400, siendo enterrado en la Abadía de Westminster.

En cuanto a su obra literaria, su primera conocida fue El libro de la duquesa, una elegía a la difunta Blanca de Lancaster, aunque es muy posible la existencia de obras anteriores hoy desaparecidas, como parece indicar el hecho de que Eduardo III le concedió un galón de vino diario durante el resto de su vida, el tipo de recompensa que solía reservarse a los artistas y poetas.
Otras obras tempranas fueron Anelida y Alcite, La casa de la fama, Parlamento de las aves y La leyenda de las buenas mujeres. Troilo y Crésida es quizá su obra poética en la que mejor se aprecia la influencia italiana. También destacó como traductor, siendo célebres sus versiones de la Consolación de la filosofía, de Boecio, y del Roman de la rose, de Guillaume de Lloris. Estas obras eran ya ampliamente conocidas del público culto inglés. Sin embargo, otro puñado de traducciones realizadas por Chaucer de obras menos célebres, es posible que tuvieran la torcida intención de hacerlas pasar por suyas. No juzguemos esto con demasiada severidad. En su época y hasta en los siglos siguientes, la imitación e incluso el plagio, no se miraban con la óptica de nuestros días. Muchos autores insignes recurrían a versionar trabajos de otros, embelleciéndolos con añadidos que los hacían más gratos a sus lectores.

Pero sin duda la obra más célebre y emblemática de Geoffrey Chaucer son los Cuentos de Canterbury, una colección de relatos que van refiriendo los viajeros que peregrinan a la famosa catedral. En ellos se aprecia una clara influencia de Boccaccio y su Decamerón, mezclada con rasgos más puramente ingleses, muy originales y en alguna medida, precursores del teatro isabelino y de la gran poesía renacentista en lengua inglesa. Los cuentos, que Biblioteca Bigotini quiere poneros hoy al alcance de un clic (hacedlo en la ilustración) son muy desiguales. Los hay cargados de profundas reflexiones religiosas, y los hay también satíricos, con situaciones cómicas y en ocasiones no carentes de cierto erotismo un tanto brutal, eso sí, y bien alejados de la sutileza de un Boccaccio. No obstante, los Cuentos son por derecho propio la obra si no cumbre, al menos inaugural del Renacimiento literario anglosajón. Tienen también la virtud de fijar en buena medida el lenguaje, lo que llamarían los lingüistas el inglés estándar. Es motivo suficiente por el que Geoffrey Chaucer merece figurar en el frontispicio de la literatura europea.
Disfrutad con esta versión digital que os proponemos.

¡Con qué facilidad invade la piedad los corazones nobles! Geoffrey Chaucer.




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