Heródoto, nacido en Halicarnaso, Anatolia, en
484 a.C., es generalmente considerado como el primer historiador occidental.
Ningún otro dato conocemos acerca de su infancia, su familia o su formación. Su
contribución a la historiografía es la obra que nos ha legado, escrita
probablemente en Turios, actual Calabria, hacia 430 a.C., y publicada por un
editor alejandrino durante el cambio de los siglos III al II a.C. Se trata de
una monumental crónica que recoge tanto las experiencias personales del propio
Heródoto a lo largo de sus viajes, como las narraciones que le fueron hechas
por diferentes personas durante aquellos viajes.
La
obra se tradujo posteriormente al latín como Historiae, y es conocida
universalmente con el título de Nueve libros de
historia, un libro por cada una de las nueve musas. A Heródoto
de Halicarnaso se debe la acuñación del término Historia, que en origen tenía el significado de exploraciones o investigaciones, pero que a partir de su obra, adquirió el que
actualmente le damos.
Heródoto
narra las Guerras Médicas de principios del siglo V a.C., analizando las causas
del conflicto, los antecedentes históricos y los hechos de sus principales
protagonistas. Especial relevancia tienen también en la obra los viajes de su
autor por Persia y Egipto. De esta última nación nos brinda descripciones
detalladas, sus impresiones de viajero, diríamos modernamente, a la vez que
realiza un extenso recorrido por los mitos, las leyendas, los hábitos y las
creencias religiosas de sus habitantes, lo que constituye un testimonio
impagable sobre la historia y las costumbres del país del Nilo.
Puede
decirse que Heródoto fue un turista, un pionero del turismo, con una inevitable
tendencia a la exageración y a la fabulación. Se le ha tildado por eso de
historiador poco creíble, pero lo cierto es que el resto de historiadores
clásicos que le sucedieron cronológicamente, beben en las fuentes caudalosas de
sus Nueve libros. Igual de poco fiables parecen sus descripciones y
apreciaciones geográficas; sin embargo, con ellas se han diseñado mapas que
salvados los inevitables errores, recogen el mundo conocido en su tiempo tal
como se concebía por sus contemporáneos.
Su
más inmediato y más brillante sucesor, Tucídides, fue acaso ya el primer
historiador a quien podemos considerar serio, racional y riguroso. No obstante,
la mayor parte del material que utiliza proviene de Heródoto, y a éste hay que
otorgar el mérito de la primicia y en definitiva, de la paternidad de la
Historia como disciplina. Él mismo, en muchas de las anécdotas y sucesos de los
que se hizo eco, se apresuró a añadir que las escribía tal como se las
contaron, pero que no las consideraba demasiado dignas de crédito. ¿Acaso es
posible pedir mayor sinceridad?
Hoy en Bigotini os brindamos el enlace con una de las narraciones de Heródoto contenida en sus Nueve libros. Se trata del episodio de La cámara del tesoro, un cuento egipcio delicioso y fantástico que con seguridad os va a encantar:
https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=La+c%C3%A1mara+del+tesoro.pdf
Como todo avariento poseedor de gran fortuna, Rampsinitus estaba dominado por el miedo.
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