La publicación en Science y Nature hace ya más de diez años, de lo que
algunos llamaron entonces el
desciframiento del ADN basura, representó un rayo de luminosa esperanza en
medio del desolado panorama eurocatastrófico en el que aun hoy seguimos
sobreviviendo. Se trataba del llamado proyecto ENCODE, acrónimo
correspondiente a la expresión inglesa encyclopedia
of DNA elements. Un estudio internacional que continúa en marcha y en
el que participan más de 300 investigadores en 32 centros de cinco países (uno
de ellos el nuestro). Quizá penséis que este viejo amigo (o sea, yo) se vuelve
con los años cada vez más entusiasta, y puede que tengáis razón; pero creo
firmemente que se trata del descubrimiento biológico más importante de los
últimos cincuenta años, por encima incluso del proyecto genoma humano que concluyó en 2001.
El estudio del genoma, con un
esfuerzo titánico, identificó unos 23.000 genes, lo que representa apenas el 2%
del material genético. Cada una de las células de nuestro organismo (en total
unos 10 billones) contiene en su núcleo una copia exacta del genoma completo.
El ADN contenido en los genes funciona como un manual de instrucciones para
construir y hacer funcionar cada célula y cada órgano. El proyecto ENCODE se ha
propuesto como meta el estudio de más del 95% restante del genoma, grandes
regiones del mismo que hasta hace bien poco se consideraban “ADN basura”, y se
suponían por completo irrelevantes. Pues bien, nada más lejos de
Hasta ahora era generalmente
admitido por los biólogos que el ADN se traducía en ARN, y que éste generaba
proteínas en base exclusivamente a la lectura de las bases nitrogenadas que el
ADN le había proporcionado. Ahora sabemos que el ARN tiene además funciones directas que
resultan decisivas tanto en la fase embrionaria, como en la reposición celular
a lo largo de
1.- Controlan el funcionamiento de
los genes.
2.- Son responsables de la
diferenciación celular y tisular.
3.- Actúan como una especie de
regulador o más gráficamente como un interruptor genético, controlando el
“encendido y apagado” de los genes en los diferentes órganos y sistemas. Por
ejemplo, “encienden” determinados genes en el riñón, pero no en el cerebro, lo
que hace posible que se formen células y estructuras renales, pero no neuronas
o hepatocitos donde no deben estar.
Las mutaciones producidas en estas
vastas regiones pueden dar lugar a diferentes malformaciones y enfermedades.
Algunos de los grupos de investigación ya han hallado relaciones de este
material genético con procesos como la leucemia, la esclerosis múltiple o
ciertos tipos de cáncer. Efectivamente, se abre una gran puerta al futuro tanto
en el conocimiento del genoma, como en sus aplicaciones prácticas en medicina.
Queda todavía mucho camino por recorrer, y probablemente no podremos ver
resultados tangibles hasta dentro de una o acaso de varias décadas, pero lo
cierto es que el descubrimiento no puede ser más prometedor… Sólo hace falta
que esta gran coalición de imbéciles, avaros, fanáticos y rufianes que desde
las instituciones, los púlpitos, los búnkeres y los consejos de administración,
parece empeñada en conducirnos al desastre, no se salga con la suya.
Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien. Groucho Marx.
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