Como
en aquella canción tan ñoña de Julio Iglesias, Natalie Wood pasó de niña a
mujer ante los expectantes ojos de millones de admiradores que seguían su
trayectoria. En Milagro en la calle 43
fue una niña angelical, la hijita de Maureen O’Hara en aquella comedia
navideña. Antes de eso su madre la había paseado de estudio en estudio y de
plató en plató hasta que un productor cansado ya de que la mamá le diera la
lata, la incluyó en su primer reparto. En Centauros
del desierto fue la niña raptada por los comanches y adolescente recobrada
por su incansable tío Etham. En Rebelde
sin causa fue otra adolescente un poquito más precoz.
A
diferencia de muchos otros niños y niñas prodigio, logró pasar el corte con
solvencia, y en los sesenta hizo protagonistas asombrosas como la chica
espléndida de Esplendor en la hierba,
junto a Warren Beaty, o la encantadora e inolvidable María de West side story.
Su vida personal fue ya otra cosa mucho más sórdida. El pernicioso cocktail de alcohol y barbitúricos responsable de tantas miserias que azotaron a las estrellas de su tiempo, hizo estragos en su matrimonio con Robert Wagner y en su arruinada felicidad. Su trágica muerte, ahogada al caer por la borda de un yate de recreo durante una noche de borrachera, fue investigada en su momento por la policía que jamás pudo probar la culpabilidad de Wagner. Para recordarla, os invitamos a ver un interesante documental biográfico. Clic en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=-qA82tlsCiQ
Próxima entrega: Montgomery Clift
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