Ambrose
Gwinnett Bierce, nacido en Meigs, Ohio, en 1842,
protagonizó una de las biografías más novelescas que cabe
imaginar. Fue el décimo de trece hermanos en una familia de
granjeros calvinistas de la América más primitiva y profunda. Su
padre, un sujeto extravagante, se empeñó en bautizar a todos sus
retoños con nombres que empezaran por A. Su madre tenía un carácter
autoritario y despótico. En este ambiente asfixiante se crió el
joven Ambrose, y no es de extrañar que cobrara un odio visceral por
su familia. Uno de sus hermanos fue forzudo en un circo ambulante,
otra de sus hermanas marchó a África como misionera, y acabó sus
días en una cazuela devorada por los caníbales. Tal como suena.
Ambrose se alistó como voluntario en el ejército de la Unión nada
más comenzar la Guerra Civil americana. Más que por patriotismo, lo
hizo para escapar de la casa paterna. Se distinguió en sucesivas
acciones bélicas, participando en batallas históricas como las de
Chattanooga, Nashville o Shiloh. Esta última, que fue una auténtica
carnicería, dejó una huella imborrable en su carácter, y le sirvió
de inspiración en varios de sus mejores relatos. Terminó la guerra
ascendido al grado de mayor (comandante).
Acabada
la contienda participó aún en algunas escaramuzas contra los
indios, destinado al célebre Fort Laramie. Pretendió continuar en
el ejército, pero desistió cuando no respetaron su graduación,
siendo aceptado como simple teniente. Se casó con Molly Day, mujer
al parecer bellísima, de la que se divorció tras sorprenderla en
una aventura amorosa.
Bierce
se inició en las letras como periodista en San Francisco, llegando a
dirigir alguna publicación. Viajó en esta época regularmente a
Londres, y entabló amistad con Mark Twain, por entonces toda una
celebridad literaria, de quien fue siempre un admirador
incondicional. De vuelta en San Francisco, entró en las empresas
periodísticas de William Randolph Hearst, convirtiéndose en el más
prestigioso columnista de la costa occidental.
Bierce
desapareció en México en 1914, cuando tenía más de setenta años.
Su inextinguible espíritu aventurero le llevó a unirse en Ciudad
Juárez al ejército de Pancho Villa. Su rastro se perdió en
Chihuahua, y a partir de entonces no volvió a saberse nada más de
él, lo que hizo correr ríos de tinta en su país. Su peripecia
mexicana inspiró primero una novela de Carlos Fuentes, Gringo
viejo, y después la película del
mismo título, dirigida por Luis Puenzo en 1989, y
protagonizada por Gregory Peck.
En
cuanto a su faceta propiamente literaria, Ambrose Bierce fue ante
todo un maestro del cuento corto. En sus narraciones hizo gala de un
humor irónico, a veces sarcástico y ácido, que le valió el
sobrenombre de Bitter Bierce
(Bierce el amargo). En eso imitó a su amigo Mark Twain.
Escribió también algunos cuentos fantásticos donde demostró su
prodigiosa imaginación. Destacó como autor de relatos terroríficos,
siguiendo la tradición tan en boga en su época, de autores como
Nathaniel Hawthorne, Herman Melville o el mismo Poe. Títulos como La
cosa maldita, La ventana tapiada o La muerte de Halpin
Frayser, son otros tantos ejemplos de su maestría en este
género.
De
entre sus numerosos relatos breves, Biblioteca Bigotini se complace
hoy en presentar la versión digital del titulado El
hipnotizador, cuento que refleja fielmente el estilo
de este prodigioso escritor de accidentada vida. Haced
clic en la portada, y disfrutadlo.
Cristiano
es aquel que sigue las enseñanzas de Cristo, en la medida en que no
sean incompatibles con hacer lo que le venga en gana. Ambrose Bierce.
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