En
la mayoría de las especies las hembras son demasiado sensatas como para
pelearse unas con otras. Ya hemos visto en entregas anteriores que semejantes
comportamientos agresivos suelen ser más propios de los machos. Los pocos casos
de lucha entre hembras, por lo general no se producen por un macho, sino por
motivos de mayor peso, como nidos, alimentos o territorios de caza.
Una
de las escasas excepciones a esta regla la protagonizan las hembras de polla
de agua, una especie de aves que habita los humedales. En este caso
concreto las hembras riñen por obtener un macho al que juzgan mejor partido.
Las señoritas pollas de agua se fijan en los machos gorditos y rechonchos, que
son los mejor alimentados y los que gozan de mejor salud, despreciando a los
delgaduchos. Ocurre que en esta especie los machos son los encargados de
empollar la puesta de huevos, una tarea que aunque parezca descansada, no lo
es. Implica ayunar durante semanas, sin abandonar el nido, mientras dure la
estación reproductora. Los pollos gordos poseen más reservas de grasa y darán
calor a los huevos de manera eficaz, por eso son los preferidos por las damas
que en este caso no buscan precisamente atractivos e insensatos aventureros,
sino tipos hogareños, tranquilos y obesos que permanezcan en el nido todo el
tiempo que sea necesario.
Otras
hembras competitivas son las de los trips australianos, unos diminutos
insectos negros cuyas hembras, armadas con unas enormes extremidades
anteriores, se matan por ocupar unas moradas mejor acondicionadas, en concreto
las agallas de las acacias que les sirven de nido y suelen estar muy
solicitadas. También son muy agresivas las reinas de hormiga granívora. Varias
de ellas cooperan para fundar una nueva colonia, pero cuando la colmena está
terminada, desenfundan sus armas mortíferas y entablan entre ellas una feroz
batalla por el control del nido. Sólo puede quedar una, y la vencedora hereda
el reino y el derecho a reproducirse.
Nidos
y territorios son importantes, pero también en ocasiones pueden serlo los
machos, y lo son precisamente cuando más escasean. Algunas veces la escasez de
machos es sólo pasajera, como en el caso de los tritones. Al principio de la
estación reproductora del tritón común europeo, las hembras están
a punto y ansiosas de montar, mientras que los machos, que disponen de una
cantidad fija de esperma para toda la estación, son inicialmente muy
reservados. Triunfa la mala educación. Las hembras solteras se abren paso a
empujones entre las parejas durante el cortejo, con la intención de robar un
poco de esperma justo cuando el macho lo deposite. El resultado es que los
encuentros sexuales son en esta especie extraordinariamente agitados. En
cambio, al final de la estación la mayoría de las hembras han perdido el
interés por el sexo, y están muy ocupadas poniendo huevos y envolviendo cada
uno de ellos en una hoja con un cuidado exquisito. Entonces son los machos los
que se pelean por cualquier hembra que a esas alturas todavía se muestre
receptiva. En fin, cosas de tritones y de estaciones reproductoras.
Sin
embargo, en algunas especies la escasez de machos es crónica. Es el caso de Acraea
encedon, una mariposa africana cuyas hembras constituyen en muchos
lugares hasta más del 90% de la población, así que cuando se cruzan con uno de
los pocos machos disponibles, decenas de hembras lo acosan y pelean entre ellas
por conseguir sus favores. Por desgracia para Acraea, esta escasez no es lo
habitual en su especie. Está causada por la bacteria Wolbachia, que ataca y fulmina a los machos al principio de su
desarrollo embrionario.
Otras
veces la escasez no obedece a motivos patológicos. Hay hembras que son
verdaderas acaparadoras de machos, como ocurre en el sapillo balear, un
batracio cuyas hembras reclutan harenes de machos que ayudan en el desarrollo
de las crías, cargando con ellas. La naturaleza dispone un número
aproximadamente igual de machos y hembras, pero como algunas se quedan con
varios machos, resulta inevitable su escasez para otras muchas que no solo se
pelean por los chicos, sino que a veces realizan incursiones en territorios de
sus vecinas para raptar a todos los machos que pueden conseguir.
Así
que ya sabéis cómo deben sentirse esas estrellas masculinas de la canción
melódica cuando son acosados por sus admiradoras quinceañeras en plena
ebullición hormonal. El viejo profe Bigotini que según cuentan los más ancianos
del lugar, llegó a tener incluso pelo en la cabeza cuando era joven, fue al
parecer objeto de deseo por parte de muchas jóvenes muchachas en flor. Él, ya
viejo, mira a las jovencitas actuales y sonríe melancólico. Sospecho que le
siguen gustando, aunque probablemente eche en falta la reciprocidad que hallaba
en sus tiempos.
-Estás
mucho más guapa si no llevas las gafas.
-Gracias.
Tú también estás más guapo cuando no las llevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario