De las tres hermanas Bennett que
comenzaron a actuar en espectáculos teatrales y más tarde en el cine, Joan era
la más brillante, bella y talentosa. Su gran capacidad de adaptación la llevó a
interpretar todo tipo de papeles a lo largo de su carrera. También físicamente
experimentó cambios. Fue sucesivamente rubia y morena. Pasó de interpretar a
jovencitas al final de los años veinte, a encarnar a la madre de cuatro hijas
ya crecidas en la célebre Mujercitas de George
Cukor en 1933.
Probablemente la mejor y más recordada etapa
de Joan Bennett como
actriz fue la que le unió al genial director Fritz Lang en los años cuarenta.
Protagonizó bajo sus órdenes cuatro inolvidables películas entre las que
destaca (al menos es mi preferida) La mujer del cuadro de 1944. En
ella, y al lado de Edward G. Robinson, encarnó a una de las mujeres más
misteriosas y atractivas de la historia del celuloide. Eso no le impidió actuar
en los primeros cincuenta en las comedias El padre de la novia, y su
continuación, que dirigió Vincente Minnelli y protagonizó nada menos que
Spencer Tracy.
En este recorrido de recuerdos e imágenes
que venimos haciendo, os proponemos (clic en la foto) un repaso nostálgico al
trabajo de la Bennett, a través de un hermoso montaje fotográfico y musical. ¡A
gozar!
Próxima entrega: Ralfh Bellamy
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