Nacido
en Basilea en 1654, Jakob Bernoulli,
a quien también se llama a veces Jacob, Jacques o James, fue uno de
los más destacados filósofos y matemáticos de su generación. Su
familia cuenta con otros reputados científicos, pues fue hijo de
Nikolaus y hermano de Johann Bernoulli. Estudió en su ciudad natal,
y en su magnífica Universidad, filosofía y teología. Su padre le
había destinado a ocuparse de esas materias, pero su verdadera
vocación era la de las ciencias, así que ocultamente Jakob comenzó
a estudiar física y matemáticas, deslumbrando muy pronto a sus
profesores en estas materias.
Siendo
todavía un muchacho, amplió y enriqueció los trabajos de Newton y
Leibniz sobre cálculo infinitesimal, aplicando sus
hallazgos a nuevos problemas. Desarrolló también la geometría
analítica, el cálculo de probabilidades y el
de variaciones, y aportó mejoras impagables al teorema
de Fermat. Junto a su hermano Johann, descubrió las
propiedades de la cicloide, y en suma, sus
contribuciones a la teoría matemática moderna, han resultado del
todo decisivas para las aplicaciones más usuales en la actualidad.
Jakob
Bernoulli no fue precisamente un aventurero. Apenas viajó,
transcurriendo la mayor parte de su vida en su Basilea natal, en cuya
prestigiosa Universidad, ejerció el magisterio hasta su muerte. En
una fugaz estancia en Inglaterra, trabó amistad con Robert Boyle y
Robert Hooke, con quienes mantuvo siempre permanente contacto y
correspondencia. Ellos le animaron a proseguir sus trabajos
matemáticos. A Bernoulli cabe el honor de ser la primera persona en
la Historia en resolver ecuaciones diferenciales separables,
mediante un ingenioso método que ni siquiera han llegado a superar
los modernos computadores. Se alió con Gottfried Leibniz en la
encarnizada disputa que éste sostuvo con Newton. Junto a su hermano
Johann, publicó una brillante serie de artículos sobre las llamadas
curvas trascendentales y la isoperimetría,
lo que valió a ambos el reconocimiento universal en el terreno
científico.
Jakob
Bernoulli falleció de tuberculosis en 1705. Nicholas, uno de sus
sobrinos, publicó en 1713 un volumen con sus últimos trabajos, que
a la postre resultaron ser una obra imprescindible para la matemática
moderna. En ellos, bajo el epígrafe de teoría de la
probabilidad, se contienen hallazgos tan trascendentes como
los números de Bernoulli o el llamado ensayo de
Bernoulli, cuya gestación parece milagrosa sin contar con
los actuales métodos de computación. Poco antes de su muerte
encargó un epitafio con la leyenda: eadem mutata resurgo
(resurjo mutante y permanente). Encargó también que en su tumba
fuera grabada una espiral logarítmica, pero los
marmolistas tallaron una espiral de Arquímedes, donde
las distancias son constantes, mientras que en la logarítmica se van
incrementando en progresión geométrica. La espiral
de Bernoulli ha sido elegida como símbolo en 1948 por
el Colegio de Patafísica (lo que está más allá de
la física), una sociedad fundada en París como beligerante
oposición a las sociedades científicas oficiales. La patafísica es
la ciencia de las soluciones imaginarias. Nuestro profe Bigotini,
paradigma de los personajes imaginarios, es desde su ya remoto
nacimiento, miembro honorífico de esta sociedad surrealista y
vanguardista. Artístico legado basado en el absurdo más clamoroso y
fantástico. Et glorificatus sum in aeternum. Amen.
Hay
quienes, para matar el tiempo, son muy capaces de estropear el reloj.
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