lunes, 17 de febrero de 2020

EL REPARTO DE LOS ELEFANTES



Me vais a permitir que hoy nos ocupemos del pensamiento abstracto. Para eso voy a contaros un cuento parecido, aunque solo sea en la ambientación, a aquel tan hermoso que el poeta nicaragüense Rubén Darío dedicó una vez a Margarita.

Allá por el tiempo de Maricastaña, en el lejano y exótico reino de Repartoproporcilandia, un poderoso majarajá, siguiendo la ancestral costumbre de sus mayores, quiso repartir su magnífico rebaño de elefantes entre sus tres hijos. Según la tradición, debía corresponder la mitad del rebaño a su hijo mayor, la cuarta parte al hijo mediano, y la sexta parte al más pequeño. Así que el majarajá convocó a toda la corte, y anunció con gran solemnidad su intención de repartir de esa manera entre sus hijos, aquellos elefantes de los que se sentía tan orgulloso. Desde hacía siglos, sus antecesores lo habían hecho siempre de esa manera, fuera cual fuera la cantidad de objetos preciosos que se pretendiera repartir.

Bueno, pues el majarajá, sentado en su trono dorado en la plaza principal de Repartoproporcinópolis, proclamó con voz grave: es mi deseo repartir mis magníficos once elefantes entre mis queridos hijos. A mi hijo mayor le corresponderán la mitad, es decir…, es decir…, repitió vacilante… y de repente comprendió que la mitad de once son cinco y medio, y que no podía partir por la mitad uno de aquellos excelentes animales. El majarajá miró a su alrededor, como implorando ayuda. Los cortesanos evitaron su mirada avergonzados. Pero los majarajás no se arredran fácilmente, así que sin inmutarse, prosiguió: del reparto, que tendrá lugar pasado mañana, durante el festival de la luna, se encargará mi fiel gran visir, he dicho. Y se quedó tan ancho.

El majarajá se retiró muy digno a sus aposentos, y el pobre visir sufrió un desmayo. ¡Menuda papeleta! ¡Cómo iba a repartir los once elefantes! Sin embargo, el visir era un tipo instruido e ingenioso. En cuanto se repuso de la impresión, comenzó su trabajo. La luna ya estaba en un creciente avanzado, faltaban sólo dos días para el festival, y había que actuar rápidamente. El visir reunió todos sus ahorros, pidió prestado a amigos y familiares, empeñó hasta la camisa para conseguir dinero suficiente, y comprar… otro elefante.
Llegado el momento del reparto, el visir se presentó con doce elefantes. Entregó seis al hijo mayor, es decir, la mitad; tres al hijo mediano, es decir, la cuarta parte; y dos elefantes al más pequeño, es decir, la sexta parte. El visir cumplió así su misión a satisfacción de todos. Pero la suma de 6 + 3 + 2, es igual a 11, así que como sobraba el duodécimo elefante, el visir lo revendió y recuperó su dinero. Los repartoproporcilandeses quedaron pasmados, y puede que alguno de vosotros también.

¿Qué había ocurrido? Sencillamente el visir que conocía al dedillo los viejos textos sagrados, encontró un versículo en el Gran libro de la sabiduría que decía: cualquier número entero (par o impar), fraccionario, irracional, positivo o negativo, es igual a la suma de su mitad, su tercera y su sexta parte. Para que también vosotros lo tengáis claro, aquí van unos cuantos ejemplos:

50 = 50/2 + 50/3 + 50/6 = [ 50.3 + 50.2 + 50.1 / 6 ] =
= [150 + 100 + 50 / 6 ] = 300/6 = 50

1/2  = (1/2 : 2) + (1/2 : 3) + (1/2 : 6) = 1/4 + 1/6 + 1/12 =
= (3 + 2 + 1 / 12) = 6/12 = 1/2

x = x/2 + x/3 + x/6 = [ 3x + 2x + x / 6 ] = 6x/6 = x

V2 = V2/2 + V2/3 + V2/6 = [3V2 + 2V2 + V2 / 6 ] = 6V2/6 = V2

Esto funciona con cualquier número, sea el que sea. Cambiad en el primer ejemplo 50 por 55 o por el número impar que se os antoje, y veréis que también se cumple la igualdad. Podéis hacerlo con la raíz cuadrada de menos uno coma cero tres, podéis hacerlo con pi o con un billón de billones. Siempre funciona…
En este caso concreto, como ya os habréis dado cuenta, la dificultad estaba en que al segundo hijo no había que darle la tercera, sino la cuarta parte, y claro, eso complica las cosas hasta el punto de poner seriamente a prueba el ingenio del visir, que debe utilizar el recurso de añadir un elefante. Pensad en ello, y por si os animáis a enviar un comentario, aquí os dejo un problema parecido. Ahora que ya os ha sido revelado lo que dice el Gran libro de la sabiduría, os resultará más fácil:

Repartir 35 caballos entre 3 herederos, de forma que toque al primero la mitad, al segundo la tercera parte, y al tercero la novena parte. ¡Hala, a ejercitar las conexiones neuronales!

Yo no reparto elefantes. Prefiero cazarlos.  Un majarajá emérito de por aquí.



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