El síndrome
del ojo seco (SOS) es todo un clásico de la patología laboral. Sin
embargo, se trata de una patología que a menudo se atribuye erróneamente al
trabajo. Existen millones de personas afectadas en todo el mundo. El número de
pacientes aumenta con el extendido uso de lentillas y con la cada vez mayor
popularización de la cirugía ocular mediante láser. Sin embargo, el uso
creciente de ordenadores y pantallas de visualización, hace que mucha gente
atribuya con ligereza los síntomas al uso de las nuevas tecnologías.
Lo cierto es que estas molestias, lejos de ser consecuencia del trabajo, obedecen a causas diversas. Entre otras, cabe reseñar:
El
natural proceso de envejecimiento. Con la edad, disminuye notablemente el flujo de lágrimas.
Aproximadamente el 75% de los mayores de 65 años, padecen el síndrome del ojo
seco. Se trata por lo tanto, de un proceso natural, completamente ajeno a los
riesgos laborales y a las características del puesto de trabajo.
El
uso creciente de lentes de contacto. Las lentillas incrementan la evaporación de las lágrimas. Causan
incomodidad y aumento del depósito de proteínas. De hecho, tanto en el trabajo
como en otros ámbitos, el SOS es con diferencia, la primera causa de abandono
de las lentes de contacto.
Los
cambios hormonales. En las mujeres, tanto las alternativas hormonales relacionadas
con el ciclo menstrual, como el consumo de anticonceptivos o la propia
menopausia, son causantes habituales de molestias oculares, y de SOS. Estos
aspectos son fundamentales en la prevención de las molestias.
Las
condiciones ambientales. Factores tales como el
viento, el frío, el calor excesivo, la escasa humidificación, y otros, son
causantes del síndrome. El empleo de humidificadores y la adecuación de los
equipos de climatización, constituyen un pilar fundamental de la prevención de
estas molestias en el trabajo.
La
concurrencia de otras patologías. Existen diversas lesiones y entidades nosológicas que cursan con
un grado mayor o menor de sequedad ocular.
El
empleo de determinados medicamentos. Algunos de uso muy extendido, como pueden ser los antihistamínicos
o ciertos antiinflamatorios, disminuyen notablemente el flujo de lágrimas. Los
médicos estamos obligados a tomarnos el trabajo de pensar en ello a la hora de prescribir.
La prevención de efectos secundarios forma parte fundamental de la labor del
médico.
La
cirugía ocular con láser. En las últimas décadas
se han hecho habituales este tipo de intervenciones. La adecuada corrección y
la salud ocular no pueden estar reñidas con la prevención de posibles efectos
secundarios
El
síndrome de Sjöegren. Se trata de una
enfermedad frecuente en mujeres de cierta edad, que cursa con una acusada
sequedad de las mucosas en general: bucal, vaginal, ocular… Es importante la
prevención de los síntomas mediante tratamientos paliativos. En Salud laboral
resulta muy habitual el hallazgo de patologías concurrentes que en ocasiones
aparecen falsamente como laborales. Un trabajo serio del médico es la clave de
un diagnóstico correcto y de un enfoque adecuado. Conviene no correr riesgos en
este terreno.
Las
lágrimas realizan un trabajo esencial en el funcionamiento fisiológico del ojo.
Lubrican, refrescan y contribuyen al mantenimiento correcto de la función
ocular. Contra lo que vulgarmente se piensa, las lágrimas no son de una única
clase, sino de dos tipos muy diferentes:
Por una
parte están las lágrimas
lubricantes, que son las que de forma habitual e imperceptible segregan
nuestros ojos. Contienen antibióticos naturales. Son estas lágrimas lubricantes
las que disminuyen o desaparecen precisamente en el síndrome del ojo seco.
Por otra parte están las lágrimas de reflejo. Constituyen una respuesta a estímulos irritativos o agresivos, tales como humos, salpicaduras de cebolla, sustancias irritantes, emociones, etc. Estas lágrimas de reflejo no solo no disminuyen en el SOS, sino que incluso se segregan en mayor proporción. Sin embargo, estas lágrimas no proporcionan alivio ni lubricación. Al contrario, se evaporan rápidamente y generan aun mayor sensación de molestia y sequedad. Son trabajo perdido.
El síndrome
del ojo seco (SOS) conlleva una reducción importante de la producción de
lágrimas lubricantes y de su calidad. La consecuencia es la sequedad ocular y
las consecuentes molestias que aparecen. Consisten básicamente en irritación,
sequedad, picor, escozor, enrojecimiento, incomodidad, sensación de “arenilla”
en el ojo, etc. Desde el punto de vista fisiológico, el síndrome consiste en
una disminución o incluso en una incapacidad de las glándulas lagrimales,
situadas en los párpados superior e inferior, para producir lágrimas. El SOS es
la molestia ocular más frecuente conocida. Se calcula que puede afectar al 20%
de la población, aproximadamente. En el ámbito del trabajo se relaciona con las
tareas de oficinas y despachos con PVD (pantallas de visualización de datos). A
menudo el síndrome aparece reseñado en evaluaciones de riesgos y planes de
prevención. Insistimos en que se trata de una entidad escasamente relacionada
con la salud laboral.
El tratamiento de estas molestias no debería revestir
complicación alguna. En la mayor parte de los casos se obtiene un alivio
importante con el simple uso de lágrimas
artificiales. La lubricación periódica del ojo es fundamental.
En casos más persistentes o resistentes a la terapia, existe un procedimiento simple y carente de complicaciones, consistente en el empleo de oclusores puntales. Es este un procedimiento no quirúrgico y sin contraindicación alguna, que resuelve prácticamente el cien por cien de las molestias. Los oclusores puntales son pequeños tapones de material plástico, que realizan una oclusión o taponamiento de los orificios lagrimales situados en el ángulo interno del ojo. Evitando que las lágrimas penetren en el orificio, se consigue que queden coleccionadas en la superficie del ojo por más tiempo, cumpliendo así su papel de lubricación y refresco. Los oclusores puntales son un procedimiento seguro, rápido, económico, indoloro y completamente reversible. Con un mínimo trabajo y una mínima inversión, garantizamos un medio seguro de prevención de cualquier molestia. Estos oclusores se fabrican en silicona y otros materiales no agresivos similares a los empleados en las lentillas de contacto. Son suaves, flexibles y casi imperceptibles a la vista.
¿Cómo saber si uno padece el síndrome? Si te tomas el trabajo de leer los síntomas y signos que aparecen a continuación, darás un paso importante en la prevención de esta patología. Consulta con tu médico si padeces dos o más de los siguientes:
Enrojecimiento.
Escozor.
Rasquiña.
Sensación
de cuerpo extraño.
Sensación
de arena o arenisca.
Sensibilidad
a la luz.
Ojos
llorosos.
Lagrimeo
ocasional.
Lagrimeo
constante.
Dolor en
los ojos o alrededor de los mismos.
Ojos
cansados.
Incomodidad
con lentes de contacto.
Disminución
a la tolerancia de maniobras exploratorias.
Alergias
estacionales.
Boca o
garganta secas.
Sequedad de
otras mucosas (nasal, vaginal…).
Artralgias
y/o dolores articulares.
Si padeces estos síntomas, podrías ser un paciente de SOS. En tal caso, debes consultar con tu médico. En materia de salud laboral y prevención de riesgos, también hay cosas que hacer. Una climatización adecuada de oficinas, talleres y centros de trabajo en general, contribuirá a atenuar las molestias. Es importante humidificar el ambiente. La seguridad en el trabajo, la prevención y la salud laboral, pasa también por estos detalles que, aunque parezcan menores, revisten una importancia capital.
El puente tiene tres ojos, yo tengo dos solamente; pero si cuento el del culo, tengo los mismos que el puente. Camilo José Cela.