miércoles, 2 de noviembre de 2022

ESTREÑIMIENTO, LA TORTURA COTIDIANA

 


En nuestra especie la frecuencia de la defecación es variable. Entre dos veces al día y tres veces a la semana podría considerarse normal, siempre que no se afecte la calidad de vida ni se acompañe de otros trastornos. Llamamos estreñimiento a la defecación infrecuente o realizada con gran esfuerzo, generalmente de heces escasas y duras.

El término procede del bajo latín stypticus, derivado a su vez del griego stuttikoz, con significado de astringente. A menudo se denomina también constipación intestinal, si bien esta expresión suele aplicarse a situaciones pasajeras, reservando el término estreñimiento para procesos crónicos o de larga duración.

El problema puede afectar a los dos sexos, aunque parece observarse con alguna mayor frecuencia en mujeres, sin que para ello existan razones objetivas de peso. Se caracteriza por la falta de movimiento intestinal regular. Además de las molestias y el esfuerzo durante las defecaciones, a menudo los pacientes refieren pesadez de vientre y sensación de plenitud. En ciertos casos crónicos llegan a producirse cuadros de ansiedad relacionados con la defecación, y no es infrecuente que el estreñimiento acompañe a desórdenes psicológicos, como la anorexia y otros trastornos del comportamiento alimentario.



Las constipaciones intestinales pasajeras se presentan con relativa frecuencia, hasta el punto de ser raras las personas que no han padecido algún episodio a lo largo de su vida. A menudo estas situaciones se provocan por viajes, estrés, ingestión insuficiente de líquidos o dieta inadecuada (escasa en fibras). También suele darse durante el embarazo. En todos estos casos se trata de situaciones pasajeras sin influencia seria en la salud. Determinados procesos como el colon irritable, al que dedicamos una reciente entrada, alternan episodios de estreñimiento con otros de diarrea.

El diagnóstico no ofrece la menor dificultad. Es casi siempre el propio paciente quien se etiqueta como estreñido. No obstante, aparte de la frecuencia de las defecaciones, existen fórmulas objetivas para clasificar las heces según su consistencia y aspecto. La más extendida es la que se conoce como escala de Bristol, una tabla ideada por Heaton y Lewis en esa universidad británica, que clasifica siete tipos de heces. Los tipos 1 y 2 son característicos del estreñimiento crónico. En aras de la pedagogía y la claridad expositiva, me vais a permitir reproducir la tabla. Soy consciente de que se aparta de nuestro habitual refinamiento, pero ¡qué le vamos a hacer! Hasta los franceses, que pasan por ser los más finolis de Europa, dicen: pas même Mme. Pompadour s’excuse de la merde. O sea, que hay servidumbres naturales a las que todos estamos sujetos, o en términos poéticos:

En este mundo caní

sin cagar nadie se escá.

Caga el pobre, caga el rí,

caga el obispo y el Pá



Aparte del colon irritable, ya mencionado, otras posibles causas patológicas de estreñimiento podrían ser hipotiroidismo, carcinoma colorrectal, procesos neurológicos o psiquiátricos.

En cuanto a los factores predisponentes, hemos mencionado el estrés, los viajes y el embarazo. Cabría añadir el consumo de determinados fármacos (codeína o incluso laxantes, por su efecto rebote), la ansiedad, la falta de ejercicio o sedentarismo, la edad (los ancianos suelen presentar estreñimiento con mayor frecuencia), la insuficiente hidratación, los trastornos circulatorios y la concurrencia de ciertos cuadros quirúrgicos en la zona: hemorroides, fístulas, fisuras anales… o mecánicos: poliposis, diverticulosis…

También tiene gran influencia la alimentación. El consumo excesivo de proteínas y escaso de fibras (vigoréxicos), el exceso de carnes rojas, productos cárnicos en general, alimentos industriales, cafeína y alcohol, favorecen el estreñimiento.

Si hablamos de prevención, conviene seguir las siguientes medidas:

 

  • Ingiere abundantes líquidos: un mínimo de 1,5 – 2 l./día es lo aconsejable. Recuerda que la hidratación no se limita al agua. Infusiones, zumos o caldos conseguirán el objetivo de hidratar las heces, aumentando su tamaño, disminuyendo su dureza y facilitando la evacuación.
  • Consume una dieta rica en fibra vegetal: frutas, verduras y hortalizas varias veces al día; legumbres varias veces por semana, garantizarán una adecuada frecuencia. Los alimentos fermentados (yogures, quesos, kefir, chukrut) contienen bacterias beneficiosas que ayudan a la naturaleza en el tracto intestinal inferior.
  • Haz ejercicio. El movimiento favorece el tránsito intestinal.
  • Procura comer a las mismas horas. La regularidad es muy importante.
  • También lo es en lo que se refiere a la defecación. Procura mantener un horario fijo para ir al baño (se aconseja después del desayuno). No hagas retenciones, reprimiendo el deseo defecatorio, ni intentes forzarlo cuando no exista.
  • Evita los laxantes. Deben reservarse como último recurso, y siempre se usarán bajo supervisión médica.

Una última consideración: en su estado natural, el homo sapiens, lo mismo que el resto de grandes simios, realiza la defecación en cuclillas, lo que favorece que el ángulo ano-rectal sea más abierto, y por consiguiente, la defecación más fácil. En nuestra civilización urbana afrontamos el problema sentados en el inodoro, un invento sin duda benemérito en lo relativo a la higiene y la salud pública, pero acaso no tan favorable a la mecánica defecatoria como sería deseable. Si a esto unimos que la falta de ejercicio físico disminuye notablemente la eficacia de la musculatura abdominal y perineal, las dificultades pueden agravarse aun más.

 Sin duda muchas personas que padecen estreñimiento podrían beneficiarse de la reeducación funcional del suelo pélvico y el fortalecimiento de la pared abdominal. Como en tantos otros casos, el profesional al que hay que recurrir es el fisioterapeuta


Gire a la izquierda y siga por el pasillo. Verá una puerta que dice Caballeros, pero no deje que eso le disuada de entrar.  Mark Twain.

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