Abu Abdallah Muhammad
ibn Musa al-Jwarizimi Abu Yaffar
es el nombre completo del que conocemos habitualmente como Al-Juarismi
o Khwarizmi,
erudito y matemático (sobre todo matemático) persa que vivió entre los siglos
VIII y IX (780 a
850 aproximadamente). Aunque algún biógrafo le supone nacido en la ciudad corasmia
de Jiva, en el actual Uzbekistán, la mayoría de estudiosos se inclinan por
señalar a Bagdad como su cuna, ciudad donde residió la mayor parte de su vida.
El califa abásida al-Mamun, hijo del mítico Harún al-Rashid, instituyó en
Bagdad la célebre Casa de
la Sabiduría, principal foco de la ciencia islámica, que se ha
comparado por su importancia con la Biblioteca de Alejandría o la Escuela de
Traductores de Toledo. A este centro acudieron artistas, escritores y
científicos de diferentes lenguas y naciones. Y en aquel ambiente multicultural
de intercambio de ideas, se educó y trabajó nuestro hombre.
Su
obra principal, Hisab al-yabr wa’l muqabala,
y su propio nombre, Al-Juarismi, han dado lugar a tres términos
que hoy día usamos comúnmente: álgebra, guarismo y algoritmo, incluso al
varios siglos posterior de logaritmo. Su monumental tratado de álgebra,
traducido por Gerardo de Cremona al latín, se utilizó como libro de texto en
las universidades europeas hasta bien entrado el siglo XVI. Contiene entre
otros importantes hallazgos, las ecuaciones lineales y cuadráticas, la
caracterización de los números naturales, la radicación o la potenciación. Pero
acaso la mayor contribución de Al-Juarismi y sus posteriores divulgadores a la
ciencia occidental, fue la introducción de la numeración
arábiga, que sustituyó poco a poco a la más antigua y
escasamente práctica numeración romana. Todo indica que la puerta de entrada
europea de la numeración arábiga fue precisamente nuestra Al-Andalus. Y el
vehículo más probable para tal introducción fue el tratado de aritmética de
Al-Juarismi, Kitab al-Yamaa wa al-Tafriq bi Hisab
al-Hind, que en nuestro suelo se tradujo como Libro de la suma
y de la resta según el cálculo indio. Una obra cuyo original
desgraciadamente se perdió, y de la que únicamente se conserva una versión
latina del siglo XII.
También
se deben a Al-Juarismi un tratado de astronomía, otro de geografía, y escritos sobre
temas tan dispares como el astrolabio, los relojes solares o el calendario judío.
El conjunto de su obra se reprodujo hasta la saciedad y fue objeto de múltiples
comentarios a lo largo de los periodos medieval y renacentista. Vaya desde aquí
nuestro modesto homenaje a este gigante de la ciencia, figura que honra y
prestigia con su obra inmortal a su nación y a su credo. Hombres como
Al-Juarismi han hecho grande al Islam. Tomen ejemplo todos esos ridículos
barbudos maltratadores de niñas. Con un fusil en las manos se creen hombres,
cuando, como dijo cierto poeta andalusí,
no son sino inmundos puercos,
hijos de una perra y un mandril.
Me
gustaría que sólo por una vez alguien me llamara “señor”, sin añadir “está
usted montando una escena”. Homer Simpson.
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