miércoles, 9 de noviembre de 2022

TIBERIO, EL MÁS TRISTE DE LOS HOMBRES

 


Primer hijo varón de Tiberio Claudio Nerón, de quien tomó el nombre, y de Livia, que siendo ya una mujer madura se desposaría con el joven Augusto, Tiberio fue el segundo emperador de Roma y al decir de Plinio el viejo, tristissimus hominum, el más triste de los hombres. En su primera edad fue un joven corpulento y buenazo que admiraba hasta el extremo a Druso, su hermano, un muchacho brillante y adorable que superaba al torpe Tiberio en todo cuanto emprendía. Druso falleció prematuramente y aquella fue la primera gran desgracia que amargó la vida de Tiberio. También Augusto lamentó amargamente la muerte de Druso, su hijastro favorito en quien confiaba como sucesor. Tiberio, sin embargo, no agradaba a Augusto. Así se lo hizo saber numerosas veces, llamándole bestia en su cara y atormentándole con otros mil improperios. Le hizo divorciarse de Vipsania, su primera mujer a la que Tiberio quería sinceramente, para casarle con Julia, su hija, que era un verdadero pendón y había frecuentado la mayor parte de los lechos de Roma.


A pesar de ello, el voluntarioso Tiberio se esforzó siempre en agradar a su padrastro. Protagonizó una exitosa carrera militar derrotando a los germanos y consolidando las fronteras septentrionales del Imperio. Sus legionarios y sus amigos le estimaban por su franqueza y su honradez. Pero Augusto seguía sin poder soportarle a su lado, por lo que tuvo que exiliarse prácticamente en Rodas durante unos años. La insistencia de Livia, su intrigante madre, y la muerte de Augusto, le convirtieron en emperador cuando ya tenía cincuenta y cinco años, muchos kilos de más, un reumatismo mortificante y una acentuada tendencia depresiva. Los senadores, siempre aduladores con el poder, le propusieron dar su nombre a otro mes del año, igual que antes habían hecho con Julio y con Augusto. Tiberio rechazó el honor preguntándoles qué ocurriría cuando se entronizara al decimotercer emperador. Así se convirtió en Tiberio Julio César Augusto, emperador y fundador de la dinastía Claudia, sucesora de la Julia y acaso la más escandalosa y controvertida de la historia de la Roma imperial.

Objetivamente los años de Tiberio en el poder fueron de los más fructíferos y florecientes de Roma. No era un tipo ni ingenioso ni brillante, pero era honrado y justo. Soportó con paciencia las puyas de sus enemigos y hasta soportó las intrigas y la opresora influencia de Livia, su madre, una mujer bastante insoportable. No todos sus contemporáneos y aun quienes vivieron épocas inmediatamente posteriores a la suya opinaron así. Los historiadores Tácito y Suetonio se emplearon a fondo en descalificar a Tiberio, haciéndole responsable e iniciador de las tropelías y los vicios de sus sucesores. Le acusaron oficiosamente, y probablemente sin razón, de haber hecho suprimir a su sobrino Germánico, hijo de su hermano Druso y designado sucesor. Nadie lamentó más que su tío la muerte del joven Germánico, en quien Tiberio veía el vivo retrato de su difunto y querido hermano. Pero a veces los rumores, aun siendo infundados, cobran tanta fuerza que se convierten en dogmas. Pisón, a quien Tiberio había designado tutor de Germánico, se vio empujado al suicidio por la presión popular.



Su creciente depresión acabó por hacerle arrojar la toalla. Se retiró a una quinta campestre en la isla de Capri, dejando encargado de los asuntos del gobierno a Seyano, el comandante de los pretorianos, un sujeto abyecto y corrupto que se enriqueció a base de inventar conjuras y asesinar a los supuestos conjurados. Roma entera vivía aterrorizada hasta que su cuñada Antonia, la madre de Germánico, le envió secretamente un mensaje advirtiéndole de que Seyano conspiraba para asesinarle y hacerse con el poder. Tiberio regresó a Roma, hizo arrestar al traidor y lo entregó al Senado para ser procesado. Los senadores, que habían estado aterrorizados por aquel sátrapa, ordenaron no sólo su ejecución, sino la de todos sus parientes y amigos que se contaron por cientos. También fue ejecutada la hija menor de Seyano, y como la ley prohibía ajusticiar a las vírgenes, la niña fue desflorada antes de matarla. Así se las gastaban en Roma. De aquella orgía de sangre surgió un Tiberio ya senil y profundamente insensible. Aceptó las denuncias que se hicieron a miembros de su propia familia. Hizo detener como cómplice de Seyano a Livia, su sobrina, hija de Antonia. Obligó a suicidarse a Agripina, la esposa de Germánico…

En el año 37, mientras viajaba por Campania, Tiberio se sintió enfermo y guardó cama. Se dice que el joven Cayo Calígula, su sobrino nieto, hijo de Germánico y Agripina, ordenó que le asfixiaran con una almohada.

El patrimonio es un conjunto de bienes. El matrimonio, un conjunto de males. Jardiel Poncela.


No hay comentarios:

Publicar un comentario