sábado, 28 de junio de 2014

ATRAGANTAMIENTO. EL ACCIDENTE MÁS HUMANO

¿Quién no se ha atragantado alguna vez? Se trata de un incidente muy común. Puede ocurrirnos y de hecho ocurre a menudo simplemente con agua. Cuando se produce con líquidos el atragantamiento se resuelve con un poco de tos. Sin embargo, los alimentos sólidos pueden darnos algún disgusto. En todos los manuales de socorrismo y primeros auxilios suele incluirse una descripción de la maniobra de Heimlich, muy útil para ayudar a una persona que se halle en esta situación comprometida. A pesar de todo, muchas personas fallecen anualmente por causa de un atragantamiento.

Podemos decir con toda propiedad que se trata de una muerte exclusiva de los seres humanos. En efecto, ¿habéis visto abrevar al ganado? Para los urbanitas cada vez resulta un espectáculo más exótico. Para contemplarlo hay que desplazarse a granjas o zonas rurales. El resto de los mamíferos cuando beben son capaces de deglutir y respirar al mismo tiempo. Nosotros no. Mejor dicho, Nosotros también somos capaces de hacerlo durante un breve periodo de nuestra vida. Los bebés lactantes también son perfectamente capaces de deglutir y respirar a la vez. ¿Cómo es posible pues, que los adultos hayamos perdido esta utilísima capacidad?


La respuesta está en la conformación de nuestra glotis. A partir del primer año aproximadamente, cuando los niños comienzan a emitir sus primeras palabras, la glotis va adquiriendo progresivamente la que será su definitiva forma adulta, en la que no es posible tragar y respirar al mismo tiempo. No hay que lamentarse, salimos ganando. A cambio adquirimos la capacidad del habla, que nos permite transmitir información y conocimientos a nuestros semejantes, y que a la postre nos ha convertido en lo que somos. Nuestros parientes los chimpancés, como el resto de los grandes simios antropoides, son incapaces de articular sonidos complejos como los que nosotros emitimos. A cambio conservan la facultad de respirar y deglutir a la vez…


En fin, todo tiene su cara y su cruz. Qué le vamos a hacer. El profe Bigotini aprecia una buena conversación, y si hemos de creer a alguno de sus allegados, habla hasta por los codos. Sin embargo, tiene buen cuidado de permanecer calladito cuando toma por prescripción médica, su agua tónica perfumada con un poco de ginebra. Tomen ejemplo quienes pretendan como él, entregarse a la investigación y la ciencia.

Todo hombre debe creer en algo. Yo creo que tomaré otra copa…



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