Joseph
Christian Leyendecker fue uno de los más grandes
ilustradores norteamericanos, a pesar de que nació en Alemania en
1874 y su familia era de origen holandés. Se trasladaron a Estados
Unidos cuando el pequeño Joseph no tenía más que ocho años.
Asistió primero a la Escuela de Arte de Chicago, y más tarde a la
famosa Acadèmie Julian de París. Desde muy joven se labró una
importante reputación en el ramo de la publicidad, dibujando para
una marca de camisas para hombre, a la que fue fiel durante toda su
carrera, y para algunas otras firmas.
A
lo largo de cuarenta años Leyendecker produjo un sinfín de
magníficas portadas para las mejores revistas ilustradas de América,
como Collier's o singularmente la popular Saturday
Evening Post. Pionero en muchas cosas, fue el inventor de ese
gordito y bondadoso Santa Claus vestido de rojo, que desde entonces
hasta el presente han reproducido innumerables ilustradores. También
impuso la figura de un simpático niño para representar el año
nuevo. Durante la Gran Guerra dibujó numerosos motivos patrióticos,
que serían la inspiración de ilustradores posteriores de la
categoría de un Norman Rockwell, por ejemplo, quien fue discípulo y
gran amigo suyo.
Los
modelos habituales para sus dibujos fueron su amante y pareja,
Charles Beach, y en alguna menor medida, su hermana Augusta. Con
ambos convivió Joseph durante la mayor parte de su vida. En los
trabajos de Leyendecker la mujer estuvo siempre en segundo plano. Sus
preferidos fueron siempre jóvenes deportistas y elegantes
caballeros. Ganó mucho dinero. Era lo que se dice un hombre rico,
amante del lujo del que estuvo casi siempre rodeado. Si hace unos
meses nos ocupamos de Charles Dana Gibson y de su célebre chica
Gibson, hoy debemos hablar del hombre Leyendecker, un hombre blanco y
rico, casi un dios clásico ya fuera vestido de esmoquin, de
uniforme, o incluso desnudo. Un prototipo masculino al gusto de las
clases altas de la América de entreguerras. Una sociedad un tanto
fascistoide.
Entre
la selección de ilustraciones que ofrecemos a vuestra consideración,
destacan los retratos de su pareja luciendo palmito, y hasta una
curiosa por lo singular, alegoría de América con un aire
innegablemente andrógino, acompañada de un pequeño boy-scout.
Disfrutad del elegantísimo trazo de este maestro de maestros entre
los ilustradores.
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