George Herriman nació
en Nueva Orleans en 1880. Su padre era un criollo de Louisiana de raza negra, y
su madre una inmigrante europea, probablemente de origen griego. El pequeño
George fue inscrito en el registro como colored
(negro), aunque en documentos posteriores se le calificó de mulato. En aquella
sociedad racista la familia tuvo problemas, por lo que decidieron trasladarse a
Los Ángeles, donde el padre ejerció como peluquero y panadero. Debido a su
origen, George hablaba con soltura además del inglés, el francés, el español,
el creole, y al parecer, algo de navajo. Con el tiempo iba a emplear una mezcla
de todas esas lenguas en sus trabajos artísticos.
El
joven dibujante estudió en escuelas católicas y con apenas quince años empezó a
colaborar en la prensa local. Sus comienzos coincidieron con los titubeantes
inicios del cómic. Fue contemporáneo de pioneros como Swinnerton y Outcault, a
quienes se considera padres del género, y hasta fue un tiempo ayudante de Tad Dorgan.
Tampoco fue ajeno a la disputa de los dos grandes editores periodísticos
(Hearst y Pulitzer) por contratar a los mejores dibujantes. Trabajó para ambos
en sucesivas etapas de su carrera. Se trasladó a Nueva York en 1900, y a partir
de entonces se granjeó una brillante reputación como autor de tiras cómicas,
dibujando para los principales diarios. La lista de series y personajes de
Herriman es muy extensa, pues fue un trabajador infatigable. No obstante, la
serie que le ha convertido en un autor inmortal e imprescindible en la historia
del cómic, es sin duda su célebre Krazy Kat.
Esta
gata loca (o quizá gato loco, pues Herriman nunca dejó claro el género del
personaje y el título en inglés resulta ambiguo) fue y sigue siendo todo un
clásico de la historieta. K.K. está locamente enamorada del ratón Ignatz,
Ignacio, un tipo casado y con hijos, un sinvergüenza maltratador, que lanza
ladrillos a la gata con una puntería asombrosa. A su vez, el gendarme Bull
Pupp, un perro policía, está secretamente enamorado de K.K., e intenta
protegerla encarcelando al ratón con la menor excusa. Hay otros personajes muy
interesantes, animales antropomórficos que componen un mosaico social bien
curioso. Superficialmente no hay más que graciosos animalitos lanzando adoquines
y dándose porrazos, el típico slapstick
tan en boga en el cine cómico de aquellos años. Pero lo cierto es que detrás de
Krazy Kat hay mucho más que eso. Para empezar, el paisaje del condado de
Coconino, donde transcurre la historieta, es un espacio surrealista, casi
extraterrestre, acorde con el dadaísmo que también por entonces se abría paso
en el arte tanto europeo como americano. Por otro lado, en los ingeniosos
argumentos encontramos una patente rebeldía contra la autoridad muy afín al
movimiento libertario, un escandaloso sadomasoquismo de K.K., y hasta una
velada ambigüedad sexual.
En
nuestra Historia del cómic nos complacemos hoy en ofreceos un abanico de
ilustraciones y páginas del genial George Herriman, con las que estamos seguros
de que pasaréis un buen rato. También os ofrecemos el enlace para visionar un
viejo corto de animación producido por Columbia en 1936. Aunque Herriman no
intervino para nada en la película, estoy seguro de que os hará pasar unos
minutos divertidos. Clic en el
ladrillazo, y a pasarlo bien.
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