Roberto Martínez Baldrich que firmó siempre
sus dibujos como Baldrich, era hijo del
general Severiano Martínez Anido, uno de los fascistas más sanguinarios de
nuestra historia contemporánea, de quien hablamos en un reciente artículo en
nuestro blog. Aunque Roberto inició la carrera militar obligado por su padre,
muy pronto la abandonó para dedicarse a su verdadera pasión, el dibujo y la
ilustración, actividad en la que llegó a ser uno de los artistas más publicados
y reconocidos de su generación.
Adoptó
el apellido de su madre y se convirtió muy pronto en uno de los ilustradores
más prolíficos de los años veinte y treinta. A su pluma se deben multitud de
portadas de las revistas ilustradas de aquel tiempo, como Blanco y Negro, La
Esfera, Nuevo Mundo o Cosmópolis, entre otras. A partir de los años cuarenta se
hizo cargo de la dirección de la revista Mujeres.
La
sublevación del 18 de julio de 1936 le sorprendió en Madrid. Fue detenido, y
hubiera sido ejecutado por su apellido a no ser por la oportuna intervención de
Juan José Domenchina, íntimo amigo suyo y secretario personal del presidente
Manuel Azaña. Con la victoria de Franco, el mismo apellido que a punto estuvo
de costarle la vida, le salvó de ser asesinado por los vencedores. Falleció en
1959.
En cuanto a su obra gráfica, además de las revistas, se prodigó en anuncios publicitarios y antes de la guerra en las portadas de las novelas de contenido erótico tan populares en la época. Baldrich se especializó en dibujar mujeres. Sus chicas Baldrich, elegantes y seductoras, forman parte de una realidad por completo inexistente en la España de alpargata en que vivió. Sus ideales femeninos, diseño de moda y esperanzada fantasía, presentan una encantadora panoplia de glamour y misterio.
Para
que juzguéis vosotros mismos, os dejamos una muestra de su arte.
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