jueves, 14 de diciembre de 2017

HENRY CAVENDISH. EL MÁS SABIO DE LOS RICOS


Henry Cavendish es uno de esos británicos nacidos en Francia. No se trata de un caso único. Sin ir más lejos, otro gigante científico compatriota suyo como Joseph Black vio la luz primera en el continente. Cavendish nació en la soleada Niza (que entonces formaba parte del reino de Cerdeña), lejos de la espesa bruma londinense, en 1731. Era el primogénito de una de las casas más nobles de Inglaterra. Su padre, lord Charles Cavendish, era nada menos que duque de Devonshire. Su alma mater fue la prestigiosa Universidad de Cambridge. Parece que el joven Henry fue un estudiante aplicado, aunque a decir verdad, nunca llegó a graduarse. Lo cierto es que en aquel tiempo a los hijos de la alta nobleza, los títulos académicos no les hacían ninguna falta para triunfar en la vida. El muchacho sencillamente tenía interés en aprender, lo hizo, y no vio necesidad alguna de superar exámenes ni otras pruebas.

Al heredar la fortuna familiar, nuestro protagonista se convirtió en un hombre considerablemente rico. Alguna biografía afirma que llegó a ser el más rico de su tiempo. Biot decía de él que fue el más rico de los sabios y el más sabio de los ricos. Con su fortuna personal Cavendish no sólo sufragaba sus experimentos científicos, que presentaba regularmente en los salones de la Royal Society, sino que también contribuía con numerosas donaciones a costear los proyectos de otros hombres de ciencia, así que lord Cavendish ejerció como brillante científico y como generoso mecenas. Al parecer fue siempre extremadamente tímido, retraído, solitario, misántropo y hasta misógino. No se casó, no se le conoce relación alguna, y sólo tuvo trato con un reducido número de personas de su círculo más íntimo. Con sus colegas científicos y hasta con muchos familiares cercanos y otras personas de su casa, se comunicaba mediante notas escritas. Entre los escasos mortales que llegaron a conocerle personalmente, se cuentan hombres de la talla científica de James Watt, Joseph Priestley, William Herschel o Erasmus Darwin (el abuelo de Charles). Algunos han sugerido que pudo padecer el síndrome de Asperger, que no es raro entre personas con un elevado coeficiente intelectual. En cualquier caso, nunca llegaremos a saberlo con certeza, pues en aquella época el cuadro era aun desconocido.


En cuanto a su extensa labor investigadora, Cavendish fue el descubridor de la composición del agua, y el primero en aislar el hidrógeno como elemento. También se ocupó de la composición del aire, descubrió el ácido nítrico y contribuyó con su trabajo al del argón, que no se materializó hasta después de su muerte. Fue uno de los precursores del estudio de la electricidad, adelantándose varias décadas a Coulomb en los trabajos sobre atracción y repulsión de cargas eléctricas. Pero el que le hizo mundialmente célebre fue el famoso experimento Cavendish, por el que determinó que la densidad de la Tierra superaba en 5,45 veces la del agua. Dada la escasa tecnología con la que contó, la medición adquiere mayor mérito, pues los más precisos resultados modernos arrojan una cifra de 5,5268 veces, como puede verse, muy aproximada. Con la misma técnica experimental, mediante su balanza de torsión, demostró que la ley de la gravedad de Newton se cumple de igual manera para cualquier par de cuerpos cualesquiera. Gracias a su fructífero experimento, pudo calcularse también ya en el siglo XIX, la constante universal G. Por eso erróneamente algunos atribuyen el cálculo del valor de esa constante al propio Cavendish. En cualquier caso, la contribución de este gran hombre de ciencia al progreso fue mayúscula. Falleció en Londres en 1810. Su legado incluye una gigantesca biblioteca científica, abundantes notas repletas de experimentos que no tuvo tiempo de realizar, y fueron llevados a cabo de forma póstuma, y su gran fortuna que sirvió para dotar espléndidamente el laboratorio y la cátedra que llevan su nombre en Cambridge. In memoriam suam timeat Bigotini.

Algunos ricos son tan pobres que sólo tienen dinero.



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