Veamos:
trabajas en una oficina frente a una pantalla. No es precisamente esa oficina
idílica, moderna y fantástica de
Tampoco puedes abandonar el trabajo y consultar con el médico o el fisioterapeuta, ya hemos quedado en que no tienes tiempo, y además, tus molestias no son tan importantes después de todo. Probablemente unos ejercicios de relajación o unos estiramientos serían suficientes para aliviar tu incomodidad, ¿no crees? Claro, pero, ¿qué ejercicios puedes hacer? Has mirado en Internet y has visto auténticas tablas de gimnasia que te llevarían media hora, y para las que necesitarías un tapiz… Sencillamente no puedes tumbarte sobre la mesa o ponerte a hacer cabriolas en el pasillo. El director está mirando, y el imbécil de Peláez no te quita ojo…
Lo que necesitas es algo sencillo que te ayude a relajarte un poco, sin abandonar tu puesto. Lo que necesitas (atención damas y caballeros) está aquí. Directamente de los fondos documentales de nuestro blog bigotiniano te ofrezco estos sencillísimos ejercicios, tan fáciles y cómodos, que puedes hacerlos sin moverte de la silla, y a la vez tan discretos, que ni siquiera el maldito Peláez sospechará que tienes alguna molestia. ¿Te interesan? Aquí están:
¿Ves
que bien? Pues hala, apréndelos y hazlos varias veces cada jornada. Con eso y
dos avemarías diarias, te garantizas la salvación eterna. Para que a Peláez lo
arrolle un tren de mercancías, habría que recurrir al vudú.
La
probabilidad de que alguien te esté observando, es directamente proporcional a
la estupidez de lo que estés haciendo.
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