domingo, 22 de septiembre de 2024

MADRE, ¿NO HAY MÁS QUE UNA?

 


Pues hasta hace poco la única respuesta a esta pregunta no podía ser más que afirmativa. Sin embargo, las cosas están cambiando, y es posible que pronto tener tres progenitores no constituya una extraordinaria rareza después de todo.

Si tomamos un cigoto, es decir un óvulo recién fecundado por un espermatozoide, y le retiramos el núcleo, ese núcleo puede ser implantado en otro cigoto cuyo núcleo hayamos retirado previamente. Así, en el núcleo, tendremos el patrimonio genético del hombre y de la mujer cuya unión (óvulo y espermatozoide) dio lugar al primer cigoto, mientras que en el citoplasma del segundo cigoto, tendremos el ADN mitocondrial de una segunda mujer. Este ADN representa aproximadamente el 2% de la herencia genética que recibirá el bebé resultante de esa unión. Podrá decirse que tiene un padre y dos madres.


Cuál sería la finalidad de aplicar esta técnica: muy sencillo. Se han identificado diversas enfermedades con origen en el ADN mitocondrial. Algunas como ictus recurrentes, ceguera o epilepsia, pueden llegar a ser graves, y por el momento carecen de tratamientos efectivos. De manera que si prescindimos del ADN mitocondrial de la madre A, extrayendo el núcleo del cigoto, y colocándolo en el cigoto de la madre B, cuyo ADN mitocondrial no presenta ningún problema, obtendremos un cigoto y después un embrión que contenga material genético de los tres progenitores. Existen al menos tres técnicas que ya se han probado en animales, fundamentalmente primates, y que han arrojado resultados satisfactorios. Hace unos años, la Cámara de los Comunes del Parlamento inglés aprobó la ley Human Fertilisation and Embryology Act, que permite llevar a cabo en humanos estas técnicas de fertilización. Es sólo cuestión de tiempo que la práctica pueda extenderse a otros países.


Actualmente, la única manera de evitar dar a luz a niños que sufran determinadas enfermedades graves, es hacer uso del llamado Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP), es decir, analizar las células de los embriones obtenidos por fertilización in vitro, y desechar aquellos que presenten defectos congénitos. Pero en el caso de las enfermedades mitocondriales, esto no funciona ni resulta efectivo. Así que las técnicas de tres progenitores descritas arriba, representan un paso muy importante, aunque por supuesto, no exento de polémica. Los defensores de estas técnicas arguyen que se trata del único medio para prevenir las enfermedades mitocondriales. En cambio, para los detractores, este paso podría abrir el peligroso camino de la creación de “bebés a la carta”. En el horizonte aparecen los viejos fantasmas de la generación de super-razas, delirios nazis y otros horrores por el estilo. El viejo profe Bigotini duda que esa enorme narizota suya sea consecuencia de un ADN mitocondrial defectuoso, y aunque así fuera, manifiesta de mil maneras estar orgulloso de su nariz y su bigote de cepillo. En cuanto a qué nos depara el futuro en este campo como en otros ámbitos de la ciencia, tenemos muy claro que con independencia de objeciones morales, aquello que es posible hacer, acaba haciéndose. 

-Mira, mami, papá me ha regalado un gusano de seda.

-¿y qué hace?

-Comer todo el tiempo y hacer el capullo.

-No, si digo que qué hace el gusano.


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