Primer
hijo varón de Tiberio Claudio Nerón, de quien tomó el nombre, y de Livia, que
siendo ya una mujer madura se desposaría con el joven Augusto, Tiberio fue el
segundo emperador de Roma y al decir de Plinio el viejo, tristissimus hominum, el más triste de los hombres. En su primera
edad fue un joven corpulento y buenazo que admiraba hasta el extremo a Druso,
su hermano, un muchacho brillante y adorable que superaba al torpe Tiberio en
todo cuanto emprendía. Druso falleció prematuramente y aquella fue la primera
gran desgracia que amargó la vida de Tiberio. También Augusto lamentó
amargamente la muerte de Druso, su hijastro favorito en quien confiaba como
sucesor. Tiberio, sin embargo, no agradaba a Augusto. Así se lo hizo saber
numerosas veces, llamándole bestia en su cara y atormentándole con otros mil
improperios. Le hizo divorciarse de Vipsania, su primera mujer a la que Tiberio
quería sinceramente, para casarle con Julia, su hija, que era un verdadero
pendón y había frecuentado la mayor parte de los lechos de Roma.
Objetivamente
los años de Tiberio en el poder fueron de los más fructíferos y florecientes de
Roma. No era un tipo ni ingenioso ni brillante, pero era honrado y justo.
Soportó con paciencia las puyas de sus enemigos y hasta soportó las intrigas y
la opresora influencia de Livia, su madre, una mujer bastante insoportable. No
todos sus contemporáneos y aun quienes vivieron épocas inmediatamente
posteriores a la suya opinaron así. Los historiadores Tácito y Suetonio se
emplearon a fondo en descalificar a Tiberio, haciéndole responsable e iniciador
de las tropelías y los vicios de sus sucesores. Le acusaron oficiosamente, y
probablemente sin razón, de haber hecho suprimir a su sobrino Germánico, hijo
de su hermano Druso y designado sucesor. Nadie lamentó más que su tío la muerte
del joven Germánico, en quien Tiberio veía el vivo retrato de su difunto y
querido hermano. Pero a veces los rumores, aun siendo infundados, cobran tanta
fuerza que se convierten en dogmas. Pisón, a quien Tiberio había designado
tutor de Germánico, se vio empujado al suicidio por la presión popular.
Su
creciente depresión acabó por hacerle arrojar la toalla. Se retiró a una quinta
campestre en la isla de Capri, dejando encargado de los asuntos del gobierno a
Seyano, el comandante de los pretorianos, un sujeto abyecto y corrupto que se
enriqueció a base de inventar conjuras y asesinar a los supuestos conjurados.
Roma entera vivía aterrorizada hasta que su cuñada Antonia, la madre de
Germánico, le envió secretamente un mensaje advirtiéndole de que Seyano
conspiraba para asesinarle y hacerse con el poder. Tiberio regresó a Roma, hizo
arrestar al traidor y lo entregó al Senado para ser procesado. Los senadores,
que habían estado aterrorizados por aquel sátrapa, ordenaron no sólo su
ejecución, sino la de todos sus parientes y amigos que se contaron por cientos.
También fue ejecutada la hija menor de Seyano, y como la ley prohibía
ajusticiar a las vírgenes, la niña fue desflorada antes de matarla. Así se las
gastaban en Roma. De aquella orgía de sangre surgió un Tiberio ya senil y
profundamente insensible. Aceptó las denuncias que se hicieron a miembros de su
propia familia. Hizo detener como cómplice de Seyano a Livia, su sobrina, hija
de Antonia. Obligó a suicidarse a Agripina, la esposa de Germánico…
En
el año 37, mientras viajaba por Campania, Tiberio se sintió enfermo y guardó
cama. Se dice que el joven Cayo Calígula, su sobrino nieto, hijo de Germánico y
Agripina, ordenó que le asfixiaran con una almohada.
El patrimonio es un conjunto de bienes. El matrimonio, un conjunto de males. Jardiel Poncela.
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