Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro
nació en 1676 en el pazo de Casdemiro, parroquia de Santa María de Melias, en
la confluencia del Miño y el Sil, y en el seno de una nobilísima familia
gallega. A la tierna edad de doce años, recién concluidos sus estudios
primarios, ingresó en la Orden Benedictina, en cuyo seno permaneció el resto de
su dilatada vida, lo que no le impidió estudiar en León y en Salamanca para
ganar la cátedra de Teología de la Universidad de Oviedo en 1709. En aquella
serena ciudad de Vetusta residió hasta el fin de sus días y falleció en 1774 a
los 87 años. Sus datos biográficos no pueden ser más sencillos. Donde radica la
importancia del padre Benito Feijoo es en su imponente estatura filosófica,
literaria e intelectual. En la España de la Ilustración, Feijoo fue
probablemente el más preclaro ilustrado.
Él
mismo se proclamó ciudadano libre de la
República de las Letras, ni esclavo de Aristóteles ni aliado de sus enemigos.
Añadió además que ante cualquier autoridad, escucharía siempre con preferencia lo que me dictaren la experiencia y la razón.
Como bien puede apreciarse, toda una declaración de principios, brillante luz
en el Siglo de las Luces, el padre Feijoo, paradójicamente tratándose de un
religioso, fue en su tiempo azote de toda superstición y adalid del
racionalismo científico más puro.
Las
incipientes sociedades económicas de amigos del país, auténticos viveros de
progreso en el XVIII, le distinguieron con toda clase de honores. Fue admirado
por los reyes de su tiempo, Fernando VI y Carlos III, y hasta elogiado con
fervor por el papa Benedicto XIV.
Por
si no fueran suficientes todas estas virtudes y galardones, añadiremos por
nuestra cuenta que el padre Feijoo fue en sus escritos un firme defensor de las
mujeres y abanderado de la igualdad de sexos, algo bastante insólito si
consideramos que se trata de un religioso en época en la que tales opiniones
podían tildarse de estrafalarias y hasta de heréticas, lo que le confiere aun
mayor mérito.
Feijoo
fue el precursor del género ensayístico tal como lo conocemos modernamente.
Autor de una extensa e ingente obra en este terreno, sin contar la numerosísima
correspondencia que mantuvo regularmente con los principales filósofos e
intelectuales europeos, fue Feijoo un erudito en toda la extensión del término.
Su obra principal es el Teatro crítico universal, colección
de más de un centenar de ensayos que se publicaron entre 1726 y 1740 y
comprenden ocho extensos volúmenes. El Teatro
alcanzó a imprimir más de 600.000 ejemplares que se tradujeron a los
principales idiomas. A lo largo de sus páginas Feijoo se ocupó de diversas
materias: filología, física, matemáticas, medicina, ciencias naturales,
geografía, astronomía, economía, derecho, religión, historia, política,
literatura, filosofía… Sin duda una de las obras más divulgadas de su tiempo, y
tan polémica que su autor se ganó un sitio de honor en la monumental Historia de los heterodoxos españoles de
don Marcelino Menéndez y Pelayo.
Algo más ligera es la colección de ensayos breves que tituló Cartas eruditas y curiosas, en cinco tomos al que posteriormente se añadió un sexto. Publicadas entre 1742 y 1760, Feijoo las dedicó a combatir las numerosas supersticiones, opiniones vulgares y creencias populares que ensombrecieron el entendimiento de millones de españoles de su época. Es acaso la obra que mejor refleja el espíritu desmitificador y abierto al racionalismo y al progreso que siempre defendió su autor. Es también la preferida de quien escribe estas líneas porque en las Cartas late con una fuerza que casi podría calificarse de revolucionaria, el esfuerzo de Feijoo por acabar con el secular oscurantismo que mantuvo a España durante siglos alejada de las naciones cultas y tan cerrada al progreso como se manifestó más tarde con el grito vergonzoso y mostrenco de ¡que inventen ellos!, que afortunadamente para él, no llegaría a escuchar en vida el padre Benito Feijoo.
Como póstumo homenaje a su memoria, nuestra biblioteca Bigotini os pone al alcance de un clic (hacedlo sobre el enlace) la versión digital de sus Obras escogidas, una recopilación de lo mejor y más representativo del padre Feijoo, publicada casi un siglo después de su muerte, en 1863, por Vicente de la Fuente y editorial Rivadeneyra en su colección Biblioteca de Autores Españoles. Está tomada de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que la pone en la red a disposición de los lectores con el cuidado y el rigor que le acredita. Merece la pena dar un repaso al pensamiento del padre Benito Jerónimo Feijoo, uno de los talentos españoles más preclaros de nuestra historia.
https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Obras+escogidas.pdf
Hay hombre tan maldito, que dice que una mujer no es buena sólo porque ella no quiso ser mala. Benito Feijoo.
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