Durante ciertas épocas del año, por
ejemplo, después de navidad, quienes aumentaron de peso, se plantean en muchos
casos perder esos kilos de más. En la red y en otros medios se ofrecen dietas
de las llamadas milagrosas, diseñadas en teoría para perder los kilos sobrantes
en poco tiempo; en unos días o a lo sumo en unas pocas semanas. Para quienes
estéis pensando en seguir una de esas dietas, lamento ser portador de malas
noticias: no funcionan y además pueden resultar un riesgo para la salud.
Todas ellas conducen a resultados
similares y bastante limitados. Las más populares son la dieta de Atkins, acaso la más
extrema, que reduce al mínimo el consumo de carbohidratos; la de Ornish, que restringe
las grasas; la conocida como weight
watchers (vigilantes del
peso), que establece unas raciones minúsculas para minimizar el ingreso
calórico; y la llamada the
zone, que aboga por la práctica supresión de las proteínas. Un estudio
de 2005 publicado en el JAMA, concluyó
que ninguna de ellas es mejor
que las tres restantes, y que las cuatro presentan graves riesgos desde el
punto de vista nutricional y metabólico.
La tasa de abandono para todas estas dietas es muy elevada, en torno al 50%. Además de no reducir en muchos casos el peso corporal de forma significativa, no parecen representar una mejora en lo relativo a la reducción de factores de riesgo cardiovascular. Por último, al abandonarlas se produce un efecto rebote notable, por el que muchos de los que se sometieron a ellas vuelven a ganar peso en una proporción considerable. Los endocrinólogos y nutricionistas autores del estudio sostienen que una dieta válida para todo el mundo, no funcionará. Yo, que soy de la misma opinión, terminaré aconsejándoos una dieta que cumpla las siguientes condiciones:
§
Equilibrada en cuanto al aporte de
carbohidratos, lípidos y proteínas.
§
Variada y rica en contenido de vitaminas,
minerales y oligoelementos.
§
Prolongada en el tiempo. No se trata de tomar
medidas heroicas de semiayuno en unas pocas semanas, sino de adquirir buenos
hábitos alimenticios y persistir en ellos.
§
Personalizada. Adaptada a las características de
cada persona: edad, existencia de patología, actividad física, forma de vida y
hábitos previos.
§
Realizada
siempre bajo control y
vigilancia médica.
Me remito como siempre, a nuestra fantástica dieta mediterránea, y os recuerdo que para que una dieta (cualquiera que sea) funcione, es necesaria por encima de todo una adecuada motivación del paciente. Si no se consigue, será imposible seguir una dieta, como lo será dejar de fumar o abandonar cualquier otro hábito.
Para
describir el aroma de una buena trufa le sugiero que imagine el de las bragas
de Grace Kelly olvidadas entre la hojarasca de un bosque otoñal. Alfred Hitchcock, cineasta,
gastrónomo y otras cosas.
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