domingo, 25 de junio de 2017

TEORÍA GENERAL DE LA RELATIVIDAD. LA NUEVA HISTORIA DEL TIEMPO


Publicado en nuestro anterior blog en diciembre de 2012


Recordad la reciente entrada acerca de la teoría especial de la relatividad (Albert Einstein, 1905), que sugería que distancia y tiempo no son magnitudes absolutas, y que la medida del avance de un reloj, depende de la velocidad del movimiento respecto de ese reloj. Pues bien, diez años después, en 1915, Einstein hizo pública su teoría general de la relatividad, que explica la atracción gravitatoria desde una nueva perspectiva.

Según esta nueva y revolucionaria concepción, la gravedad no es una fuerza como las demás, sino más bien el resultado de la curvatura del espacio-tiempo provocada por la ubicación de las masas en el mismo. Como ya comentamos, cualquier masa que se encuentra en el espacio, lo deforma, del mismo modo que lo haría una enorme sandía que colocáramos sobre una superficie elástica. Si situamos una liviana pelota de ping-pong en el borde de la depresión, dándole un impulso circular, la pelota orbitaría durante algún tiempo alrededor de la sandía, hasta terminar precipitándose hacia el fondo de la depresión, ganando más velocidad a medida que se fuera aproximando. Se trata de una metáfora perfecta acerca del comportamiento de los cuerpos estelares y los demás objetos del universo.


Así pues, Einstein interpreta los fenómenos gravitatorios como alteraciones de la curvatura del espacio-tiempo producidas por la presencia de masas. De ello se deduce que el campo gravitatorio, al igual que el campo electromagnético, tiene una identidad física independiente y sus variaciones se transmiten a una velocidad finita en forma de ondas gravitacionales. Como ya quedó implícito en la teoría especial de 1905, nada en el universo puede viajar a una velocidad superior a la de la luz, lo que da lugar a una nueva y revolucionaria reinterpretación del concepto tiempo. La representación gráfica del cono del tiempo (véase la ilustración) resulta particularmente esclarecedora y atractiva.

Como los efectos gravitatorios se propagan a la velocidad de la luz, si nuestro sol estallara o desapareciera de repente, la Tierra no abandonaría su órbita ni nosotros experimentaríamos efecto alguno hasta ocho minutos más tarde, que es exactamente el tiempo que tarda la luz en llegar desde el sol hasta nuestro planeta. Del mismo modo que los fotones son las partículas elementales específicas para la luz (redordad: una inquietante mezcla de ondas y de partículas), muchos científicos piensan que la gravitación podría cuantizarse en forma de unas partículas ideales llamadas gravitrones. He aquí un interesante tema de reflexión.


Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.  Groucho Marx.



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