Su
brillo estelar sólo duró una década, pero ¡qué década, amigos!
Entre 1938 y 1948, Priscilla Lane
enamoró al público de medio mundo. Tenía el aire de esas chicas
buenas que no han roto un plato en su vida, y todo indica que
efectivamente, así fue. Desde sus comienzos sobre las tablas,
formando un trío músico-vocal con sus otras dos hermanas, la limpia
sonrisa de Priscilla destacó por encima de todas. Nunca fue lo que
se dice una gran actriz, pero lo cierto es que los papeles que
interpretó, tampoco requerían serlo. Cantaba bien, sabía poner
carita de pena cuando el guión lo exigía, y sobre todo, tenía una
de esas risas cantarinas y contagiosas que la convirtieron en una de
las favoritas de la comedia, musical o no, de aquellos años.
Su
graciosa intervención en Arsénico por compasión,
disparatada comedia de Frank Capra filmada en 1944, la lanzó a la
fama internacional. En la tristísima España postguerrista el filme
se publicitó con la frase: si no se ríe con esta película...
visite a su médico. Un desternillante Cary Grant se pasa todo el
metraje intentando que Priscilla, su novia, no llegue a sospechar que
su hermano es un psicópata asesino, su tío un loco de remate, y sus
ancianas y encantadoras tías, unas envenenadoras con el sótano
lleno de cadáveres.
En
1948, Priscilla Lane siguiendo el anterior ejemplo de sus hermanas,
se retiró de los platós cinematográficos, los escenarios y todo
cuanto oliera a farándula, para llevar una prosaica y larga vida de
sencilla ama de casa, lejos del brillo de los focos. Hoy en Bigotini
os proponemos un recorrido fotográfico y musical por la carrera de
esta simpática estrella. Clic en la foto
y que lo disfrutéis.
Próxima
entrega: Humphrey Bogart
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