domingo, 1 de julio de 2018

LEYENDECKER. UN ARTISTA EN EL ARMARIO



Joseph Christian Leyendecker fue uno de los más grandes ilustradores norteamericanos, a pesar de que nació en Alemania en 1874 y su familia era de origen holandés. Se trasladaron a Estados Unidos cuando el pequeño Joseph no tenía más que ocho años. Asistió primero a la Escuela de Arte de Chicago, y más tarde a la famosa Acadèmie Julian de París. Desde muy joven se labró una importante reputación en el ramo de la publicidad, dibujando para una marca de camisas para hombre, a la que fue fiel durante toda su carrera, y para algunas otras firmas.
A lo largo de cuarenta años Leyendecker produjo un sinfín de magníficas portadas para las mejores revistas ilustradas de América, como Collier's o singularmente la popular Saturday Evening Post. Pionero en muchas cosas, fue el inventor de ese gordito y bondadoso Santa Claus vestido de rojo, que desde entonces hasta el presente han reproducido innumerables ilustradores. También impuso la figura de un simpático niño para representar el año nuevo. Durante la Gran Guerra dibujó numerosos motivos patrióticos, que serían la inspiración de ilustradores posteriores de la categoría de un Norman Rockwell, por ejemplo, quien fue discípulo y gran amigo suyo.
Los modelos habituales para sus dibujos fueron su amante y pareja, Charles Beach, y en alguna menor medida, su hermana Augusta. Con ambos convivió Joseph durante la mayor parte de su vida. En los trabajos de Leyendecker la mujer estuvo siempre en segundo plano. Sus preferidos fueron siempre jóvenes deportistas y elegantes caballeros. Ganó mucho dinero. Era lo que se dice un hombre rico, amante del lujo del que estuvo casi siempre rodeado. Si hace unos meses nos ocupamos de Charles Dana Gibson y de su célebre chica Gibson, hoy debemos hablar del hombre Leyendecker, un hombre blanco y rico, casi un dios clásico ya fuera vestido de esmoquin, de uniforme, o incluso desnudo. Un prototipo masculino al gusto de las clases altas de la América de entreguerras. Una sociedad un tanto fascistoide.
Entre la selección de ilustraciones que ofrecemos a vuestra consideración, destacan los retratos de su pareja luciendo palmito, y hasta una curiosa por lo singular, alegoría de América con un aire innegablemente andrógino, acompañada de un pequeño boy-scout. Disfrutad del elegantísimo trazo de este maestro de maestros entre los ilustradores.



























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