El
rostro adolescente de Lee Remick
en sus primeros trabajos frente a las cámaras, quedó grabado en la retina de
millones de espectadores. Comenzó su carrera cinematográfica muy joven, con
apenas veintidós años, pero ya desde sus comienzos pisó fuerte en los platós
haciendo valer su formación dramática en el Actor’s
Studio neoyorquino.
En
1959 Otto Preminger buscaba una actriz que aceptara aparecer en muchas escenas
sin maquillaje alguno. Ninguna de las entonces consagradas quiso hacer el
papel, y Preminger lo ofreció a aquella jovencita atrevida que hasta sin
maquillar resultaba hermosa. De esa forma Lee Remick protagonizó junto a James
Stewart la inolvidable Anatomía de un
asesinato, filmada en blanco y negro con una iluminación y una fotografía
que recuerdan la atmósfera de las películas europeas de aquel tiempo. La joven
estrella recibió una nominación al oscar tres años después por su papel en Días de vino y rosas, una tragicomedia
con Jack Lemmon y la magistral batuta de Billy Wilder. Luego firmó otra
actuación formidable en El detective,
junto a un Frank Sinatra al que sin proponérselo, eclipsó.
Después, por razones nunca bien aclaradas, los productores le hicieron el vacío. Haciendo el viaje opuesto a muchos actores y actrices de su generación, Lee Remick marchó a Gran Bretaña, en cuya industria participó en un puñado de filmes entre los que acaso destaca La profecía, que dirigió en 1976 Richard Donner y coprotagonizó Gregory Peck. Su prematuro fallecimiento truncó la que pudo haber sido una fecunda carrera como actriz madura. De su ausencia nos consolamos con el recuerdo de la Remick eternamente joven y su imborrable sonrisa. Traemos para honrar su memoria, el enlace con La batalla de las colinas del whisky, filme de 1965 dirigido por John Sturges, una divertida comedia ambientada en el viejo oeste, en la que Burt Lancaster acompaña a Lee Remick en la cabecera de un reparto coral. Pasen y vean.
https://www.youtube.com/watch?v=hMJt7wUAcO4
Próxima
entrega: Rock Hudson
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