En
su barrio neoyorquino del Bronx, el Tony Curtis
adolescente conquistaba a todas las muchachas, así que no le fue difícil
conquistar más tarde en Hollywood a un buen puñado de estrellas y estrellitas
de diversa magnitud. Ya fuera por su acento barriobajero o por su encantadora
sonrisa, Curtis bordaba los papeles de caradura.
Estaba
tan dotado para la comedia, que bien pronto se fijaron en él reyes del género
como Billy Wilder, Blake Edwards o Richard Quine. Hasta en las comedias
románticas sin pizca de humor, no podía evitar un amago de sonrisa burlona cuando
besaba a la chica. En resumen: Tony Curtis fue un seductor en toda regla.
Su capacidad de seducción rizó ya el rizo cuando en Los vikingos, un filme de aventuras que dirigió Richard Fleischer, dio la impresión de mantener una especie de relación equívoca con el personaje protagonista que interpretaba Kirk Douglas. Como se habló y se escribió tanto de ello en época (1958) en que ese tipo de cosas eran tema tabú, director, productores y hasta los mismos Douglas y Curtis se apresuraron a desmentirlo. Al parecer el malentendido fue simplemente obra de la casualidad o quizá de la impericia de director, guionistas y montadores, que no cayeron en la cuenta de lo que hacían hasta visionar la película completa.
Será imposible olvidar a Tony Curtis en su papel travestido de Con faldas y a lo loco, posiblemente la mejor comedia de Wilder, o en aquel otro en que interpretó al teniente caradura y encantador de Operación Pacífico, el mejor trabajo de Blake Edwards que hizo para la Universal en 1959. Precisamente os proponemos recordar a Curtis con la breve secuencia de su llegada al muelle donde el capitán (Cary Grant) y sus hombres reparaban aquel submarino que acabó pintado de rosa. Haced clic en el enlace y divertíos unos minutos con el recuerdo de aquel simpático sinvergüenza.
https://www.youtube.com/watch?v=bULccI2Jesw
Próxima entrega: Betty Grable
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