En
el ocaso del siglo XIII, allá por 1287, vino al mundo Richard de Aungervyle, a
quien se conoce como Richard de Bury
por su lugar de nacimiento, Bury St. Edmunds, en el condado inglés de Suffolk.
Su padre fue un noble que había luchado junto a Guillermo el Conquistador. Profesó
en la orden benedictina, pero al parecer nunca hizo vida monacal, sino que más
bien fue un diplomático de su época, un príncipe de la Iglesia dedicado a
intrigas políticas. Sabemos de su biografía que participó en la deposición de
Eduardo II. Concretamente parece que fue quien se encargó de hacer llegar a
Isabel de Francia y a Roger Mortimer, su amante, los dineros que hicieron
triunfar la conspiración. Se refugió en París, y allí estuvo a punto de ser
eliminado por los sicarios del rey, pero finalmente pudo salvarse, y una vez
alzado al trono Eduardo III, Richard de Bury ocupó cargos importantes en la
corte londinense, llegando a ser Administrador del Reino, una especie de
tesorero real.
A
instancias del monarca inglés fue nombrado por el papa Juan XXII obispo de
Durham en 1333. En Avignon conoció y trató a Petrarca, y tras ser nombrado
Canciller, llevó embajadas de Eduardo III al rey de Francia, Luis IV, con quien
llegó a adquirir gran intimidad.
Esto
es lo que conocemos de su faceta política. En cuanto a la vertiente literaria
del personaje, su importancia deriva precisamente de su gran afición a los
libros. Richard de Bury se retiró de la vida pública en 1342, para recluirse en
su diócesis de Durham y dedicarse a su pasión por los libros. Llegó a poseer
una biblioteca muy extensa, y fue pionero en su labor de recopilación y
clasificación de las obras. Su biblioteca constituyó el núcleo para que años
después se estableciera la de Oxford, una de las más importantes del mundo, y
sin duda la más antigua en lengua inglesa. Su pasión por los libros quedó
plasmada en la que es su única gran obra conocida: el Filobiblión,
una mezcla entre apología de la bibliofilia y método científico de
biblioteconomía medieval. Es el texto cuya breve muestra en forma de pequeña pincelada de su versión digital traemos hoy a
nuestro blog. Haced
clic en la portada y admirad las ideas de este pionero entre los
amantes de los libros.
Para
el hombre que defiende la razón, los libros son más estimables que las
riquezas. Richard de Bury.
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