En
1550 y en la malagueña ciudad de Ronda, vino al mundo Vicente
Espinel. Estudió en Ronda las primeras letras y música. Siendo
ya mozo, se fue a continuar su formación en Salamanca. Contó que allí se
mantuvo dando clases de canto, antes
dadas que pagadas, lo que le empujó a ser uno de esos estudiantes pícaros y
capigorristas que protagonizaron las
novelas de su tiempo. Regresó a su tierra rondeña caminando a la apostólica. Allí le concedieron una capellanía con
la que pudo sustentarse. Otra vez en Salamanca, y ya con más medios, frecuentó a poetas e intelectuales del
momento, como Pedro Liñán de Riaza, Luis de Góngora o los hermanos Argensola,
con quienes vivió en Zaragoza durante algún tiempo.
Durante
algunos años fue soldado, fue también escudero del conde de Lemos, y en
Sevilla, protegido por el marqués de Algaba, llevó una vida disipada al margen
de la ley, frecuentando figones y lupanares, y tocando la guitarra en las
tabernas. A esa etapa pertenece su obra Sátira de las damas de Sevilla. Huyendo
de la justicia y por intercesión del marqués de Denia que había compartido con
él correrías, marchó a Italia donde sirvió al duque de Medina Sidonia recién
nombrado gobernador de Milán. A sus órdenes combatió en Argel, fue apresado por
corsarios berberiscos y rescatado por los genoveses, aportó a Génova en 1573.
Se alistó en el tercio de Alejandro Farnesio y participó en el sitio y
rendición de Mastrique en Flandes.
Pasó
después a Milán y a Roma sucesivamente. Al saber de la muerte de sus padres,
regresó a España. En Ronda, Málaga y Granada, amonestado por amigos y
parientes, retomó sus estudios, compuso diferentes poemas y canciones de
arrepentimiento, se graduó de bachiller y tomó los hábitos sagrados, se ordenó
sacerdote y cantó misa en Málaga obteniendo allí un beneficio en 1589.
Marchó
a Madrid dos años más tarde. Publicó en Madrid sus Rimas, muy alabadas por
Alonso de Ercilla, entonces toda una autoridad en poesía, lo que le granjeó un
gran prestigio como poeta. Al poco tiempo de residir en la corte, fue privado
de su beneficio eclesiástico por reincidir
en su conducta y su vida desarreglada, pero encontró empleo como maestro de
artes en Alcalá y obtuvo una capellanía, de manera que con ella y la música no
le faltó sostén hasta el día de su muerte. Fue un músico respetado al que
algunos atribuyen la incorporación de la quinta cuerda a la vihuela, y un poeta
admirado que recibió elogios de Cervantes, Lope o Quevedo, entre otros. También
se le atribuye la paternidad de un novedoso metro poético, una décima compuesta por dos quintillas que en su honor muchos han
llamado espinela. Falleció en Madrid
en 1624, siendo enterrado en la bóveda de la parroquia de San Andrés, de la que
fue capellán.
Su obra poética se halla diseminada en decenas de libros en los que participó invitado por sus autores, aportando a ellos censuras, término que se usaba entonces para referirse a prólogos y colaboraciones varias. En su faceta de humanista, tradujo y comentó varias obras clásicas, pero su obra fundamental o al menos la que ha llegado hasta nosotros con más pujanza es Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón, una novela picaresca en gran parte autobiográfica, que merece figurar entre las mejores de este género tan genuinamente español y tan representativo de nuestro siglo de oro literario. Es el texto que hoy nuestra biblioteca Bigotini pone a disposición de sus amables lectores. La versión digital está tomada de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Haced clic sobre el enlace, y descubra quien no la conozca una de las cumbres literarias del barroco en lengua española.
Señora,
dije yo, advierta vuesa merced que cuando la llamé gentil no quise decir que no
era cristiana, sino que tenía muy gentil talle y cuerpo. Vicente Espinel.
Marcos de Obregón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario