Translate

sábado, 6 de septiembre de 2025

SÍNDROME DEL OJO SECO

 


El síndrome del ojo seco (SOS) es todo un clásico de la patología laboral. Sin embargo, se trata de una patología que a menudo se atribuye erróneamente al trabajo. Existen millones de personas afectadas en todo el mundo. El número de pacientes aumenta con el extendido uso de lentillas y con la cada vez mayor popularización de la cirugía ocular mediante láser. Sin embargo, el uso creciente de ordenadores y pantallas de visualización, hace que mucha gente atribuya con ligereza los síntomas al uso de las nuevas tecnologías.

Lo cierto es que estas molestias, lejos de ser consecuencia del trabajo, obedecen a causas diversas. Entre otras, cabe reseñar:

El natural proceso de envejecimiento. Con la edad, disminuye notablemente el flujo de lágrimas. Aproximadamente el 75% de los mayores de 65 años, padecen el síndrome del ojo seco. Se trata por lo tanto, de un proceso natural, completamente ajeno a los riesgos laborales y a las características del puesto de trabajo.

El uso creciente de lentes de contacto. Las lentillas incrementan la evaporación de las lágrimas. Causan incomodidad y aumento del depósito de proteínas. De hecho, tanto en el trabajo como en otros ámbitos, el SOS es con diferencia, la primera causa de abandono de las lentes de contacto.

Los cambios hormonales. En las mujeres, tanto las alternativas hormonales relacionadas con el ciclo menstrual, como el consumo de anticonceptivos o la propia menopausia, son causantes habituales de molestias oculares, y de SOS. Estos aspectos son fundamentales en la prevención de las molestias.

Las condiciones ambientales. Factores tales como el viento, el frío, el calor excesivo, la escasa humidificación, y otros, son causantes del síndrome. El empleo de humidificadores y la adecuación de los equipos de climatización, constituyen un pilar fundamental de la prevención de estas molestias en el trabajo.

La concurrencia de otras patologías. Existen diversas lesiones y entidades nosológicas que cursan con un grado mayor o menor de sequedad ocular.

El empleo de determinados medicamentos. Algunos de uso muy extendido, como pueden ser los antihistamínicos o ciertos antiinflamatorios, disminuyen notablemente el flujo de lágrimas. Los médicos estamos obligados a tomarnos el trabajo de pensar en ello a la hora de prescribir. La prevención de efectos secundarios forma parte fundamental de la labor del médico.

La cirugía ocular con láser. En las últimas décadas se han hecho habituales este tipo de intervenciones. La adecuada corrección y la salud ocular no pueden estar reñidas con la prevención de posibles efectos secundarios

El síndrome de Sjöegren. Se trata de una enfermedad frecuente en mujeres de cierta edad, que cursa con una acusada sequedad de las mucosas en general: bucal, vaginal, ocular… Es importante la prevención de los síntomas mediante tratamientos paliativos. En Salud laboral resulta muy habitual el hallazgo de patologías concurrentes que en ocasiones aparecen falsamente como laborales. Un trabajo serio del médico es la clave de un diagnóstico correcto y de un enfoque adecuado. Conviene no correr riesgos en este terreno.


Las lágrimas realizan un trabajo esencial en el funcionamiento fisiológico del ojo. Lubrican, refrescan y contribuyen al mantenimiento correcto de la función ocular. Contra lo que vulgarmente se piensa, las lágrimas no son de una única clase, sino de dos tipos muy diferentes:

Por una parte están las lágrimas lubricantes, que son las que de forma habitual e imperceptible segregan nuestros ojos. Contienen antibióticos naturales. Son estas lágrimas lubricantes las que disminuyen o desaparecen precisamente en el síndrome del ojo seco.

Por otra parte están las lágrimas de reflejo. Constituyen una respuesta a estímulos irritativos o agresivos, tales como humos, salpicaduras de cebolla, sustancias irritantes, emociones, etc. Estas lágrimas de reflejo no solo no disminuyen en el SOS, sino que incluso se segregan en mayor proporción. Sin embargo, estas lágrimas no proporcionan alivio ni lubricación. Al contrario, se evaporan rápidamente y generan aun mayor sensación de molestia y sequedad. Son trabajo perdido.

El síndrome del ojo seco (SOS) conlleva una reducción importante de la producción de lágrimas lubricantes y de su calidad. La consecuencia es la sequedad ocular y las consecuentes molestias que aparecen. Consisten básicamente en irritación, sequedad, picor, escozor, enrojecimiento, incomodidad, sensación de “arenilla” en el ojo, etc. Desde el punto de vista fisiológico, el síndrome consiste en una disminución o incluso en una incapacidad de las glándulas lagrimales, situadas en los párpados superior e inferior, para producir lágrimas. El SOS es la molestia ocular más frecuente conocida. Se calcula que puede afectar al 20% de la población, aproximadamente. En el ámbito del trabajo se relaciona con las tareas de oficinas y despachos con PVD (pantallas de visualización de datos). A menudo el síndrome aparece reseñado en evaluaciones de riesgos y planes de prevención. Insistimos en que se trata de una entidad escasamente relacionada con la salud laboral.


El tratamiento de estas molestias no debería revestir complicación alguna. En la mayor parte de los casos se obtiene un alivio importante con el simple uso de lágrimas artificiales. La lubricación periódica del ojo es fundamental.

En casos más persistentes o resistentes a la terapia, existe un procedimiento simple y carente de complicaciones, consistente en el empleo de oclusores puntales. Es este un procedimiento no quirúrgico y sin contraindicación alguna, que resuelve prácticamente el cien por cien de las molestias. Los oclusores puntales son pequeños tapones de material plástico, que realizan una oclusión o taponamiento de los orificios lagrimales situados en el ángulo interno del ojo. Evitando que las lágrimas penetren en el orificio, se consigue que queden coleccionadas en la superficie del ojo por más tiempo, cumpliendo así su papel de lubricación y refresco. Los oclusores puntales son un procedimiento seguro, rápido, económico, indoloro y completamente reversible. Con un mínimo trabajo y una mínima inversión, garantizamos un medio seguro de prevención de cualquier molestia. Estos oclusores se fabrican en silicona y otros materiales no agresivos similares a los empleados en las lentillas de contacto. Son suaves, flexibles y casi imperceptibles a la vista.

¿Cómo saber si uno padece el síndrome? Si te tomas el trabajo de leer los síntomas y signos que aparecen a continuación, darás un paso importante en la prevención de esta patología. Consulta con tu médico si padeces dos o más de los siguientes: 

Enrojecimiento.

Escozor.

Rasquiña.

Sensación de cuerpo extraño.

Sensación de arena o arenisca.

Sensibilidad a la luz.

Ojos llorosos.

Lagrimeo ocasional.

Lagrimeo constante.

Dolor en los ojos o alrededor de los mismos.

Ojos cansados.

Incomodidad con lentes de contacto.

Disminución a la tolerancia de maniobras exploratorias.

Alergias estacionales.

Boca o garganta secas.

Sequedad de otras mucosas (nasal, vaginal…).

Artralgias y/o dolores articulares.

Si padeces estos síntomas, podrías ser un paciente de SOS. En tal caso, debes consultar con tu médico. En materia de salud laboral y prevención de riesgos, también hay cosas que hacer. Una climatización adecuada de oficinas, talleres y centros de trabajo en general, contribuirá a atenuar las molestias. Es importante humidificar el ambiente. La seguridad en el trabajo, la prevención y la salud laboral, pasa también por estos detalles que, aunque parezcan menores, revisten una importancia capital.

El puente tiene tres ojos, yo tengo dos solamente; pero si cuento el del culo, tengo los mismos que el puente. Camilo José Cela.


martes, 2 de septiembre de 2025

LA ASTROIDE DE OLE ROMER

 


Ole Christensen Romer, físico y astrónomo danés del siglo XVII a quien también se conoce por ser el primero en calcular la velocidad de la luz, fue también, en 1674, el primero en estudiar y describir la astroide, una curva con cuatro vértices trazada por un punto de una circunferencia que rueda como un engranaje, por el interior de otra circunferencia mayor que permanece quieta. En la astroide de Romer, el diámetro de la circunferencia mayor es cuatro veces el diámetro de la menor. El descubrimiento se produjo mientras buscaba formas más eficientes para las ruedas dentadas. Después de Romer, la astroide interesó a talentos tan notables como los de Johann Bernoulli, que se ocupó de ella en 1691, o Leibniz y D’Alembert, que la estudiaron a fondo en 1715 y 1748.


La astroide responde a la ecuación x2/3 + y2/3 = R2/3, donde R es el radio de la circunferencia exterior inmóvil, y R/4 el de la circunferencia interior rotatoria. La longitud de la astroide es 6R, y su área 3pR2/8. Es curioso que la longitud 6R es completamente independiente de p, a pesar de que la astroide se genera mediante circunferencias.

En 1725, el matemático Daniel Bernoulli, hijo de Johann, descubrió que una astroide puede trazarse también con una circunferencia interior cuyo radio sea ¾ el diámetro de la circunferencia mayor fija; y que la curva resultante es en todo idéntica a la que se obtiene con una circunferencia interior cuyo diámetro sea sólo de ¼ del de la fija exterior.


Durante el siglo XX la astroide ha servido a diferentes utilidades. En física, la astroide de Stoner-Wohlfarth se utiliza para caracterizar varias propiedades de la energía y el magnetismo. Y en Estados Unidos se patentó una estructura astroide para un mecanismo de embrague de los automóviles: la astroide proporciona la misma distribución de fatiga que el arco circular equivalente, pero desgasta mucho menos la leva, restándole menos material, y proporcionándole una estructura mucho más sólida.

En geometría se puede representar la astroide como envolvente de una familia de elipses. La envolvente de cualquier familia de curvas es otra curva tangente en algún punto a todas y cada una de las curvas que componen la familia. Otra propiedad muy interesante de la astroide, y muy poco explorada, es que todas las prolongaciones de las tangentes de la astroide hasta tocar los ejes x e y, tienen idéntica longitud. Puede visualizarse esta propiedad si imaginamos una escalera apoyada en una pared en todos los ángulos posibles. El resultado es un fragmento de la astroide.

Al viejo profe Bigotini le habría encantado incorporar un eficiente embrague construido con una astroide, para instalarlo en el flamante automóvil Hispano-Suiza de 1924 con el que soñaba. Lástima que cuando tras largos años de ahorro, al fin logró reunir las tres mil pesetas que costaba, habían dejado ya de fabricar el modelo.

-¿Cómo empezó usted en facebook?

-Pues… por la calle veía a muchas personas tecleando en el móvil, tropezando y chocando contra las farolas, y pensé ¡tengo que probarlo!