miércoles, 6 de marzo de 2024

MUÑECAS DIABÓLICAS. EL SÍNDROME DE DEQUERVAIN

 


Si os digo que la de costurera es una profesión de riesgo, habrá quienes piensen que exagero. Bien, pues no es así. En dos recientes entradas relativas a las neuropatías por presión y a las posturas forzadas, ya veíamos como determinadas actitudes posturales y tareas son capaces de provocar lesiones que, de no tratarse adecuadamente, pueden acabar en el quirófano. El llamado síndrome de DeQuervain del que hoy vamos a ocuparnos, es un ejemplo perfecto.

El síndrome de DeQuervain, también conocido como tenosinovitis de DeQuervain o tenosinovitis de la estiloides radial, consiste en una inflamación persistente de la vaina que encapsula los tendones del abductor largo y el extensor corto del pulgar, dos músculos, que aunque no suelen ocupar las portadas de las revistas de culturismo, cumplen la importantísima misión de movilizar el dedo pulgar, imprescindible para realizar las actividades cotidianas más elementales. La citada inflamación se produce al pasar estos tendones por el estrecho túnel de la apófisis estiloides del radio, en la zona de la muñeca más próxima al dedo pulgar.


Afecta con mucha mayor frecuencia a las mujeres sin que para ello aparentemente exista ninguna razón ni genética ni de ninguna manera ligada al sexo. Todo indica que la combinación del menor desarrollo osteotendinoso de la mujer con el desempeño de tareas como la costura, la confección y en general las actividades del sector textil, en las que tradicionalmente la presencia femenina ha sido mayoritaria, hace que en ellas la lesión se produzca con mayor facilidad. También se presenta con frecuencia entre el personal de oficina (por el continuo tecleo) y en las peluqueras.

El dolor es el primer síntoma y a menudo el único. Un dolor fijo en la región radial de la muñeca que a veces se irradia al resto de la articulación y al antebrazo. Se incrementa considerablemente con el movimiento de la muñeca y el pulgar, y puede llegar a causar impotencia funcional e imposibilidad de agarrar objetos con fuerza o de realizar giros de muñeca. Resulta pues terriblemente incapacitante. El dolor aumenta a la extensión del pulgar contra resistencia, especialmente cuando la muñeca se encuentra en dorsiflexión y abducción. También es característico el dolor a la palpación selectiva de la estiloides radial y de los propios tendones afectados. En raras ocasiones llega a observarse inflamación regional visible a simple vista. Existe un signo patognomónico (palabreja de la jerga médica que expresa que un signo o un síntoma son exclusivos de una determinada enfermedad). Es el llamado signo de Finkelstein (no confundir con el mítico Víctor Frankenstein, el padre del monstruo). El signo de Filkelstein se explora haciendo que la paciente dirija el pulgar hacia el meñique y cierre luego los demás dedos sobre el pulgar. Manteniendo esta posición, el explorador dobla la muñeca en sentido cubital (lo veréis mejor en la foto). Si la maniobra es dolorosa, el signo se considera positivo, et ¡voilá!, el médico habilidoso le ahorra al erario público un montón de euros en pruebas diagnósticas.


El tratamiento debe ser todo lo conservador que sea posible. Como no me canso de repetir, la fisioterapia realizada por manos expertas es la elección más acertada en estos casos. Terapia manual, liberación miofascial, osteopatía… El terapeuta ocupacional tiene mucho que decir en el síndrome de DeQuervain, siendo el profesional más adecuado y capacitado para el tratamiento rehabilitador. Es de vital importancia hacer que la paciente comprenda cuáles son los gestos y movimientos que desencadenan el dolor, para que trate de evitarlos en lo posible o de sustituirlos por otros más ergonómicos. El frío local ayuda mucho en la fase inflamatoria aguda, incluso puede ser necesario inmovilizar el pulgar unos días con una férula. El tratamiento farmacológico se basa en los antiinflamatorios, y en casos especialmente dolorosos puede recurrirse a la infiltración local con corticoides. La cirugía consiste en la liberación del compartimento (el citado túnel radial) para generar más espacio a los tendones afectados. Observamos con preocupación que se recurre a la cirugía más de lo necesario, cuando debería reservarse a los pocos casos en que el tratamiento conservador haya fracasado.


¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Muy sencillo, porque me recuerda a ti. De hecho me recuerda a ti más que tu misma.  Groucho Marx. 


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