Stella Stevens se abrió paso muy
jovencita desde el mundo de la publicidad a las páginas centrales de PlayBoy,
una publicación que en los años cincuenta y sesenta, era mucho más que una
simple revista para adultos. Con sus simpáticas orejitas y su pompón en el
culo, PlayBoy era un escaparate, o mejor, un trampolín que en aquel tiempo
catapultaba a la fama a las protagonistas de aquellos prodigiosos desplegables.
La industria del cine le abrió de par en par las puertas. Stella era hermosa,
era rubia, tenía unos bonitos ojos azul turquesa y unas curvas prominentes
ubicadas en los lugares apropiados. ¿Qué más se le podía pedir? Bueno, pues
además de todo eso, bailaba un poco y se defendía con la mímica, así que desde
el primer momento resultó muy adecuada para la comedia. Ni el feminismo ni
cualquier otro movimiento reivindicativo se llevaba en esos años, al menos en
el reino del show business.
Stella fue una de las múltiples partenaires de Elvis Presley, encarnó a una heroína del cómic en la versión cinematográfica de Li’l Abner, y fue la inolvidable enamorada de Jerry Lewis en El profesor chiflado. Se atrevió también a algún papel un poco más dramático acompañando a Dean Martin, y hasta participó junto a Jason Robards en La balada de Cable Hogue, un western atípico y espléndido. A partir de los setenta, consciente tal vez de su declive físico, se dedicó a la televisión con la única incursión en la gran pantalla de su papel en La aventura del Poseidón, una muy prescindible superproducción del subgénero de catástrofes. En Bigotini nos confesamos rendidos admiradores de sus orejitas, su pompón y su perfil curvilíneo. En su recuerdo os dejamos el enlace con unas divertidas tomas falsas durante el rodaje de El profesor chiflado. Bon apetit.
https://www.youtube.com/watch?v=CKd0mBmfdEE
Próxima entrega: Shirley MacLaine
No hay comentarios:
Publicar un comentario