En la prevención de
riesgos en el trabajo, la articulación de la rodilla ocupa un lugar destacado.
Cualquiera de nuestras articulaciones debe soportar cierto grado de carga, pero
ninguna supera a la rodilla en este sentido. La rodilla es con
diferencia, la articulación más vulnerable al traumatismo, ya se trate de un
traumatismo accidental o de microtraumatismos repetitivos. Un dolor de rodilla
puede tener su origen en cualquiera de las demás articulaciones de la
extremidad inferior. El primer paso debe ser siempre un diagnóstico correcto.
Para ello es imprescindible una adecuada y cuidadosa exploración, y cuando
estén indicadas, las pertinentes pruebas complementarias.
Entre las patologías
que con mayor frecuencia afectan a las rodillas, cabe citar la lesión de los
meniscos, las afecciones de los ligamentos (origen de dolor e inestabilidad),
las luxaciones, los quistes de Baker (localizados en el hueco poplíteo, en la
zona posterior de la rodilla); y a partir de cierta edad, las artrosis, las
artritis y poliartritis, las neoplasias y la gota hiperuricémica. También
pueden producirse lesiones periarticulares: esguinces, tendinitis (con
aparición de dolor frontal, o lateral, interno o externo), bursitis
(inflamación), síndromes femoropatelares… Por último, las lesiones óseas,
fracturas, fisuras, osteomas, etc., pueden ser asimismo causa de patología articular.
En el ámbito del
trabajo existen múltiples actividades en las que resulta frecuente tanto la
producción de gonalgias y de lesiones de las rodillas, como el agravamiento de
las ya existentes, cuyo origen por lo común es extralaboral. Las gonalgias
laborales suelen estar relacionadas con los ascensos y descensos repetitivos de
escaleras, con los suelos y superficies excesivamente duros o resbaladizos, con
el manejo manual de cargas importantes, con los saltos o descensos bruscos de
vehículos, banquetas, borriquetas o andamios bajos, con el impacto reiterado en
la articulación, con las posturas forzadas en genuflexión o en cuclillas, que a
menudo se producen en tareas de mantenimiento o en montajes e instalaciones en
lugares de difícil acceso… En este breve comentario os proponemos una serie de
consejos destinados a prevenir las lesiones de rodilla, o a mitigar las
consecuencias de las ya existentes:
Jamás comiences el
trabajo, si se trata de un trabajo dinámico con exigencia física considerable
(o en su caso, cualquier actividad deportiva), sin antes haber calentado
previamente. Los ejercicios de calentamiento son básicos para prevenir
Si tu trabajo es
sedentario durante la semana laboral, y dedicas el fin de semana a la práctica
deportiva intensa, estás abocado a
Realiza ejercicios
de estiramiento siempre que termines de hacer ejercicio o concluyas el trabajo.
Evita riesgos por todos los medios a tu alcance.
Evita el sobrepeso.
La obesidad es una de las primeras causas (si no la principal), de las lesiones
de rodilla. La prevención puede comenzar por una visión integral de la salud.
Si practicas deporte
con asiduidad, tu peor enemigo es la irregularidad en el entrenamiento.
Alternar temporadas de ejercicio suave con días de intensidad elevada,
predispone a la lesión.
Utiliza un calzado
adecuado, con suela blanda, bien adaptado a tus pies y si es posible, con firme
sujeción del tobillo. La adecuada elección del calzado también forma parte de
la prevención de riesgos, tanto en el trabajo como en las demás actividades.
Si tu actividad
física es intensa, fortalece los cuádriceps. Una musculatura del tren inferior
bien desarrollada es un seguro contra las lesiones de rodilla. En lo relativo a
lesiones de rodilla, el trabajo de musculación contribuye a la prevención.
Evita por todos los
medios la torsión tibial (rotación externa de la pierna). Es la causa habitual
de esguinces de rodilla y lesiones ligamentosas.
Si corres, aprende a correr, distribuyendo el peso equilibradamente en toda la superficie del pie. El excesivo apoyo de la punta desemboca en lesiones musculares y ligamentosas, el del talón en lesiones meniscales.
Evita en lo posible las superficies duras o resbaladizas. Los suelos industriales de caucho u otros materiales que posean cierta elasticidad, favorecen los movimientos y ayudan a prevenir lesiones.
Evita los traumatismos directos sobre
Si te mueves en superficies con desniveles o realizas actividades deportivas que conllevan frenadas o cambios de ritmo, generas una contracción excéntrica (el músculo frena la acción "estirándose") mucho más acentuada que en una carrera o entrenamiento sin deceleraciones. Este tipo de contracción necesita de la musculatura y la zona músculo-tendinosa del cuadriceps y zona rotuliana. Al correr fortalecemos la musculatura, pero para hacerlo de forma significativa debemos ejercitarla contra una mayor resistencia de forma progresiva, es decir, con ejercicios de tonificación. Para proteger la rodilla, es necesaria la fuerza muscular del cuádriceps, en la cara delantera del muslo, los isquiotibiales, en la cara posterior, el triceps sural y los gemelos. El objetivo es equilibrar las fuerzas que estabilizan la rótula con ejercicios de fortalecimiento, isométricos (tensión mantenida), propiocepción, estiramientos, etc.
La
hidroterapia es fundamental. Nadar de espalda y andar o correr en el agua son ejercicios igualmente
aconsejables para prevenir problemas en
Yo, por si acaso, llevo siempre en el bolso unas rodilleras. Monica Lewinsky.
No hay comentarios:
Publicar un comentario